Christian Meier en la meca de las telenovelas [ENTREVISTA]
Christian Meier en la meca de las telenovelas [ENTREVISTA]
Redacción EC

ADRIANA GARAVITO

es un galán. Se roba más de un aliento siendo imagen de Saga Falabella o con su presencia en televisión. Y si alguien lo duda, solo hay que mostrarle la nueva novela de Televisa, .

En esta, él interpreta a Esteban Domínguez, un hombre que divide su amor entre Cristina () y su hija Acacia (). Así, su retorno a México después de una década no es cualquier cosa. Es una oportunidad para ser el nuevo rostro de las telenovelas.

¿Qué tanto influye el físico para obtener un papel?
Depende del papel al que se aspire. Puede que yo haya podido obtener algunos papeles por mi físico, pero de la misma forma no he podido conseguir otros. Y algunos fueron papeles que realmente quería.

¿Qué tan necesario es vender una imagen para ser parte del medio artístico?
Lo que uno haga para entrar al medio es lo que menos importa. Cada vez es más fácil hacerse famoso, pero en realidad lo que importa es poder mantenerse, demostrar que uno es bueno en lo que hace y lograr una carrera sólida.

¿Te has mantenido fiel a ti mismo?
Siempre. Solo dejo de ser yo cuando escucho la palabra "acción". Ahí es donde la diversión comienza. 

Sobre "La malquerida", existe un estereotipo en cuanto a la actuación en novelas, ¿es un reto vencerlo?
No hay que confundir melodrama con actuación. El primero existe en todas las novelas, desde las brasileñas hasta las que se hacen en el Perú. El montaje de escenas es el que varía. Pero creo que depende de cada actor. A algunos les gusta la sobreactuación, pero ese no es mi caso.

Antes de regresar a México estuviste en el Perú por el rodaje de la película "Magallanes". ¿Tu carrera no permite que te establezcas en un solo lugar?
No es que no me lo permita. Yo lo he decidido así. No me gusta quedarme en un solo lugar. Pienso que si hubiese radicado en un solo país, me habría perdido muchas oportunidades. Puede ser molesto mudarse cada 6 meses, pero es parte del trabajo y uno se acostumbra.

También estuviste grabando "Cosita linda" en Estados Unidos. ¿Te gustaría tener más tiempo para relajarte?
No para relajarme, sino para dedicar más tiempo a mí, a los míos, a viajar por el mundo o simplemente compartir con otros. Uno piensa que mientras más éxito se tiene, de más tiempo libre se dispone. Pero no hay nada más errado que eso. Cada vez hay menos tiempo para uno mismo.

Ha pasado bastante tiempo desde que te hiciste un nombre en Latinoamérica. ¿Pero te sigue sorprendiendo el despegue de tu carrera?
Hasta hoy jamás he sido consciente de lo que me sucede. Solo caigo en la cuenta cuando alguien me lo hace notar. Pienso que les ocurre a todos los que se dedican a hacer su trabajo sin esperar nada más que realizarse como profesionales. Estoy seguro de que a Gian Marco le sucede igual. Puede estar sentado jugando Play Station con sus hijos y en eso lo llama Alejandro Fernández y le dice: “Giani, tus últimas dos canciones me hicieron vender 2 millones de discos, ¿me puedes hacer 2 más?”. Gian Marco piensa: “Caray, entonces sí gusta lo que hago”.

¿Qué es lo que más te disgusta de tu trabajo?
Que me maquillen.

¿A qué crees que se debe el éxito en la televisión?
Ningún reparto sostiene un mal guion. Debe ser una buena idea y una historia que alguien quiera seguir. Son como los chistes: si son buenos, no importa de quién se hable, siempre te harán reír.

¿Has pensado incursionar en el teatro?
No por ahora.

¿Te gustaría regresar e instalarte en Lima?
Todos los días.

¿Qué es lo que más extrañas?
Mi familia, mi casa, la comida que me prepara Juanita, mi cama, manejar por la Costa Verde con las ventanas abajo para oler el mar, ir al mercado de mi barrio y comprarle cachitos a la panadera que está sentada en la entrada. No hay un solo día que no tenga atravesado al Perú en el pecho.

¿Crees que aquí no hay muchas oportunidades en TV?
Creo que las oportunidades hay que generarlas. Así como yo y otros las hemos generado en otros países, los que están en Perú deben impulsar sus propios proyectos; escribir nuevas –buenas– historias y convencer a los productores de que aún hay cosas que hacer. Creo que hay maravillosos actores, pero son pocos los que han tomado la iniciativa de crear nuevas cosas.

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