Lizzy Cantú: "Feliz Navidad"
Lizzy Cantú: "Feliz Navidad"

Navidad solía durar más tiempo. Era, digamos, un asunto pendiente durante todo el calendario. Una meta que exigía preparación y merecía protagonismo. Ahora parece ser un trámite más que pasa a toda velocidad frente a nuestros ojos, entre listas de tareas, visitas al médico y un tráfico imposible por las avenidas de la ciudad. Un compromiso con el amigo secreto de la oficina, una cifra en la cuenta del banco que desaparece en un abrir y cerrar de ojos, un motivo para reñir con los parientes políticos y empujar a otros compradores de último minuto en las colas de los supermercados. 

Recuerdo cuando Navidad empezaba en julio: en ese mes ya me ponía a recortar de los catálogos de Sears los juguetes que planeaba pedirle a Papá Noel. Recuerdo que Papá Noel se convertía en la invocación recurrente de las mamás frustradas por allá en octubre. Que en noviembre ya sabíamos quién sería el amigo secreto en el intercambio de regalos con los primos. Recuerdo cuando Navidad duraba lo que cuatro velas de adviento los domingos, cuando íbamos a misa en familia. Recuerdo cuán largas me parecían las horas que pasaban mis abuelas y mis tías preparando el pavo, el relleno, las ensaladas, la pierna de cerdo. Hoy, Navidad es un flash, un corre-corre de un centro comercial a otro, una espera interminable en un aeropuerto, un choque y fuga de cariños que nos aturde momentáneamente. 

Propongo volver a extender la Navidad como durante aquella infancia. Propongo que nos abracemos y compartamos sin prisas, sin gastos innecesarios ni malos entendidos.

Deseo que la alegría, la generosidad y el espíritu -verdadero- de la Navidad se queden con nosotros todo el año. Y que seamos capaces de contagiarlo a los demás. 

 

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