Luego de un día largo en la oficina, ¿no se te antoja una cerveza?. Cuando te juntas con tus amigas, ¿no suele aparecer una copa de vino? El alcohol es inevitablemente parte de nuestra vida y hay que aprender a vivir con él sin excedernos.
Sin embargo, pasarnos un poco de copas no es extraño en ocasiones. Son en esos momentos cuando el licor puede dejar de ser un incentivo para divertirse a un terrible acompañante que traerá consecuencias al día siguiente.
Estos son siete razones por las cuales beber no siempre es la mejor opción.
1. La resaca al día siguiente es horrible
No hay mejor motivación para beber con tranquilidad que evitar la resaca la mañana siguiente. Nadie disfruta del dolor de cabeza, el malestar estomacal, la náusea y los mareos que el alcohol trae como consecuencia de una noche descontrolada. Si hay una manera de escapar de ella, ese es el camino a elegir.
2. No podemos resistirnos
Reunirse a tomar unos tragos es también una cuestión de voluntad. Si lo que queremos es una noche tranquila sin contratiempos, hay que beber inteligentemente midiéndose en la cantidad y eligiendo bebidas que sepamos no nos caerán mal. Aunque a veces es difícil resistirse a la tentación de un shot de tequila en buena compañía.
3. Las sorpresas no suelen ser agradables
Estar fuera de nuestros cinco sentidos luego de beber puede ser un detonante para dejar salir los sentimientos más íntimos o convertirnos en boxeadoras en medio del bar. Los problemas llegan al otro día cuando encontramos los mensajes confesándole amor al ex o enterarnos que nuestra amiga no nos quiere volver a hablar porque la ofendimos con un comentario desatinado.
4. La tarjeta termina pagando las consecuencias
La noche está tan entretenida que no dudamos en pasar la tarjeta para pagar cada vez más bebidas, especialmente ahora que llegó la “grati”. Es al momento de revisar los consumos realizados cuando caemos en la cuenta de que gastamos más de lo esperado en esa salida y el presupuesto mensual se fue por la borda.
5. Salen a relucir las “habilidades” en la pista de baile
El baile nunca fue nuestro mejor amigo pese a que innumerables veces intentamos seguir el ritmo sin éxito. Sin embargo, al beber, las inhibiciones son dejadas de lado y nos aventuramos a bailar “El Taxi” en medio de la pista. El problema vendrá al otro día, cuando todos los contactos en Facebook vean las fotos y no podamos con la vergüenza.
6. Llega un momento en que ya no es divertido
Cuando los amigos terminan convirtiéndose en guardianes, la situación pasó a ser un problema. Aunque en nuestra mente la estemos pasando increíble, nuestro estado termina por arruinar la diversión a los demás y cada vez tendrán menos ganas de acompañarnos.
7. Nos duele todo y no sabemos la razón
Damos el primer paso fuera de la cama y sentimos un horrible dolor en la pierna pero no estamos seguras de cómo pasó. Luego vuelve a la cabeza el momento en que tropezamos y caímos, aunque no consideramos que fuera tan grave como para terminar así. Al beber se debe pensar en la seguridad antes que nada porque podría ocurrir algo peor que un simple moretón.