Bruno Ortiz Bisso

La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene vigente una indicación para los niños menores de 5 años: deben estar menos tiempo sentados mirando , deben dormir mejor y tener más tiempo para juegos con actividad física. Eso asegurará un crecimiento sano.

Sin embargo, un reciente estudio de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) con la Universidad de Albany y el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York deja en evidencia que en EE.UU. los niños pasan más tiempo de lo recomendado delante de las (TV, computadora, dispositivos móviles), en especial los hijos de madres primerizas y quienes tienen cuidadores en el hogar. El estudio fue publicado en la revista “JAMA Pediatrics”.

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El promedio de tiempo diario que los niños pasan frente a cualquier aumenta de 53 minutos a los 12 meses de edad a más de 150 minutos a los 3 años. A los 8 años, los niños tenían una mayor probabilidad de registrar la mayor cantidad de tiempo de pantalla si su cuidado había sido en el hogar o eran hijos de madres primerizas.

“Hallamos que los hábitos de pantalla aparecen temprano. Sugiere que las intervenciones para reducir el tiempo de pantalla podrían tener una mejor probabilidad de éxito si se las introduce tempranamente”, dijo Edwina Yeung, autora principal el estudio e investigadora en la División Epidemiología del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, según la agencia Efe.

SERIOS DAÑOS

El ritmo de vida actual obliga a que los padres o criadores no puedan dedicarse exclusivamente a los niños, pero exponerlos a las antes de los 2 años es sumamente peligroso.

“Hasta los 2 años es la etapa en que el cerebro crece rápidamente. Es cuando se desarrollan la mayoría de habilidades. Si bien un celular o la TV se siguen tomando como herramientas para distraer a los niños, podemos poner en compromiso su desarrollo, sobre todo en el lenguaje”, explica a El Comercio la doctora Carolina Reyes, neuróloga y pediatra del policlínico Risso.

“Y al estar en una actitud sedentaria demora el desarrollo de su motricidad gruesa y fina, no desarrollan la creatividad, se trastorna el lenguaje, la socialización, los niños se vuelven más retraídos”, sentencia.

“Otro de los principales problemas es que se fomentan desde temprana edad los circuitos neuronales de la recompensa segregando dopamina. Con un dispositivo electrónico, el niño empieza a tener gratificaciones inmediatas. Los pequeños no saben ni hablar, pero saben dónde tocar en la para obtener lo que buscan”, indica a este Diario el doctor Saúl Morales, médico neurólogo del policlínico Risso.

“Cuando sean adultos, estarán acostumbrados a querer todo y conseguirlo rápido. No van a saber esperar y así será más difícil que acaten las normas”.

Una circunstancia muy común es que los menores –y los adultos– miren una inmediatamente antes de dormir. Esto puede pasar una alta factura.

“El ciclo de sueño de los humanos se rige por la luz, así el cuerpo decide cuándo estar despierto y cuándo dormido. Las pantallas emiten luz azul, que tiene una intensidad de estimulación mayor a la luz solar, ámbar y la blanca. Muchos estudios han demostrado que la exposición a las aumenta la demora en quedarse dormido”, recalca el doctor Frank Villarreal, neurólogo especialista en sueño de la clínica Ricardo Palma.

La falta de las horas de sueño causa un descanso de mala calidad. “Durante el día, el cerebro forma sinapsis (unión de neuronas) para realizar nuestras actividades. En la noche, esas sinapsis se desacoplan y se preparan para el día siguiente. Si no descansamos bien –sobre todo los niños–, al día siguiente el cerebro está inflamado, los recuerdos son torpes, hay irritabilidad, etc.”.

AMPLIO ANÁLISIS Los investigadores del NIH y sus colegas analizaron los datos del estudio Upstate KIDS, que se llevó a cabo originalmente para seguir el desarrollo de los niños concebidos tras tratamientos por infertilidad y nacidos en el estado de Nueva York del 2008 al 2010.

CIFRAS ELEVADAS En el estudio actual, los investigadores encontraron que el 87% de los niños tenía un tiempo de que excedía las recomendaciones de la Academia Pediátrica.