Jupp Heynckes reemplazó a Ancelotti en el banco del Bayern Múnich. En su regreso, el técnico llevó al equipo bávaro a ganar la Bundesliga. Ahora, busca la Champions League. (Foto: AFP)
Jupp Heynckes reemplazó a Ancelotti en el banco del Bayern Múnich. En su regreso, el técnico llevó al equipo bávaro a ganar la Bundesliga. Ahora, busca la Champions League. (Foto: AFP)
Guillermo Oshiro Uchima

La historia de es por demás curiosa. En 1998 le devolvió la al Real Madrid después de 32 años y a los pocos meses fue cesado por la patológica necesidad resultadista instalada en el ADN de los merengues (marchaba cuarto en la Liga). Luego, en el 2013 levantó la Orejona y terminó con las 12 temporadas de sequía europea del , pero ni el histórico primer y único triplete bávaro –ya había conquistado la Bundesliga y la Copa de Alemania– le hizo cambiar de parecer porque no se lo permitieron. Había anunciado su retiro y abierto inmediatamente las puertas de Säbener Strasse para que Pep Guardiola lo reemplazara, algo que los directivos apuraron incluso cinco meses antes de finalizar su obra maestra. Después de los dos momentos cumbres de su carrera como entrenador –vestido de corto ganó el Mundial Alemania 74 y la Eurocopa 72, y es el tercer máximo goleador de la liga teutona– fue un desempleado más, con tiempo para disfrutar de la familia y también del anonimato fuera de su país.

Como si ese sublime ‘déjà vu’ lo persiguiese nuevamente, el nacido en Moenchengladbach podría regresar a sus cuarteles de invierno como las dos veces anteriores: con los bolsillos llenos de gloria. A punto de cumplir 73 años –el 9 de mayo–, Heynckes aceptó el encargo del club muniqués en octubre pasado, cuando el italiano Carlo Ancelotti fue despedido por la apatía que amenazaba al fútbol del Bayern. La condición era que su nuevo contrato duraría solo hasta el final de la temporada, como si se tratase de un cachuelo para matar el tiempo. Pero ya con su cuarto Meisterschale conquistado, el ‘abuelo’ –es el más veterano en dirigir en los principales campeonatos del Viejo Continente– vuelve a recorrer los mismos caminos que lo llevaron al éxito que se tradujo en el mágico triplete. Está a un par de pasos en la copa casera, y en la Champions hoy, ante Sevilla, podría firmar su presencia entre los cuatro semifinalistas.

“Este equipo es mejor que el del triplete”, advierte Jupp con elementos de sobra para justificarlo. Su versión 2013 era muchísimo más vertical, con velocidad para desdoblarse en ataque, con una defensa sólida, con el equilibrio que caracteriza a los cuadros teutones. Hoy cuenta con un plantel más versátil, apuesta por un once con evidentes rasgos que denotan el paso de Pep Guardiola. Tiene más posesión, circula más el balón con paciencia y tiene jugadores con distintas características que le aportan muchísimas variantes, sobre todo en ataque. Es un once más preciosista, elegante si se quiere, aunque no deja de tener ese golpe nocaut de todo equipo grande, pesado.

Pese a su capacidad de conducción para mantener al tope de sus posibilidades a los jugadores y a su estupenda foja de servicios, Heynckes sigue lejos de los focos mediáticos. Es casi un personaje desconocido fuera de sus fronteras. Apodado Osram porque se enciende como un foco rojo bajo estrés, el técnico germano pasa desapercibido, no recibe todo el crédito de sus logros.

Hace unos días, poco después de conquistar la Bundesliga, contó que en el hotel de Múnich donde vive se topó con un matrimonio en el ascensor. La mujer, al verlo con una bolsa del Bayern, le preguntó si era fanático del club bávaro. Jupp sonrió. Le dijo que era muy fan. “Eso es algo que te hace volver a tocar los pies en el suelo”, comentó el veterano entrenador que a menudo debe poner en práctica esa enseñanza.

Aunque toque el cielo y la gloria con sus manos, el eterno reconocimiento le parece esquivo a Heynckes. Su Bayern galopa otra vez con un horizonte definido y sin que nada lo detenga. Pero en un par de meses él nuevamente se encontrará sin trabajo. Por eso disfruta solo el presente.

Contenido sugerido

Contenido GEC