¿Por qué cuidar la salud infantil ayuda al desarrollo económico?
Recientemente, la doctora Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo que la salud es una condición previa para el desarrollo, que la salud misma se beneficia del desarrollo y que la salud pública debe mover su centro de atención de la cura a la prevención.
Nada más cierto que eso, y lo repetimos y lo escuchamos constantemente por calles y plazas: sin salud no hay desarrollo económico de una nación, y sin desarrollo económico de un país no hay buena salud para sus pobladores.
Esto es tan cierto que el prestigioso Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, considera a la salud pública uno de los pilares del desarrollo económico de las naciones.
En la edición 44 del foro de este año, por ejemplo, se dedicaron nada menos que 25 sesiones al rubro de la salud. En una de ellas, Health is Wealth (Salud es Riqueza), se concluyó que el sector público y el privado deben ponerse de acuerdo para combatir las enfermedades crónicas o de la vida moderna (cáncer, diabetes y males del corazón) poniendo énfasis en una de sus raíces: la nutrición de los niños.
De otro modo, dicen, no habrá dinero que les alcance en el futuro para tratar la avalancha de enfermedades crónicas que se van a presentar.
EL GRUESO FUTURO
Puede decirse, entonces, que el control de las enfermedades crónicas o de la vida moderna es un asunto de economía elemental, un asunto de desarrollo del país. Si queremos tener un país pujante y en desarrollo y que siga gozando de crecimiento económico, tenemos que hacer todo lo posible para evitar que nuestros niños se vuelvan obesos y tengan una muerte prematura de aquí a 30 o 40 años, cuando lleguen a la flor de su vida familiar y productiva.
En estos días, el Perú se encuentra en ese punto crucial que señalan los expertos de Davos: en el momento en que el sector público y el privado deben ponerse de acuerdo para decidir el tipo de alimentos que merecen los niños del país. En estos días se discute el reglamento de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes (30021).
Idealmente, ese acuerdo entre los sectores público y privado debería estar primordialmente centrado en la salud y el bienestar de los niños, debería tener como única bandera la salud pública y debería tener como objetivo final la prevención de las enfermedades que frenarán el desarrollo económico del Perú en el futuro.
En ese acuerdo ideal, el sector privado debería reflexionar que es más conveniente pensar en ganancias a largo plazo que a corto plazo y que debería también tener como bandera la salud de los niños, porque el búmeran que representa la enfermedad que originen sus productos en el futuro regresará a hacerles daño cuando el país frene su desarrollo.
UNA LEY POLÉMICA
Ellos deben verse en el espejo de México, cuyo presidente, agobiado por los índices de obesidad y diabetes más altos del mundo, acaba de firmar una ley que prohíbe la publicidad en radio y televisión de comida chatarra y bebidas gaseosas en horarios infantiles, y aumenta significativamente los impuestos a esos productos.
Pero las cosas en el Perú están lejos de ese ideal de acuerdo.
El 10 de mayo del 2013, el presidente Humala firmó la Ley 30021, que como toda norma debe ser reglamentada para que su espíritu pueda cumplirse.
Después de un año de debate, el reglamento se publicó el pasado 24 de abril. Y la verdad es que ese documento ni está centrado en la salud y el bienestar de los niños, ni tiene como bandera la salud pública, ni mucho menos tiene como objetivo final la prevención de las enfermedades que frenarán el desarrollo económico del Perú en el futuro.
El asunto es que la ley firmada el año pasado dispone claramente que la definición de lo que se considere un alimento no saludable (por su alto contenido de azúcar, grasas saturadas, sal y grasas trans) debe estar basada en lo que diga la OMS, a través de su oficina para las Américas, o sea la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Pero el recientemente publicado reglamento ignora esa disposición de la ley, no toma en cuenta las recomendaciones de la OMS/OPS y define lo que es un alimento no saludable de tal manera que muchos alimentos considerados no saludables por la OMS/OPS sí serían saludables si se aprueba el reglamento peruano.
Al darse cuenta de esa incongruencia, el pasado 26 de junio, el presidente de la Comisión de Salud y Población del Congreso solicitó una opinión técnica sobre el mencionado reglamento a la OMS/OPS. En su respuesta del 17 de julio, el director del Departamento de Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental de la OPS le dice claramente que las definiciones de alimentos no saludables del reglamento deberían observar las de la OMS/OPS.
¿Pero qué significa esto para usted y sus hijos, amable lector? ¿Por qué es tan importante que la definición de lo que es un alimento no saludable sea la de la OMS/OPS y no la del reglamento? La razón es que el reglamento aprobado por el Ministerio de Salud (Minsa) coloca la valla de lo que se considera no saludable (por su alto contenido de grasas saturadas, azúcar y sal) a un nivel mucho más alto que el de la OMS/OPS, lo que, como dijimos, hará que la gran mayoría de alimentos considerados no saludables para la OMS/OPS sí lo sean para el Minsa.
Esto indudablemente se hace con la finalidad de evitar, como manda al artículo 10 de la Ley 30021, que los productos de comida chatarra y bebidas azucaradas no saludables se vean obligados a poner una etiqueta de advertencia al consumidor.
Al respecto, estoy seguro de que usted señor, señora, pensaría dos veces en dar una bolsita de papitas fritas a su niño si lee en el envase una advertencia de que ese producto contiene mucha grasa, o en dar una lata de gaseosa que muestre una advertencia de que tiene mucha azúcar o comprarle un queque que cuente con una advertencia de que tiene mucha grasa saturada y azúcar.
Estoy seguro de que al leer esas advertencias en los productos, usted buscaría alternativas más saludables para sus hijos.
Gracias a ese truco de elevar los límites de lo que es una comida no saludable, el reglamento permite que el 90% de la comida chatarra y las bebidas azucaradas se siga vendiendo como si nada hubiera pasado, es decir “le sacaron la vuelta a la ley”.
ERRORES POR CORREGIR
La gran pregunta es: ¿Cómo ha permitido el Minsa que se elabore un reglamento que ignora las recomendaciones de la OMS/OPS y acepta las de la industria de la comida chatarra y las bebidas azucaradas no saludables? La Sociedad Nacional de Industrias le dijo al Minsa el año pasado que “le preocupaba” que se tomen en cuenta las definiciones de productos no saludables de la OMS/OPS por considerar que “carecían de valor oficial”. Parece que el Minsa ha tomado muy en cuenta esa “preocupación” de la industria.
Otra pregunta es: ¿Dejará el presidente de la Comisión de Salud del Congreso que el futuro de los niños del Perú esté encaminado a la obesidad?
Y, por último, la gran pregunta es: ¿Dejará el presidente Humala que su tan publicitada Ley 30021 sea usada para causar más daño que bien a los niños del Perú y le presenten para su firma un decreto supremo que apruebe un reglamento que contradiga a su propia norma?
Hay tiempo todavía para que el reglamento de la Ley 30021 tome en cuenta la definición de alimento no saludable de la OMS/OPS. Eso permitirá, tal como lo predicen los expertos de Davos, que se labre un futuro más saludable para nuestros niños y logremos un desarrollo económico más brillante para el futuro del Perú.
No debemos llegar al extremo de México para actuar. El momento de acción es ahora.