Solo el 0,48% del mar peruano se encuentra dentro de áreas protegidas. Sin embargo, el Gobierno anunció esta semana la creación de la Reserva Nacional Dorsal de Nasca, lo que elevaría esa cifra a 8%. Aunque estamos todavía muy atrás en comparación con otros países –Chile tiene el 42% de su mar territorial protegido–, es un importante avance que va a contribuir con la conservación, la investigación y el uso sostenible de nuestra biodiversidad.
–Riqueza marina–
La Reserva Nacional Dorsal de Nasca será la primera área protegida del Perú netamente marina. Cubrirá una extensión de unos 62.400 km2, equivalente a la superficie de Arequipa.
Su creación tiene como propósito principal proteger una muestra representativa de la cordillera submarina dorsal de Nasca, que atraviesa casi todo el Pacífico Sur y se ubica frente a las costas de Ica. Hasta la fecha, en la dorsal se tiene un registro de 1.116 especies de fauna marina, por lo que se le considera una zona con un alto nivel de especies endémicas (41,2% en peces y 46,3% en invertebrados). Además, se han identificado 32 especies de importancia comercial, como pota, perico, bonito, jurel, tiburón azul, caballa, entre otros. Y es también una zona de tránsito para animales migratorios, como el albatros de Salvin, la tortuga cabezona, y la ballena jorobada.
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“Estamos protegiendo un espacio que va a fortalecer la seguridad alimentaria en los próximos años. Es sumamente importante y es un enorme logro para el país, le dijo a El Comercio Alfredo Gálvez, especialista de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).
Gálvez asegura que esta reserva representa también un gran laboratorio para la investigación científica. “El Perú tiene el BAP Carrasco, un buque equipado con avanzada tecnología de reconocimiento marino. Creemos que es una gran oportunidad para que esta embarcación haga investigación en la zona y levante mayor información sobre todo el sistema de la dorsal, del cual se conoce todavía poco”.
–Preocupación–
La creación de la Reserva Dorsal de Nasca no está libre de críticas. Tanto la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) como la organización Oceana están preocupadas por el hecho de que se permitirá en la reserva, de forma excepcional, la pesca a gran escala, o industrial, y la pesca de bacalao de profundidad.
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Gabriel Quijandría, ministro del Ambiente, dice a este Diario que la pesca a gran escala que se permitirá en la reserva “es aquella que tiene derechos preexistentes, es decir, una empresa que ya tenía un permiso de extraer o aprovechar recursos naturales antes de la formación de un área protegida”. Asimismo, recalca que en la zona se realiza una pesca a gran escala relativamente pequeña y, en muchos casos, se lleva a cabo en lugares que están al borde de la reserva y no en ella misma.
Respecto a la pesca de bacalao en profundidad, Quijandría sostiene: “Es una industria que tiene un nivel de intervención tal que el potencial de afectación de la reserva es bastante limitado”. No obstante, comenta que no se permitirá pescar por debajo de los 1.800 metros de profundidad, para asegurar la conservación de la cordillera submarina, que comienza a partir de los 2.000 metros de profundidad.
Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana, concuerda en que la extracción pesquera en la reserva es bajísima; pero, opina que no existe alguna restricción, una especie de candado, que impida a estas empresas crecer. “Estas flotas podrían seguir pescando y aumentando”, dice.
El especialista afirma también que es ilegal la pesca de bacalao dentro de una zona de protección estricta. “Así no tenga un impacto sobre el fondo marino, se prohíbe porque así debe ser, es la ley”, detalla
Bruno Monteferri, director de Gobernanza Marina de la SPDA, propone que –al ser una excepción– una vez que se realice la pesca de bacalao, se lleve a cabo una investigación técnica y científica por parte del Instituto del Mar del Perú (Imarpe) para demostrar si genera o no impacto. “Debe haber una fiscalización para que no pesquen por debajo de los 1.800 metros, se garantice que no se toquen los fondos submarinos, y se tomen medidas de gestión en base a ciencia, que actualmente falta”, comenta.
Sobre la pesca industrial, Riveros señala que esta tiene una serie de problemas relacionados principalmente por la posibilidad de hacer capturas incidentales, que afectan a especies como delfines, lobos marinos, tortugas, y causa mucha disrupción.
“En un área protegida nunca se ha permitido la pesca industrial”, subraya.
Quijandría indica que el “Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) se encargará de hacer un monitoreo permanente respecto a los efectos que podrían tener en la zona la pesca artesanal y la industrial; y en función a eso, si se ven impactos concretos, se tomarán decisiones que vayan en la decisión correcta”.
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