Hace unos 4.000 millones de años, una molécula capaz de replicarse por sí misma empezó a proliferar en los mares de un planeta primitivo. Este planeta tenía una atmósfera sumamente tóxica, tanto así que si hoy pudiéramos verlo, diríamos que es imposible que ahí pudiera surgir alguna forma de vida.
De pronto, esta molécula replicadora —varios científicos coinciden en que fue el ARN— se vio envuelta por una vesícula de grasa que la mantuvo protegida del entorno corrosivo. La complejidad de la molécula replicadora aumentó, se volvió mucho más estable al emparejarse con otra molécula similar y haciendo un ligero cambio a uno azúcares para formar lo que hoy conocemos como el ADN.
El ADN alojado dentro de la vesícula, portaba la información necesaria para hacer copias de sí mismo. Con ayuda de su antecesor, el ARN, producían otras moléculas —hoy las llamamos enzimas— que hacían el proceso de replicación mucho más eficiente.
Un reciente estudio sostiene que el cáncer sería el retorno a un estado primitivo de las células. Si quieres saber más al respecto, sigue leyendo el más reciente post del blog Expresión genética del biólogo David Castro.