Zombis comiendo cerebros y asesinos psicópatas persiguiendo a sus víctimas. Las personas -especialmente en Halloween- disfrutan de este tipo de escenas a pesar de que el temor que generan debería traducirse en rechazo. ¿A qué se debe esto?
-La ciencia del miedo-
Según Nadja Heym, profesora de Psicología de la Nottingham Trent University (Inglaterra), al recibir estímulos de miedo el cerebro libera hormonas como el cortisol y la adrenalina. Esto ocasiona que la persona entre en un estado de vigilancia y estrés, lo que permite reaccionar rápidamente ante un posible peligro.
Durante este estado, aumenta la frecuencia cardíaca, los vasos sanguíneos se contraen para reducir el sangrado superficial, la visión se vuelve más enfocada y más oxígeno llega a los músculos.
Si bien los sentidos se agudizan para actuar ante la amenaza, la capacidad de análisis de la persona se ve perjudicada; es decir, es casi imposible pensar con tranquilidad.
-El placer detrás del miedo-
Para contrarrestar esta reacción de alerta -señala Heym- el cerebro se inunda de dopamina (neurotransmisor asociado a sensaciones placenteras), así como de endorfina, que es la hormona que bloquea el dolor.
Según el neurocientífico Dean Burnett, el cerebro puede tomar como estímulo positivo el haber sobrevivido a la situación de terror asociada a estas películas y generar una recompensa, que se traduce en disfrute.
No obstante, esta situación varía dependiendo de la personalidad, apunta Marvin Zuckerman, profesor de psicología de la Universidad de Delaware. Por lo tanto, aquellas personas que tienden a disfrutar de mayores niveles de excitación, suelen escoger películas de terror.
Según Glenn Sparks, de la Universidad de Purdue (EE.UU.), existen casos en los cuales las sensaciones de excitación pueden perdurar luego de haber visto este tipo de filmes.
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