Me encantan ciertos titulares en las publicaciones de moda: «Encuentra el outfit o el look perfecto para ti». Me encantan porque me invitan a reflexionar partiendo de la premisa de lo perfecto: ¿Existe algo así? ¿Qué cualidades debe tener eso perfecto? ¿Es lo perfecto para siempre perfecto o está sujeto a las terribles condiciones del momento o la coyuntura? Y lo más importante aun: ¿lo perfecto para ti debe de ser lo perfecto para los demás?
Es una hipocresía decir que no nos vestimos para los demás: claro que lo hacemos. Para el chico guapo que queremos conquistar o mantener, para todas aquellas en la universidad que sabes que te miran cada vez que pasas y a quienes no quieres dar ningún motivo para criticarte. Para demostrarle a tu jefe que se te puede ver también como jefa. Todo eso está OK si no dejas de lado la principal de las intenciones: vestirte para ti misma y sentirte bien.
De eso se trata el look perfecto para ti: es el que armas con la ropa que sabes que te cae bien, con los colores que le van a tu tipo de piel, con la silueta que más te convenga, la que permita resaltar tus cualidades y esconder los defectos que aún te falta aceptar.
Este es el mensaje principal, la regla de oro al vestir: solo sé feliz con lo que elijas ponerte. Feliz. Sí. No debes subestimar nunca el efecto que un buen look puede producir en ti.
Además la felicidad es interna no externa y con esto digo que no debes buscarla en la aprobación de los demás.
El fin de semana pasado fuimos, tú y yo, testigos de un desfile de personajes mediáticos puestos en vitrina (vamos, hubo alfombra roja), todos reunidos en la boda de una de las parejas más mediáticas del país.
Cada invitado pasaba por alfombra roja y cada look era descrito como si estuvieran en la antesala de los Oscar. Lo que pasó después fue una masacre, una comidilla llena de quejas, comentarios viscerales y crueles, sobre cómo se vestía cada uno. ¿Con qué derecho? Con el derecho que los peruanos nos hemos autootorgado: el raje nacional. Ojo, que no hay nada más subjetivo que el gusto personal.
Es cierto que hay reglas por seguir: elige lo mejor para ti y lo que te guste a ti. Ya muchas otras preocupaciones vitales tenemos en mente como para perder el tiempo tratando de contentar al mundo. Y como suena un dicho popular por ahí: «No temas por la perfección, jamás vas a conseguirla».