Marruecos, uno de los destinos favoritos del mundo oriental - 1
Marruecos, uno de los destinos favoritos del mundo oriental - 1
Redacción EC

Julio Escalante Rojas

Desde el mirador Le Grand Balcon del Café Glacier se puede apreciar cómo cae la tarde sobre la plaza Jemaa el Fna, el corazón de Marrakech. Se ve a cientos de personas que transitan en una mezcolanza cultural —unos con chilabas (túnicas), otros con polos manga corta), a toldos encendidos bajo los cuales reposan los vendedores de la zona, a los feligreses que suelen rezar cinco veces al día en el lugar y a la mezquita Kutubía de fondo, imperturbable e imponente con su torre de casi 70 metros.

Por un consumo mínimo —basta pedir una gaseosa o una botella de agua que se paga por adelantado— uno puede ocupar una mesa en la terraza amplia y disfrutar de la vista perfecta para una foto de postal. Las fotografías más difundidas de esta plaza (denominada Patrimonio Cultural según la Unesco) son desde este ángulo. Por las noches el panorama es aun mejor: la plaza parece iluminada por llamas vivas e incandescentes.

COSTUMBRES MARROQUÍES

El centro de la plaza es tomado cada noche por un grupo de vendedores de comida ambulante, que tres o cuatro horas antes ha llegado para colocar mesas largas, bancas de madera y armar tiendas para atraer a los turistas. El vapor de las ollas calientes mezclado con los focos amarillos y los fluorescentes dan la impresión de un incendio si se ve desde el Café Glacier, el Café Argana o desde otros tantos balcones que rodean este espacio. Es común que las personas lleguen a este gran mirador desde la tarde y se queden aquí observando como los comerciantes transforman el lugar y como el ambiente va creciendo.

La plaza Jemaa el Fna fascina como una expedición de Indiana Jones. Hay encantadores de serpientes y cobras que hipnotizan a estos reptiles con la música de sus flautas. Hay viejos músicos que asoman como sobrevivientes de un batallón milenario. Hay monos que abrazan y sonríen a quien quiera tomarse un ‘selfie’ con ellos. También hay vendedores de sopa de caracol, perfumes y pócimas que curan dolores físicos y del alma; así como comerciantes de pañuelos, especies y joyas de fantasía que se le acercan apenas los mire. Son cerca de cien tiendas que abren de 9 a.m. a 7 p.m., a excepción de los viernes, cuando no hay atención por las mañanas.

Comer en estos puestos ambulantes es parte importante del viaje. En un plato no se gastará más de 50 dirhams (menos de US$5). Lo más típico que se puede pedir aquí es el cuscús, un guiso de carnes de cordero o pollo que se sirve con sémola de trigo. Se considera el plato principal de los viernes.

También la plaza Jemaa el Fna es la puerta de entrada al mayor zoco (mercadillo) de Marrakech, un laberinto de comercio por el que transitan personas con cámaras fotográficas y motocicletas que van a toda velocidad. Hay divisiones de acuerdo a los productos en venta: vestimenta, lámparas, muebles, artesanías, etc. Éste es un lugar perfecto para que uno ponga a prueba sus habilidades para regatear. Debe ir con la idea de nunca aceptar el primer precio que suelte el vendedor. Aquí se habla francés y árabe, pero por la cercanía con España y la visita permanente de turistas, el castellano es también un idioma para las transacciones o para preguntar por una dirección. Para saciar el hambre encontrará puestos de jugo de naranja y panaderías. Los postres y los panes dulces son deliciosos.

La mezquita Kutubía, una de las más importantes del mundo islámico, es otro paradero imperdible para las fotos. No es posible verla por dentro salvo que se sea musulmán, pero afuera hay una zona rodeada de jardines enrejados, donde grupos de niños suelen jugar improvisados partidos con camisetas de Messi o Ronaldo.

Algo que sorprende de Marrakech es que todo está pintado de un mismo color. No hay una casa azul, blanca o amarilla. Se le llama la ciudad roja porque todas las fachadas son de un intenso color ocre, el color del desierto. En la Medina o la ciudad vieja, que es donde está la plaza Jemaa el Fna y antiguos palacios reales, hay zonas que están divididas por muros y portones que hay que cruzar caminando o en auto. Aunque en una larga jornada se puede pasear por las calles a pie, también se puede dar un paseo en un carruaje jalado por caballos.

LA ZONA DE DIVERSIÓN

La Medina tiene reglas inquebrantables: en ninguna parte se vende o se sirve licor. Para visitar bares y restaurantes donde sirvan cocteles hay que ir al barrio de Gueliz, la ciudad nueva, en la que residen muchos extranjeros y hay centros comerciales, tiendas con ropa de diseño y franquicias occidentales de comida. Allí, el Bo-Zin es uno de los lounge de moda. Ofrece champanes franceses y cocteles con insumos de la zona.

A veinte minutos del centro, en automóvil, está la Palmeral, una zona de resorts de lujo donde, claro, abundan las palmeras pero también hay pastores y camellos. Aquí los turistas se montan sobre las jorobas de los animales típicos de los desiertos árabes. Otro ambiente dedicado al relax es la Plage Rouge, una enorme piscina a las afueras de la ciudad donde la gente va a tomar sol y se toca música electrónica. También se le conoce como la Ibiza de Marrakech. Así queda descubierto que en la ciudad marroquí se mezcla en armonía lo oriental y lo occidental.

GUÍA DEL VIAJERO

¿Cómo llegar? Puede viajar vía conexión hacia Madrid. El vuelo desde allí toma dos horas a Casablanca, en Marruecos, un ‘hub’ para aviones que se movilizan por África. Desde allí, toma 40 minutos en otro vuelo llegar a Marrakech. Desde: US$891 (a Madrid) y US$80 (Madrid-Marrakech). www. iberia.com / www.royalairmaroc.com

¿Dónde hospedarse? Están los riads, que son típicas casas con jardín interior y piscina. Debe reservar con anticipación porque son los más demandos por los turistas que buscan el lado exótico de la ciudad. Además hay hoteles de todo precio, desde lujosos resorts hasta hostels. Desde: 55 euros.

¿Cómo transportarse? Tome taxi. El precio en promedio dentro de la ciudad va de 30 a 50 dirhams. Hacia la Palmeral puede costar 100 dirhams. Excursiones: Desde Marrakech puede llegar a la ciudad de Essaouira, conocida como La Perla del Atlántico. También es posible trasladare a la cordillera del Atlas y al desierto del Sahara. Consulte: www.disfrutamarrakech.com

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