(Foto: Concordia University)
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Gioia De la Feld

La vida nos ha presentado con interminables retos al ser parte del 10% de la población zurdos. Pero, nosotros, los zurdos, vivimos creando, adaptando, y desafiando nuestros supuestos límites. Un homenaje a la paciencia, astucia y habilidad del zurdo. 

-Sentarse en un escritorio individual
Conocidos como los mayores enemigos escolares para un zurdo: el escritorio individual. Me ha pasado. Estar sentado en estos escritorios aguantando una lectura de dos horas no es solo incomodo por el espacio diminuto, pero, para el zurdo, requiere torcer la espalda y estar listo para ejercitar el brazo porque lo tendrás que mantener en el aire cada vez que tengas que ponerte a escribir.

(Foto: Flickr)
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-Compartir una mesa-
Pensarías que en esas mesas compartidas rectangulares las cosas irían mejor, que sería más fácil. Pero, te posicionan al lado de un diestro, empiezan a escribir frenéticamente, escriben y escriben hasta que llegan al límite de sus papeles y ahí, chocan los codos. Pasa una vez: “disculpa” y siguen escribiendo, pero no pasa mucho tiempo para que vuelva a suceder. Has creado otro enemigo en el salón.

(Foto: Edutopia)
(Foto: Edutopia)

-Escribir con un lápiz-
Llegar a tu casa después del colegio y tener que frotar toda la parte de atrás de tu mano por horas por esa odiosa mancha plateada que te ha dejado el lápiz. No solo eso, raramente tendrás la hoja blanca solo con líneas perfectas de tu letra, sino un recorrido gris en el que puedes trazar cada movimiento de tu mano ya que a medida que escribías, se arrastraba contigo el tinte gris metálico del lápiz.

(Foto: Reddit)
(Foto: Reddit)

-Cortar con tijeras-
Para usar una tijera de diestros (que suele ser el caso) tienes que mirar por encima de la cuchilla superior, lo que termina ocultando la línea de corte. A medida que vas cortando es inevitable reconocer que estás bastante lejos de la raya intermitente negra que mostraba el camino del corte. Te tocará volver a hacerlo. Claro,  -incluso las venden por Mercado Libre-; pero, prepárate para las eternas quejas que recibirás el segundo que se los prestes a algún diestro.

(Foto: Shutterstock)
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-Apoyar un vaso en el carro-
Corres con tu bebida al carro, lo más lógico sería apoyarlo cerca de tu mano, donde con toda la comodidad puedas levemente doblar el brazo, recoger el envase y tomar tu café. Pero, lastimosamente al estar sentado en el asiento del conductor, uno se tiene que acostumbrar a usar la mano derecha para sujetar el café. A menos que quieras alcanzar con el brazo izquierdo hasta el posavasos o pasar por el trámite de recogerlo con la derecha y tener unos segundos de adrenalina al pasártelo a tu mano izquierda, solo para volver a repetirlo. Peligro al volante.

(Foto: Getty Images)
(Foto: Getty Images)

-Escribir en cuadernos espiralados-
Para los diestros es solo difícil cuando se trata de escribir en el lado izquierdo del cuaderno. Para los zurdos ya sea escribir en el lado izquierdo como el derecho, interfieren esos infames espirales metálicos. Uno solo puede combatirlos girando el cuaderno entero y explorando los ángulos más extraños en los que se puede posicionar la mano.

Para todo ello, sin embargo, necesitamos paciencia, astucia y un poco de buen humor. Eso que a los zurdos nos sobra.

(Foto: Flickr)
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-Usar un abrelatas-
El concepto es simple. Abres las dos manijas y posicionas el borde de la lata entre medio de las cuchillas, aprietas las manijas juntas y giras la barra que está en la parte exterior para comenzar a mover el filo alrededor de la tapa. Y así, se abre. Pero cuando eres zurdo, no es tan simple. El abrelatas, como la tijera, no está hecha para abrir y cerrar con la izquierda. Así que, o tendrás que encontrarte un abrelatas para zurdos, o lo que usualmente termina sucediendo, aprender a ser ambidiestro pasando por la extraña sensación de usar la mano derecha como si fuera tu izquierda.

(Foto: CuriosFera)
(Foto: CuriosFera)

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