1. Bolos: Junta seis botellas de plástico del mismo tamaño y llénalas parcialmente con agua de mar. Colócalas cerca a la arena más compacta. Con ayuda de una pelota, derriben las botellas por turnos. Gana quien más botellas haya tumbado. Eso sí, no olvides botarlas en el tacho de basura más próximo. De preferencia, sepáralas para reciclar.
2. Saltos: Haz una marca con ayuda de un palito o conchitas. Aquí será la partida. Por turnos cada jugador debe superar la marca del anterior participante. Quien salte más lejos, gana. No importa si se caen, pues no se harán daño en la arena.
3. Castillo de arena: Este juego es un clásico para los más pequeños. Con ayuda de baldes pequeños o moldes de plástico, ayúdalos a construir un hermoso edificio o una pequeña piscina en donde podrán vivir por unas horas. Asegúrate de que no les caiga el sol directamente.
4. Buscar tesoros: Recolecten conchitas, piedras de colores o con formas diversas o pequeños crustáceos. Gana el que encontró más. Este juego también es un buen pretexto para hacer ejercicio físico. Al llegar a casa, pueden lavar los tesoros hallados y hacer manualidades.
5. Enterrar a la momia: Hagan un surco suficientemente hondo para que quepa la «víctima». Con la arena sobrante cúbranla con la forma de un sarcófago dejándole libre la cabeza para que respire. Pueden decorar a la «momia» con conchitas o piedritas alrededor.
6. Frisbee, paleta o pelota: son juegos divertidos para los más grandes. Conformen equipos mixtos entre adultos y jóvenes. Es un buen pretexto para hacer actividad física y fortalecer la relación.
7. Leer: ideal para reposar bajo la sombrilla. También par a aquellos niños que no les gusta «ensuciarse» en la arena. Pon un pareo y léeles las historias que más les gustan. Averigua en tu librería favorita sobre libros acuáticos, hechos para que no se dañen si les cae agua o arena.