El Perú está pasando por un momento muy especial en su historia. Los eventos de las últimas semanas están mostrando escenas de violencia no vistas desde hace décadas en el país. En estos tiempos, en los que la televisión y los medios sociales permiten acceso instantáneo –muchas veces en tiempo real– a escenas de extrema violencia, es pertinente preguntarse: ¿cuál es el impacto de la violencia sobre la salud mental de la población?
La literatura médica es amplia al respecto, habiéndose publicado en los últimos años estudios que demuestran que la salud mental de niños, adultos y adultos mayores se afecta significativamente en épocas de violencia social.
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Chile
Las manifestaciones sociales de octubre del 2019 en Chile, eventos desencadenados por el aumento de 30 pesos (US$0,04) en la tarifa del metro, produjeron graves disturbios civiles que expresaron graves injusticias y desigualdades históricas de la sociedad chilena.
Diversos estudios documentan el impacto de los disturbios civiles sobre la salud mental de la población chilena. En un artículo en la “Revista Chilena de Salud Pública” en el 2019, el psiquiatra Carlos Madariaga menciona que los equipos de la red nacional del Programa de Reparación y Atención Integral en Salud y Derechos Humanos (Prais) “notificaron un aumento de la demanda de atención desde el inicio de la crisis debido a agudizaciones sintomáticas y reactivación de los duelos a propósito de la represión política, siendo muy recurrente la reaparición de emociones y sentimientos de angustia, temor, rabia, impotencia, desánimo e inseguridad, asociados a la evocación intensa de las experiencias traumáticas vividas en dictadura, algunas de las cuales dan cuenta de un trastorno de estrés postraumático de larga data”.
“Es muy probable que noticias falsas [...] puedan afectar fuertemente el estado de ánimo de las personas y aumentar sus preocupaciones”.
Por otro lado, investigadores chilenos publican en “Sleep Science” de enero-marzo del 2022 que en una encuesta de 2.532 personas durante los disturbios civiles, el 50% sufría somnolencia diurna y el 71% presentaba insomnio. El estudio mostró también que las personas más afectadas fueron las mujeres, los mayores de 51 años, aquellos que no estudiaban una carrera de salud ni trabajaban en el sector de la salud, los que estuvieron expuestos a cuatro o más horas por día a las noticias y aquellos que vivían en áreas cercanas o muy cercanas a los disturbios. Los autores concluyen que vivir o trabajar en zonas de disturbios tiene un mayor efecto sobre la salud mental en comparación con otros determinantes.
Los autores advierten también un hecho muy interesante y contemporáneo, el cual es que la distribución de información e imágenes a través de WhatsApp u otras redes sociales tienen un gran impacto en el insomnio y la somnolencia diurna. Dicen los autores que es muy probable que noticias falsas o hechos sin edición periodística, que muestran imágenes impactantes o información engañosa, pueden afectar fuertemente el estado de ánimo de las personas y aumentar sus preocupaciones.
Hong Kong
Debido a la elaboración de un proyecto de ley que permitía la extradición de ciudadanos de Hong Kong a China, la ciudad de Hong Kong experimentó severos disturbios sociales desde el 15 de marzo del 2019 hasta mediados del 2020. Los manifestantes tomaron el Consejo Legislativo, la policía tomó las universidades, todo en medio de una severa represión policial. Varios estudios han evaluado el impacto de la violencia social sobre la salud mental de la población.
Un estudio publicado en febrero del 2021, en 4.011 residentes chinos de Hong Kong mayores de 15 años, documentó mayor frecuencia de ansiedad y depresión, la cual se agravó por el estrés causado por el COVID-19, siendo el daño más intenso en los más pobres. Otro estudio, publicado en el 2022, documentó que la violencia social afecta desproporcionadamente a las personas mayores, causando sentimientos de pánico, miedo, insomnio, depresión, molestia e ira. Por último, otro estudio concluye que el impacto en la salud mental de los disturbios civiles se traduciría en un exceso del 12% de la carga del servicio de salud en el futuro.
“No hay duda de que el impacto de la presente crisis social sobre la salud mental será inmenso”.
Baltimore
Un estudio hecho a cerca de 2.000 mujeres por investigadores de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg durante los disturbios civiles de abril del 2015 (muerte de Freddie Gray a manos de la policía) documentó que la violencia tuvo un efecto agudo sobre los síntomas depresivos maternos en los barrios cercanos a los disturbios.
Estudios globales
Uno de los estudios más completos que se han hecho para evaluar el impacto de los disturbios civiles sobre la salud mental de la población fue publicado en la “Australian & New Zealand Journal of Psychiatry” (ANZJP) en el 2020. Los autores revisaron sistemáticamente la literatura médica sobre la relación entre convulsión social y salud mental, identificando 52 estudios en 20 países/regiones.
Lo que se encontró es que la prevalencia del trastorno de estrés postraumático osciló entre el 4% y el 41% en las zonas afectadas por los disturbios, y la de depresión mayor aumentó en un 7%, independientemente de la participación personal en las protestas, lo que sugiere efectos indirectos en la comunidad. Quienes más sufrieron fueron las mujeres, las personas de menor nivel socioeconómico, los más expuestos a la violencia, aquellos que tuvieron más conflictos interpersonales con amigos o familiares, quienes usaban más frecuente las redes sociales y aquellos con menor resiliencia y apoyo social.
Los autores concluyen que las protestas, incluso cuando no son violentas, pueden estar asociadas con resultados adversos para la salud mental.
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Corolario
Por los datos expuestos, no hay duda de que el impacto de la presente crisis social sobre la salud mental de la población peruana será inmenso. Es tarea de las instituciones académicas estudiar el problema, y de las autoridades sanitarias implementar programas que lleven a la atención oportuna del exceso de casos de ansiedad, depresión, ataques de pánico, estrés postraumático que ya se están produciendo en niños, adultos jóvenes y adultos mayores en el país, especialmente en las zonas más convulsionadas.