Verónica Linares: "Despidamos a las primeras damas"
Verónica Linares: "Despidamos a las primeras damas"
Redacción EC

Una amiga publicó en Facebook la fotografía de una ex primera dama ayudando a apilar lo que parecían ser donaciones para los damnificados por los huaycos en Chosica. En el post resaltaba su bondad y modestia, revelándose así como su admiradora: comentó que carecía de todo ego y que solo ayudaba porque le nacía. Cuando leí esas palabras pensé de inmediato en su ex pareja -con quien estuvo décadas y que tiene fama de ególatra y petulante. Me dio curiosidad ver qué respuestas traería la imagen.

La mayoría decía que era una verdadera dama, la primera dama que nos merecíamos los peruanos, y que lo seguirá siendo siempre. Yo fruncía el ceño. Entiendo las antipatías ganadas por la actual primera dama debido a su figuretismo y ni qué decir de las denuncias en su contra, pero de ahí a decir que quieres ser como aquella otra ex primera dama, me parece demasiado.

Es, sin duda, loable solidarizarse con la desgracia ajena. La felicito así como a los miles de peruanos que, incluso sin tener tantos recursos decidieron,  por ejemplo, comprar pan, hacer chocolate y organizarse para llevar todos los días desayuno a Chosica. Desde el mismo día de la tragedia, la respuesta de ayuda fue conmovedora.

Lo que más le gustó a mi amiga en Facebook era ver a la ex primera dama sin cámaras y ayudando con sus propias manos. Yo creo que no debería llamarnos la atención, puesto que ella tiene una ONG que se dedica a eso. Era lo que correspondía, en todo caso.

Yo, en cambio, cada vez que la veo recuerdo la escena de ella parada junto a su esposo, sin expresión en el rostro escuchándolo aceptar públicamente que tenía un hijo extramatrimonial. A mí aquello no me hizo sentir orgullosa como mujer.

Era un secreto a voces que su esposo tenía una relación en paralelo con otra economista desde 1987 y se especulaba que como ella ya había pasado los cuarenta quería ser madre. Es obvio que la paternidad fue una decisión planificada. Y en Palacio, supuestamente, vivía una pareja feliz.

¿Por qué aceptó estar allí? Pudo ser todo igual sin tener que pasar por eso. ¿Por qué no cortó la relación? ¿Por sus hijos? No eran unos niños que no entenderían la separación. ¿Por la “estabilidad” del país? Fujimori lo hizo y con denuncias de torturas de por medio y no pasó nada. Además, luego del desastre económico que vivimos los primeros años de los 90, los peruanos podemos superarlo todo.

También se especuló que ellos ya no eran un matrimonio hacía mucho tiempo y que solo regresaron por la campaña y luego para el gobierno. Ella siempre se caracterizó por sus palabras medidas y su perfil bajo. Algo que -como venen nuestro país gusta. Prefiero pensar que eso no es verdad.

Alguna romántica podría decir que tal vez lo hizo por amor. Perdonó a su esposo por salir con una mujer de “altas calidades” a la que conoció cuando se separaron y a los seis meses tuvo un hijo con ella. Si fuera verdad seguirían juntos o ¿acaso el perdón duró solo una gestión presidencial?

La figura de la primera dama, tal como la entendemos ahora, posterga a la mujer detrás del ‘cargo’. La obliga a suspender su vida y hasta reprimir sus sentimientos. Qué tortura.

Cada vez somos más las mujeres que pensamos primero en nosotras y luego en el qué dirán. Somos cada vez más las que no necesitamos que alguien nos mantenga y nos rehusamos a dejar de trabajar por él. Ser ‘noble y distinguida’ solo porque la mayoría de un país eligió a su esposo como presidente de la República es retrógrado.

Me encantaría ver una primera dama seguir con su vida luego de unas elecciones. ¿Qué pasará cuando tengamos una presidenta? ¿Su esposo dejará de trabajar para tomar el té y hacer ayuda social? Lo más seguro es que la acompañe a los eventos oficiales y punto. ¿Y si no hay pareja? Esa figura ya está trayendo muchos problemas en Latinoamérica: miremos si no a Chile, México, Argentina. ¿Cómo hacemos para desterrar a la primera dama?

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