Por Chino Albertoni
Ubicada en el corazón del Valle de Aburrá, sobre la cordillera central andina, en la zona paisa, Medellín es la ciudad de Colombia que más ha crecido turísticamente. La combinación de una buena oferta gastronómica, espacios culturales, paisajes encantadores y locales de diversión nocturna la convierten en un destino ineludible.
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Empieza con un desayuno al estilo colombiano, con arepas y buen café. El barrio de El Poblado tiene buenas opciones. Una de ellas es Pergamino, distinguida como la mejor tienda de café del mundo en los reconocidos Sprudgie Awards. Muy cerca se encuentra Amoretti, un lugar apacible que sirve jamones, arequipes, postres, comida mediterránea y buenos cafés.
Cultura y buen comer
Después hay que montarse al moderno Metro. Desde El Poblado son menos de diez minutos hasta la estación Berrio, donde debes bajarte para pasear por la Plaza Botero. Inaugurada en el 2002, exhibe al aire libre 23 esculturas del genial Fernando Botero, cuyas obras se destacan por una exacerbación de los volúmenes de los cuerpos. Enfrente se levanta el antiguo y esplendoroso Palacio Municipal, sede del Museo de Antioquia. Sus colecciones permanentes son asombrosas, en especial las salas Colonial y Republicana.
(Foto: Elías Alfageme)
A la hora del almuerzo, el restaurante La Hacienda, a pocas cuadras de la plaza, es ideal para comer chicharrones. Sus postres son pura dulzura, en especial el bocadillo con leche y las minitartaletas de arequipe. Desde allí, con el Metro, ve hacia el cerro Nutibara, una alta colina en cuya cima se encuentra el Pueblito Paisa, una alegoría de los pueblos de la región de inicios del siglo XX. Hay miradores que ofrecen vistas de las laderas de la ciudad y un lugar perfecto para saborear una picada de carne de res, cerdo, chicharrón, patacón y tomate: La Fonda del Pueblo.
(Foto: Elías Alfageme)
El cierre de la noche
Medellín suele caracterizarse por su rumba. La ciudad tiene decenas de locales para bailar al ritmo de la salsa hasta la madrugada. El mejor lugar es el Tíbiri, un sótano ubicado en la Carrera 70 en el que suenan los clásicos de la salsa brava y se toma el típico canelazo, que se prepara con una medida de ron colombiano, azúcar, limón y un toque de canela rallada. Pero también hay fiesta de la buena en Son Havana, ubicado en las Carrera 73 y en donde suenan la charanga, el guaguancó y otros ritmos afroantillanos.