PARÍS. El 2016 reavivó el deseo de llevar al hombre a Marte, con intereses públicos y privados compitiendo por dar el primer paso en el planeta rojo, tal vez con parada previa en la Luna. Pero la elección de Donald Trump a la Casa Blanca crea incertidumbre.
"Estados Unidos dará un paso de gigante hacia Marte", aseguró el presidente Barack Obama, en una tribuna publicada en octubre. Para alcanzar el objetivo de enviar humanos a Marte en la década de 2030, el gobierno estadounidense trabajará con compañías privadas, anunció.
Pero fue el multimillonario Elon Musk el que causó sensación en setiembre al presentar su plan para enviar a humanos en grandes naves, por 100.000 dólares el billete, para crear una ciudad en Marte.
Este visionario, que anunció el proyecto en un congreso internacional de astronáutica en México, pone el listón muy alto al afirmar querer enviar la primera misión habitada al planeta rojo a partir del 2024.
"Fue un momento extraordinario", recuerda Jean-Pascal Le Franc, director de relaciones internacionales en el CNES, la agencia espacial francesa. "La sala parecía un concierto de rock", dice.
Si Elon Musk parece muy motivado, nadie sabe qué querrá hacer Donald Trump en el espacio.
En un mitin electoral en Florida, el magnate declaró que quería "liberar la NASA" de ser utilizada como "agencia logística para las actividades en órbita baja". "En lugar de eso, centraremos su misión en la exploración espacial", añadió.
También quiso destacar la importancia para él de establecer acuerdos entre lo público y lo privado.
"El espacio es la frontera en la cual la aspiración estadounidense puede convertirse en la inspiración de la humanidad", indicaba en un artículo del portal SpaceNews coescrito Robert Walker, consejero de Trump y ex congresista estadounidense, y Peter Navarro, profesor de economía de la Universidad de California en Irvine. "El destino de un pueblo libre está en las estrellas. Donald Trump está de acuerdo", se lee en la nota.
Para la Europa espacial, que coopera sin cese con la NASA, conocer las intenciones de Trump es muy importante. "Estados Unidos representa más de la mitad de la inversión pública mundial en el espacio", subraya Jean-Jacques Dordain, expresidente de la Agencia Espacial Europea (ESA).
-A conquistar el espacio-
La Luna, que no ha vuelto a ser pisada por los hombres desde 1972, podría volver a tener protagonismo gracias al gobierno estadounidense, estima John Logsdon, profesor emérito en el Space Policy Institute de Washington, recordando que Barack Obama decidió en el 2010 suspender el programa Constelación. Impulsado por George W. Bush, este ambicioso proyecto preveía enviar de nuevo astronautas a la Luna.
El director general de la ESA, Jan Woerner, también ha demostrado su interés por el satélite de la Tierra. Desde hace más de un año, defiende la creación de un pueblo lunar que podría suceder a la Estación Espacial Internacional (EEI). Un concepto abierto a todos.
"Es posible que Estados Unidos responda a esta propuesta de la ESA estableciendo una especie de acuerdo con varios países para volver a la superficie de la Luna", estima John Logsdon.
"Pero eso solo sería una etapa en nuestra trayectoria para enviar el hombre a Marte", añadió. Según él, los primeros pasos humanos en el planeta rojo podrían producirse hacia el 2040.
En el 2016, Rusia también ha reafirmado sus ambiciones en materia espacial, a pesar de un contexto económico difícil.
Rusia participa en la misión ExoMars, organizada con La Unión Europa. En octubre, una sonda de exploración fue puesta en órbita alrededor de Marte con éxito, aunque fracasó el aterrizaje de su módulo experimental.
Para el 2020, europeos y rusos se fijaron un desafío importante: conseguir enviar un robot móvil capaz de perforar el suelo de Marte en búsqueda de restos de vida anterior.
Rusia se ha planteado abrir una base lunar con la presencia regular de cosmonautas. En una primera etapa, se trataría sin embargo de enviar una misión robótica, hacia el 2024.
En cuanto a China, que ha invertido miles de millones de dólares en la conquista espacial, va progresando y ganando terreno. El país envía al espacio taikonautas, nombre chino de los astronautas, y dispone de un laboratorio orbital, a la espera de tener su propia estación espacial internacional en el 2022.
Después de haber conseguido, a finales del 2013, enviar a la superficie lunar un vehículo teleguiado llamado Conejo de Jade, tiene otras misiones lunares en proyecto, antes de acabar enviando a taikonautas.
"China quiere cumplir todos los requisitos de una gran potencia espacial", declara Xavier Pasco, director de la Fundación para la Investigación Estratégica en París.
"Aunque hay mucha cooperación y acuerdos entre los diferentes países en el espacio, no es el caso de China", dice Sa'id Mosteshar, del London Institute of Space Policy.
"En el futuro, se tendría que trabajar realmente con China", considera por su parte George Abbey, del Baker Institute au Texas.
Fuente: AFP