Lamentablemente, los gatos en estado de abandono están expuestos a varios peligros. Según la organización animalista Fundación Affinity, es difícil que un gato feral llegue a vivir más de 10 años de edad, “ya que se encuentra habitualmente sin protección ante enfermedades, inclemencias del tiempo o escasez de alimentos”.
Y no solo eso: los gatos ferales (como se le conoce a los ‘gatos callejeros’) también están expuestos a quedarse atrapados en algún espacio cerrado o de difícil acceso. En ese contexto, aparece Mish, una organización que rescata, rehabilita y pone en adopción gatos de todas las edades; y que, además, rescata animales atrapados y heridos.
“Normalmente, estos casos son muy complejos y por eso nadie quiere tomarlos. Pero nosotras intentamos acudir siempre al llamado”, explica Olga Martiniere, una de las fundadoras de la organización.
En base a su experiencia, lo primordial es conservar la calma ante cualquier rescate. “Apurarse, improvisar, hacer bulla o irrumpir de forma muy vehemente, puede causar nerviosismo en el animal y terminar complicando todo. Siempre es recomendable pedir ayuda a algún rescatista de forma presencial o al menos virtual”, recomienda.
Lo más difícil, señala, es que en el Perú no existe un servicio de rescate animal avalado por una municipalidad o por el Estado, lo que complica el poder salvar la vida de cualquier mascota.
“Normalmente necesitamos escaleras telescópicas o la ayuda de un rotomartillo y nos la pasamos llamando a los bomberos, pero nunca tenemos suerte y terminamos resolviendo el rescate como podemos”, cuenta.
Un hogar seguro
Para Mish, los dueños de gatos deben asegurarse de que sus engreídos vivan en un ambiente seguro, ya que estos felinos están expuestos a cientos de accidentes. Por eso, no deberían dejarlos salir solos a la calle.
“Los gatos son animales domésticos y la calle no es un lugar seguro para ellos: al salir no sabrán defenderse ni buscar alimento si se desorientan o pierden”, recalca. Lo que sí deben hacer los dueños es proporcionar a sus hijos de ‘cuatro patas’ un ambiente seguro.
“Un hogar seguro debe contar con mallas. Decir ‘no abrimos las ventanas’ o que ‘abrimos apenitas’ es contribuir a la posibilidad de que ocurra un accidente porque los gatos son animales infinitamente curiosos e inteligentes y siempre encontrarán la forma de abrirlas”, señala Martiniere.
La especialista también sugiere contar con mallas en los primeros pisos. “Las mallas evitan accidentes, caídas que terminan en fracturas graves o, incluso, la muerte. Los pisos bajos también deben contar con estas para evitar envenenamientos, ataques de perros, contagio de enfermedades, etc.”, agrega.
Además, sugiere revisar al máximo el inmueble y prestar especial cuidado a todos los espacios en los que la mascota podría herirse.
“Un hogar seguro tiene mallas, no deja acceso a techo, tragaluz, balcones o ductos. Los gatos suelen querer explorarlo todo y cualquiera de estos puede convertirse en una trampa mortal. Hemos sacado gatos de lugares que nadie se imaginaría como debajo del piso de la cocina, el ducto del baño, etc.”, enfatiza.
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