Por Rosa Chávez
Un hombre de cabello blanco, lentes de monturas de carey, terno gris y corbata de moño marrón con bolas blancas aparece sentado en medio de una boutique de zapatos. Mirando al camarógrafo dice: «Con un zapato bajo debes esforzarte en parecer bonita y sensual. Te pones tacones y automáticamente todo está bien». El curioso personaje es Manolo Blahnik, uno de los gurús del diseño de tacones, declarando para el documental «God save my shoes». Blahnik es a los tacones lo que Einstein es a la Física. ¿Pero hay que confiar en él por ello? ¿Debemos creerle cuando dice que «todo» está bien?
PIES EN LA TIERRA
Las mujeres que a diario caen rendidas ante la gracia de los tacones de seguro han oído hablar sobre las razones de su éxito. Se dice que alargan las piernas, estilizan la figura, curvan la postura e incluso mejoran el desempeño sexual. Sobre lo último, María Cerruto, uróloga italiana, realizó un estudio donde reveló que las mujeres que a menudo usan tacones fortalecen los músculos pélvicos y promueven su fuerza y capacidad de contracción, funciones cruciales al momento de mantener relaciones sexuales. Nadie discute que cuando calzamos un par de tacones lucimos más sexys y atractivas e incluso podemos sentirnos más sanas. ¿Cómo no usarlos, entonces?
Sin embargo, nuestra conquista de las alturas puede devenir en una caída, incluso intelectual. En el 2008, la ex Spice Girl Victoria Beckham, declaró para la BBC que no va al gimnasio porque usar zapatillas le impide pensar con claridad. ¿Qué es lo que ocurre con aquellas mujeres que como Victoria dicen sentirse «raras» al no llevar tacones?
Agni Trujillo, médico rehabilitador del Instituto del Pie, tiene una respuesta. Ella dice que esos son casos de desplazamiento del centro de gravedad cerebral: «La mujer acostumbrada al empleo de tacones ha movido su centro gravitacional hacia adelante; por ello cuando se coloca zapatos chatos, experimenta una especie de confusión que le impide sentirse tranquila». Para evitar este tipo de trastornos, Trujillo recomienda diferenciar el calzado de ocasión del calzado de rutina: «Si usamos tacones a diario estos deben tener cinco centímetros de alto como máximo y ser tan anchos como para mantenernos firmes en el piso».