Impresa en las páginas de gloria de Alianza Lima existe un capítulo de 17 años que, como toda historia, tiene el drama que no escapa a los grandes personajes. El 4 de junio de 1908, un día como hoy hace 111 años, don Alejandro Villanueva, ‘El Maestro’, ‘Manguera’ o la figura eterna de Alianza Lima, nació.
Llegó a Alianza Lima en 1927, justo en el mismo año en que el cuadro se mudaba a La Victoria, con apenas 18 años para reemplazar al goleador Guillermo Rivero. Dejó de ser ‘Escalera’, como lo llamaban en sus calles del Rímac por sus 1,95 metros de estatura, para ser ‘Manguera’. En enero de 1927, hizo su debut y Alianza ganó a un ídolo.
De inmediato, se hizo con el puesto gracias a su juego inteligente. “Maestro del pase, entre tus pies, el balón esclavo tuyo es”, le cantó el otro maestro, Felipe Pinglo Alva, y de eso disfrutaban los hinchas blanquiazules.
Integró el denominado ‘Rodillo Negro’ con Alberto Montellanos, Jorge Kochooi, Demetrio Neyra y José María Lavalle, con quienes ganó seis títulos en ocho torneos, manteniendo un invicto de tres años y medio. Se ganó así el apelativo de ‘El Maestro’.
Y se dio a conocer al mundo en esa gira a Chile de 1935 en la que ganaron todos sus partidos, y en la que compartió ataque junto a Lolo Fernández. “Considero que el desaparecido jugador ha sido lo más extraordinario del balompié nacional. Le sobró calidad, ingenio, picardía”, dijo el ídolo crema sobre ‘Manguera’ poco después de la muerte del blanquiazul.
Fue en Berlín 1936, en aquel mítico partido en el que Perú humilló a la Austria nazi, que ‘Manguera’ marcó dos tantos. Negro hábil, no solo lo fue en el fútbol. Cuenta el historiador Jaime Pulgar Vidal que existe una leyenda en la que los negros de la selección quisieron cambiar de camiseta entre ellos para que en la segunda parte ingresaran frescos los que no habían jugado en tiempos en los que no existían las modificaciones.
“Intuyo que Villanueva tiene que haber hecho mucho para que eso fuera así. Está dentro de la idea legendaria y la idea pícara de lo que era Villanueva”, asegura Pulgar Vidal en un informe del IPD.
Pero ya había vestido la blanquirroja en el Mundial de Uruguay 1930. En total solo jugó 11 partidos oficiales con la selección y anotó 6 tantos.
No fueron buenos los últimos años de Villanueva. El equipo en sí no se había renovado durante más de una década y en 1938 descendió a Segunda División. Jugaron en el Potao y tras el juramento de todo el plantel de bajar todos y subir todos, en un año devolvieron a Alianza a Primera, pero los síntomas no eran buenos para ‘Manguera’. Su físico empezó a menguar debido a una enfermedad y un viaje a Huancayo le dio el aviso final de que su salud estaba resquebrajada.
Se retiró en 1943 cumpliendo su palabra. “Jamás dejaré el Alianza, quiero mucho a mi club como para dejarlo”, había dicho.
Se fue un año después, a los 35 años, con 99 partidos en la espalda y 71 goles anotados.
Un mar de gente lo acompañó hasta el Presbítero Maestro, donde descansan sus gambetas, huachas y chalacas. Donde descanta ‘El Maestro’, donde vive para siempre ‘Manguera’.
Este vals en la voz del ‘Zambo’ Cavero aún se escucha con la misma emoción con la que Pedro Espinel la compuso la misma noche del velorio del eterno ‘Manguera’.
Y murió dos veces, como lo contó el periodista Guillermo Thorndike en su libro “El revés de morir”. A las 6 de la mañana, los doctores lo dieron por muerto. Minutos después, cuando era trasladado al mortuorio, su esposa Rosa Falcón levantó la sábana y lo vio con vida aún. Lloraron juntos. A las 7:14 a.m. se secaron sus lágrimas.
La pulmonía le arrebató al fútbol peruano a su más grande exponente en la década del 30. Su gusto por la vida nocturna lo llevó a la muerte, esa que llegó en el hospital Dos de Mayo, en la sala Santa Rosa, del mismo nombre del callejón en el que nació en la calle Pizarro, en el Rímac.