Bancada PPK
Bancada PPK
Editorial El Comercio

Hace muchos años, las llamadas telefónicas de larga distancia tenían que hacerse a través de una operadora. “Puede hablar”, le decía ella tras una larga espera a quien había colocado la llamada y entonces empezaba una comunicación trabajosa, distorsionada por ecos y carraspeos, con quien estaba del otro lado de la línea. Existía, además, la permanente amenaza de que la precaria conexión se interrumpiese. Un proceso, en fin, bastante ineficiente que felizmente el avance de la tecnología permitió superar.

En el ámbito de la política, sin embargo, el viejo mecanismo parece subsistir. Eso, por lo menos, es lo que sugieren las recientes declaraciones de varios miembros de la bancada de Peruanos por el Kambio (PPK) sobre los cambios que, a su juicio, deberían operarse en el Ejecutivo. Tratándose de representantes del oficialismo, uno imaginaría que no deberían tener problemas para comunicar sus inquietudes directamente a Palacio. Pero la circunstancia de que estén dirigiéndose al presidente a través de la prensa es un claro síntoma de que están necesitados de una operadora.

Tras la divulgación de las últimas encuestas, en las que la aprobación de la gestión presidencial ha llegado a su punto más bajo en lo que va de la administración, distintos parlamentarios gobiernistas han hecho, en efecto, ‘invocaciones’ al mandatario desde las páginas de los diarios o por la televisión. El presidente de PPK, Gilbert Violeta, por ejemplo, ha dicho: “Como partido político creemos que sí tienen que haber cambios ministeriales. Creemos que estos cambios ministeriales no tienen que hacerse solo en relación al tema de personas, sino cambios ministeriales que supongan también cambios de la dirección política y de la conducción de las políticas públicas del país”.

Ante ello, el nuevo vocero de la bancada, Vicente Zeballos –quien días antes ya había opinado que la incorporación de Fiorella Molinelli al Gabinete “no fue pertinente”– ha comentado que detrás del ‘concepto’ de Violeta “hay una legítima expectativa por que mejoren las cosas”.
Y en semejante sentido se han expresado el secretario general del partido, Salvador Heresi (“Creo que [el cambio de ministros] es un clamor ciudadano; creo que le haría bien al gobierno”), y sobre todo, el elocuente Juan Sheput. “Hay un gran sector que plantea cambios. No es la opinión de un politólogo. Es un trabajo estadístico […]; me preocupa que se pretenda ignorar lo que dicen las encuestas”, ha aseverado él en aparente respuesta a una entrevista concedida por el presidente Kuczynski que ya hemos comentado en esta página.
Desde luego no se pueden descartar en estas intervenciones de los legisladores del oficialismo motivaciones paralelas, como las de buscar un sitio para sí mismos en el Gabinete o procurar alejarse públicamente de una administración con tan poca aprobación ciudadana, pensando ya en un distinto puerto político para el futuro.

Pero lo consistente de ellas revela que la sugerencia que entrañan está bastante difundida en la bancada y que –en esto radica lo grave– no tienen un canal para comunicársela oficialmente al presidente o conseguir que él los escuche… aunque fuese para refutarla.

La actitud de los representantes del Ejecutivo, y singularmente la del jefe de Estado, transmite el mensaje de que ellos piensan seguir haciendo más de lo mismo y con los mismos o parecidos actores en este segundo año de mandato. Y aunque es evidente que al gobierno le urge adoptar correctivos en su forma de conducirse políticamente, tampoco parecería prudente echar todo por la borda y cambiar de tripulación y destino por lo que indican las encuestas.

Lo que de ninguna manera parece sensato, sin embargo, es la subsistencia de esta larga distancia con los integrantes de su equipo parlamentario, como parece confirmar la respuesta del primer ministro Fernando Zavala en el sentido de que esperaban de los congresistas ppkausas no solo críticas sino también “ideas” y “propuestas”, y “en un ambiente cordial, no a través de los medios de comunicación”.

Pues si el Gobierno de por sí se muestra endeble cuando tiene que enfrentar las embestidas que le dirigen desde el Congreso, solo cabe imaginar cuánto más precaria sería esta situación sin ningún tipo de soporte de su ya exigua representación parlamentaria.