8 razones poderosas para participar de la marcha “Ni Una Menos” - 1
8 razones poderosas para participar de la marcha “Ni Una Menos” - 1

En lo que va de este año, 54 peruanas han perdido la vida solo por el hecho de ser mujeres: porque no quisieron besar a un compañero de la universidad, porque se negaron a acostarse con un esposo que las golpeaba, porque uno de sus hermanos sintió que estaba deshonrando a la familia. Aún si dejáramos de contar hoy, eso significaría que durante todo el 2016 ha muerto una mujer a la semana por la única razón de haber nacido mujer. Lo repito: Una mujer a la semana. Este mes, en la “privacidad” de un grupo cerrado de Facebook -en las redes sociales no existe nada parecido a la privacidad, y eso no está mal ni está bien, es-, cientos de peruanas han compartido testimonios escalofriantes sobre el abuso que sufren o han sufrido.

Hoy, abrimos un paréntesis en nuestra programación habitual de moda, belleza, nutrición, para reflexionar en torno a este horror que compartimos. El horror de saber que a nuestras primas, vecinas, colegas, alguien las ha violentado en la calle, metido la mano en el bus, tocado a la fuerza en una iglesia, dejado inconscientes en su propia cama. Y ese espanto no tiene otra consecuencia humana que un enojo colectivo que se traduce en marchas multitudinarias, llamados de justicia al Congreso, apanados mediáticos, boicots a las empresas machistas.

La ira es una emoción negativa y dañina, pero, argumenta la brillante filósofa Martha Nussbaum, “la gente tiende a pensar que el enojo es necesario en la búsqueda de la justicia. Las personas que no se enojan cuando se les perjudica parecen raras, carentes de carácter y de respeto por sí mismas”. Es humano enojarse ante la injusticia y el abuso. Y es necesario y solidario hacerlo respecto al sufrimiento ajeno. Pero entre la indignación y la amargura, entre la retribución y la venganza existe una delgada línea.

La filósofa -quien también ha declarado que un profesor la tocó de manera inapropiada- sostiene que es una mágica fantasía creer que el enojo va a reparar el daño causado. ¿Hay una alternativa mejor, más efectiva? Nussbaum propone, según la periodista Rachel Aviv, un “enojo de transición”, o una emoción reactiva. Es decir, una cólera inicial y poderosa que nos permita romper con el causante del abuso, protestar sin exigir venganza. Solo así podremos marchar con optimismo, recuperar la esperanza de que no todo está perdido. Solo así, cuando entendamos que la rabia no es sino un primer estadío o, mejor, el disparo de salida del largo camino hacia el cambio, estaremos listas para poner manos a la obra y ganar, por fin, esta batalla.

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