La idea de adoptar a una animal desamparado puede ser romántica y a la vez intimidante. Mitos que tachan a esta población como animales agresivos, enfermos, sucios o feos terminan siendo el argumento que arrebata la oportunidad de muchos animalitos en espera de un hogar.
Afortunadamente Tiana no corrió esta suerte.
En julio de este año Marco Canessa y su esposa Delia Velarde viajaron a Lima y durante un almuerzo familiar, ella mencionó que deseaba comprarle un perrito a sus dos hijos. Una prima les sugirió adoptar y se ofreció a buscar opciones. Ellos estaban por pasar los próximos siete días en el extranjero y le dieron ese plazo para encontrar a un perro de tamaño mediano. De ubicarlo, lo llevarían a Trujillo, donde ellos viven.
Al regresar, la prima les presentó a Gutty, un Cocker Spaniel de 9 meses que, según las versiones del momento, corría el riesgo de ser sacrificado pues los dueños no podían tenerlo más. Marco y Delia decidieron adoptarlo y volvieron a casa con mascota nueva, a quien rebautizaron como Don Vito.
Lamentablemente, las cosas no salieron como esperaban. El perro no se adaptó bien a Gianluca y Massimo, de 7 y 3 años de edad, y se optó por buscarle un nuevo hogar. La dulzura del animal conquistó rápidamente a un joven trujillano que, hasta hoy, cuida bien de él. Pero los Canessa, particularmente Delia, ya habían quedado enganchados con la idea del perro.
Haber adoptado a Don Vito sensibilizó a Delia con el tema de adopciones. Se afilió a varias páginas de Facebook dedicadas a rescatar animales y fue así como, un día, vio que se solicitaba ayuda para ayudar a una cachorrita que había sido hallada en un basural en La Esperanza, un distrito al noroeste de Trujillo.
“En la foto salía con su patita vendada pues estaba con suero. Con apenas un mes de edad la cachorra fue llevada a un veterinario y descubrieron que tenía 6 de hemoglobina, harta pulga y erliquia, una enfermedad transmitida por la garrapata. Ni siquiera podía hacer sus necesidades”, recuerda Delia.
Los Canessa Velarde decidieron apoyar con el tratamiento de esta perrita de raza mestiza, hasta que un mes más tarde, un 10 en hemoglobina fue la señal que esperaban para llevarla a casa.
“¡Fue el lunes 29 de setiembre! Ese día recogimos a Tiana del consultorio, le compramos camita, comida y juguetes, y la llevamos a casa”, comenta Delia.
Esta vez sí hubo química entre sus hijos y Tiana. Gianluca, el mayor y que solía ser asquiento y temeroso, se enamoró a primera vista.
“Ella es como mi hermanita. Es chiquita y no muerde tanto. Corre mucho, pero no se escapa y tampoco gruñe. Me gusta su color y sus ojos y me encanta pasearla en el parque. Mi mamá dice que la hemos a adoptado y me parece bien porque así no gastas plata y además, ella hubiera tenido una peor vida si nadie la quería, aquí le damos una buena vida”, dice Gianluca.
Consciencia en provincia
A raíz de Tiana, Delia ha hecho muchos contactos con organizaciones animalistas y albergues. Una de las personas que ha conocido es Ronald Castro, un adiestrador que lleva 18 años trabajando con perros.
Él, además de educar familias y entrenar perros, se ha aliado con la organización Misión Rescate para empezar a dictar cursos dirigidos a familias adoptantes.
“Muchas de las devoluciones se deben a que el perro no responde bien, entonces el 2 de enero empezamos un curso para perros de raza aleatoria. El perro no es el único que debemos educar, también a los dueños”, dice Castro, agregando que quienes tengan perros adoptados de albergues, tendrán un descuento.
Según este profesional, en Trujillo el tema de la adopción de mascotas es bastante fuerte.
“Lima se ha quedado en las campañas de vacunación y aún hay mucho énfasis en los perros de raza. En Trujillo hacemos muchos eventos para todo tipo de perro en donde brindamos todos los servicios, desde vacunación, veterinaria y esterilización hasta educación, nutrición, crianza responsable y adopción. Hay muchas barreras que romper”, agrega Castro.
Para el mismo Marco no fue tan fácil como Delia quebrar la costumbre de comprar perro.
“Al principio Tiana me parecía horrible, yo le decía vampirata, era bien feita. Delia me quería convencer de que se parecía a un Schnauzer, pero yo nada. Ahora la veo tan linda, es mi hijita. Poco a poco me ha ganado, es la única que me recibe panza arriba cuando regreso del trabajo”, dice Marco entre risas.
“Yo siempre quise adoptar, pero nunca me atrevía”, agrega Delia. “El concepto de adquirir una mascota ha cambiado para nosotros, ahora miramos más desde el corazón y no desde los ojos. Estos perritos son tan agradecidos, además de ser una terapia, lo descubrí con Don Vito y lo reafirmo con Tiana. Ponen tu mente en blanco y ayudan mucho para la salud pues generan muchos sentimientos de amor. Siendo mamá de dos niños siempre hay altos y bajos en casa, pero el perro siempre esta ahí moviendo la cola, con ella no hay momento de tristeza”.