Calentamiento global (Ilustración: El Comercio)
Calentamiento global (Ilustración: El Comercio)
Tomás Unger Golsztyn

La revista “Science” publicó hace poco un artículo escrito por dos científicos del Instituto Avanzado para Estudios de Sostenibilidad (Alemania) evaluando el Acuerdo de París. Estos demuestran que las fechas límites para alcanzar ciertas cifras ya pasaron y que las metas del acuerdo son inalcanzables. El estudio tiene un enfoque realista y sugiere pasos a seguir.

–LOS LOGROS–
Se podría resumir la investigación diciendo que, a pesar de muchos logros en energía limpia, el crecimiento de la demanda ha sido mayor, por lo que el balance es negativo. También se ha logrado, en algunos lugares, sustituir el carbón con el gas, reduciendo grandemente las emisiones. Sin embargo, la mayor demanda de energía ha sido tal que han aumentado las emisiones de CO2 a razón de 2% al año. La meta era evitar que la temperatura global se eleve en 2 °C y se mantenga por debajo del 1,5 °C.

Para que haya una probabilidad de que esto se produzca, las emisiones globales de CO2 deberían disminuir a razón de 5% anualmente. Una vez alcanzada la meta, se necesitaría seguir reduciendo las emisiones a razón de 3% al año. Aun si los 183 países que se propusieron metas las hubieran alcanzado –lo que no ha sucedido–, al paso que ha avanzado el consumo de combustible, las emisiones no bajarían, más bien seguirían subiendo hasta el 2030.

La realidad es totalmente distinta a la imaginada en el 2015 en París. Para darnos cuenta de lo lejos que estamos de los buenos propósitos, basta decir que el contaminador número dos del mundo, los EE.UU., se ha retirado y ha anulado su política de limitar las emisiones. Si a esto añadimos que casi ninguno de los países se ha acercado a las metas, es evidente que estas son inalcanzables por los medios disponibles. Por eso han surgido nuevas ideas para enfrentar el calentamiento global.

–LOS OTROS RECURSOS–
Entre las maneras de hacer alcanzables las metas para reducir el se ha sugerido la captura del CO2 y una reforestación masiva. Esto supone algún sistema para extraer el CO2 de la atmósfera y darle algún uso, de modo que deje de ser un gas invernadero. Desgraciadamente, las múltiples propuestas tienen una demanda de energía que anula sus beneficios. 

Obviamente, las estrategias más efectivas serían aquellas que cambian los patrones de consumo, por ejemplo, la alimentación. El Instituto Avanzado para Estudios de Sostenibilidad ha hecho un cálculo de lo que se ahorraría en emisiones si dejáramos de comer carne de res: millones de toneladas de CO2. Hay una serie de productos, cuyos cultivos y procesos industriales también producen millones de toneladas de gases invernaderos, además de la deforestación.

Según los autores, los cambios necesarios son básicamente culturales y sociales. Las metas establecidas en París ya son inalcanzables. Esto era previsible porque muchas ofertas de reducción fueron compromisos políticos y buenos deseos, pero imposibles de cumplir desde el inicio. La búsqueda de nuevas tecnología para la captura del CO2 ofrece pocas esperanzas. Estamos ante un aumento permanente de las emisiones, generando la mayor parte de la energía con carbón e hidrocarburos.

–ENFOQUE REALISTA–
Equilibradamente realista, el artículo recalca varias verdades. En primer lugar, dice que los compromisos de reducción de CO2 y las futuras tecnologías no son realistas. Enfrentamos un aumento de las emisiones mientras no cambiemos nuestros patrones de consumo, lo cual es un problema cultural. 

Hay un optimismo general en lo que se refiere al aumento de la energía solar y la eólica. Los paneles solares son cada vez más eficientes (hasta 24%) y su precio ha bajado espectacularmente. Los parques eólicos, en las costas ventosas del Báltico, están proveyendo gigavatios de energía. Es más, se habla ya que en la próxima década las instalaciones solares y eólicas proveerán teravarios (109 W).

El problema de la reforestación masiva es político y económico, los dos campos donde los intereses entran en conflicto con la conservación. El enfoque realista nos obliga a pensar cómo enfrentar las consecuencias del cambio climático porque ha quedado demostrado que no hemos podido detener el calentamiento global. 

Ignorar el cambio climático es un lujo que solo se pueden dar los que habitan la Casa Blanca y los que tienen grandes recursos económicos. La mayor parte del mundo, los más pobres, están a la merced del clima. Todos están a merced de las lluvias. 

Los bancos de peces se mueven con las corrientes marinas, los polinizadores se reproducen y migran con las estaciones y todos dependemos del agua dulce. La conclusión lógica es que debemos prepararnos para los cambios y adaptarnos en lo posible en todo lo que esté a nuestro alcance.

–EL CONSUMO–
Tal como lo mencionan los autores al final del estudio, para lograr una disminución significativa en las emisiones de gases de efecto invernadero no bastará con aumentar las fuentes de energía limpia. El cambio que necesitamos es más profundo porque nuestro modo de vida actual exige una creciente disponibilidad de energía, de tierras de cultivo y recursos naturales.

Una población que crece implica mayor consumo. Si esta población aspira a consumir bienes que degradan la naturaleza, el daño será mayor. Felizmente, todo parece indicar que hay conciencia de la explosión demográfica y la esperanza de que en esta mitad de siglo pueda controlarse.

En cuanto al consumo, no parece haber señales de cambio. Es más, todos los días se inventan nuevos incentivos para consumir los productos existentes y los nuevos. Este es un tema difícil y con muchas facetas, que merece ser tratado aparte. En el futuro intentaremos hacerlo.

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