Los gases nobles o inertes, como el helio, el neón y el argón, son elementos químicos llamados así porque no tienen olor ni color, no combinan sus átomos en moléculas y no son combustibles. El helio, por ejemplo, fue el segundo elemento químico en aparecer en el universo, producto de la fusión de dos átomos de hidrógeno en los hornos termonucleares de las estrellas.
El metano es lo contrario: es un gas que no ocurre naturalmente en el universo, un hidrocarburo cuyas moléculas tienen cinco átomos (su fórmula química es CH4). Apareció en la Tierra como producto de la descomposición bacteriana, creado por organismos vivientes, y es altamente combustible.
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Siendo un subproducto de la digestión de organismos vivientes, la presencia de metano en algún lugar como el subsuelo de Marte sería un indicador de vida, presente o pasada. En la Tierra se encuentra por toda la biósfera, disuelto en agua marina y producido diariamente en la actividad humana y vegetal. Los mayores depósitos están en los yacimientos de petróleo y gas, que son producto de la descomposición de materia orgánica acumulada y atrapada bajo capas geológicas a través de cientos de millones de años. Lo preocupante es que, al explotar yacimientos, el metano escapa a la atmósfera, donde su impacto es muy perjudicial.
Calentando sin combustión
El metano es un gas invernadero inicialmente unas 80 veces más potente que el CO2. Uno de los logros más importantes de la Conferencia de sobre el Cambio Climático realizada en Escocia en noviembre (COP26) fue un acuerdo entre más de 100 países para reducir en un 30% sus emisiones de metano en esta década. El CO2 se menciona con frecuencia como el gas invernadero más importante, pero reducir las emisiones de metano es también un paso importantísimo.
La reducción prometida para el 2030 es de 120 millones de toneladas anuales de metano, lo que equivale a más de 9.600 millones de toneladas de CO2. En términos de calentamiento global, el metano contribuye hasta 1/3 del total. La reducción de metano propuesta frenaría por más de 0,3 °C el calentamiento global, ayudando a limitarlo a 1,5 °C.
“Gran parte de las emisiones de metano son resultado del uso de tecnología inadecuada y negligencia”.
Fuentes diversas
Otra buena noticia del COP26 fue el establecimiento del Observatorio de Metano, una red científica para identificar fuentes emisoras del gas y ayudar a reducirlas. El trabajo ya se había iniciado hace varios años.
Las observaciones de satélites como el Tropomi (instrumento de monitoreo troposférico) en el 2019 y 2020 han identificado muchas de las mayores emisiones del planeta. La mayoría ubicadas en seis países productores de gas y petróleo.
Gran parte de las emisiones de metano son resultado del uso de tecnología inadecuada y negligencia, que deja escapar el gas de pozos, gasoductos y otras instalaciones.
La buena noticia es que hay soluciones simples, que, en muchos casos, crean un recurso adicional. El metano es un excelente combustible, cuya combustión libera más energía que otros hidrocarburos produciendo menos CO2. Es por eso que se usa en hornos, cocinas, vehículos, generación de electricidad, incluso en los cohetes espaciales más modernos.
Otra gran fuente de metano, aproximadamente 40%, es la agricultura. De estas emisiones, casi 1/4 resulta del cultivo de arroz. Más precisamente, es consecuencia de la técnica de inundar los campos de cultivo. El agua bloquea el oxígeno, haciendo que la descomposición de materia orgánica, más rápida en los trópicos donde se cultiva arroz, produzca gran cantidad de metano. Las emisiones se pueden reducir hasta en 50% alternando los riegos, inundando los campos por períodos limitados, lo que también ahorraría agua.
El resto de las emisiones agrícolas proviene principalmente de la digestión y desechos del ganado. Esto se puede reducir significativamente cambiando los alimentos y capturando el metano en las granjas. Lo último ya se está haciendo en algunos países, donde se captura el metano de graneros y establos.
También se captura con digestores de estiércol. Estas tecnologías podrían dar autosuficiencia energética a las granjas, que incluso pueden convertirse en productoras y distribuidoras de gas. En el Perú se está estudiando la reducción de emisiones de metano como parte de la ganadería responsable y sostenible. Esto incluye una alimentación que reduzca las emisiones resultantes de la digestión, y es un proyecto de la Universidad Nacional Agraria de La Molina.
“El metano es un excelente combustible, cuya combus-tión libera más energía que otros hidrocarburos”.
Desperdicios y soluciones
Un 20% de las emisiones de metano provienen de los desechos humanos: la basura y desagüe que producimos diariamente. Existen técnicas de tratamiento de aguas y gestión de desechos que capturan el metano, convirtiéndolo en fuente de combustible eficiente. En los rellenos sanitarios, cubiertas y tuberías pueden canalizar los gases que se desperdician y contribuyen al calentamiento global.
Las medidas para reducir las emisiones de metano se pueden implementar con técnicas existentes en menos de una década. La inversión inicial para reducir, capturar y usar el metano se recupera por partida doble. El recurso energético se puede usar inmediatamente, o almacenarse, contribuyendo a la reducción del calentamiento global.
El metano es para muchos un villano, por la huella volátil de la descomposición bacteriana que contribuye desproporcionadamente al cambio climático. Sin embargo, los avances de la ciencia y la tecnología ya permiten reducir su impacto atmosférico y lo convierten en una fuente económica y práctica de energía. Irónicamente, por su origen, es una fuente renovable, aunque no la más limpia.
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