(Foto: Archivo)
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Carlos Batalla

El presidente Bill Clinton (1946) negó los hechos en todos los idiomas hasta que estalló el escándalo, que empezó cuando Linda Tripp, amiga de Mónica Lewinsky (1973), iba a almorzar con esta el martes 16 de enero de 1998, en un centro comercial de Washington D.C. En vez de llegar sola, Tripp lo hizo acompañada por dos agentes del FBI.

Lewinsky -que había entrado a la Casa Blanca en junio de 1995 como pasante sin remuneración- contó por teléfono durante meses a Tripp la relación que mantuvo con Clinton en la Casa Blanca. Más de 20 horas de conversaciones terminaron el 12 de enero de 1998 en manos del fiscal Kenneth Starr.

Starr investigaba al presidente norteamericano por una acusación anterior de acoso sexual contra Paula Jones, que empezó en 1994 y aún seguía en 1998. Lewinsky conoció a Tripp en el Pentágono, donde trabajaba desde abril de 1996, luego de ser alejada de la Casa Blanca.

La joven becaria protegió cuanto pudo a Clinton. Era incondicional con él, al punto de que, el 7 de enero de 1998, firmó una declaración jurada vinculada con la querella por acoso de Paula Jones, en la que negó haber sostenido relaciones sexuales con el presidente de EE.UU.

La verdad, sin embargo, es que esos escarceos amorosos entre Lewinsky y Clinton sucedieron desde noviembre de 1995 hasta marzo de 1997, aunque ella siguió asistiendo a la Casa Blanca hasta diciembre de 1997. Hubo una larga relación y reiterados encuentros, sin duda.

(Foto: Agencia)
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La versión que Tripp recopiló fue publicada el miércoles 17 de enero de 1998, por medio del sitio web de noticias Drudge Report. Entonces, el escándalo se hizo global. Cuando se reveló la historia de más de dos años, Bill tenía 51 y Mónica 24. El caso es aun recordado como el escándalo político más escabroso de fines del siglo XX.

Desde ese día se inició oficialmente la investigación del fiscal Kenneth Starr, quien se concentró en saber todo sobre el "Monicagate", autorizado por la Procuradora General Janet Reno.

Primeras declaraciones

Ese mismo día, miércoles 17, en medio de una declaración testimonial sobre el caso Paula Jones, el presidente Clinton negó cualquier relación sexual con Lewinsky. La joven becaria negó también en un inicio la relación, pero luego la admitiría.

Clinton, ante el escándalo de las revelaciones del “Monicagate”, negó todo públicamente el viernes 26 de enero de 1998. El presidente lo hizo por televisión, al lado de su esposa Hillary Clinton: “Quiero decir una cosa al pueblo estadounidense. Quiero que me escuchen. Voy a decir esto de nuevo: yo no tuve relaciones sexuales con esa mujer, la señorita Lewinsky. Yo nunca le dije a nadie que mintiera, ni una sola vez; nunca. Estas alegaciones son falsas. Necesito regresar a trabajar para el pueblo estadounidense”, fueron sus palabras, muy seguras y convincentes, pero, finalmente, falsas.

Una aventura sexual con Lewinsky fue lo que ocurrió realmente. Y los encuentros fueron en varios lugares de la Casa Blanca, pero especialmente en la Sala Oval. Lewinsky contó muchos detalles, pero entre los más puntuales está que hubo nueve contactos íntimos. Ella incluso dijo que de esos, en al menos siete ocasiones estuvo presente, en las inmediaciones de la Casa Blanca, la propia esposa del presidente.

La confesión

Pasaron varios meses de presiones a Lewinsky, quien en julio de ese mismo año logró finalmente un pacto de inmunidad a cambio de su testimonio completo; también pasaron muchos meses de negaciones del presidente, quien ese mismo mes testificó ante el fiscal Starr.

Los pasos de Clinton hacia la confesión, hacia su lamentable “mea culpa”, empezaron a darse. El paso clave ocurrió el 29 de julio de 1998, cuando dijo que aceptaba testificar, de manera voluntaria, ante el jurado investigador.

Las semanas pasaron y el 6 de agosto de 1998, Lewinsky testificó ante el gran jurado y se reafirmó en señalar que mantuvo una relación sexual con Clinton. Asimismo, confesó que habían discutido en mantenerlo en secreto; sin embargo, la mujer fue firme al decir que el presidente nunca le había dicho explícitamente que mintiera sobre el tema.

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Clinton dio el paso definitivo. Lo haría para desahogarse, para liberarse de tanta presión desde enero de ese año. Ocurrió el 17 de agosto de 1998, hace 20 años exactamente, cuando se presentó ante el jurado investigador. Ese día fue lunes, y vimos a un Clinton apesadumbrado, que aceptaba ante el gran jurado que tuvo “una relación impropia” (esa fue su descripción de la infidelidad) con Mónica Lewinsky. El presidente de EE.UU. le hablaba a toda la nación norteamericana en un acto televisado en directo a nivel nacional. Admitió también que “su relación fue un error”.

Tras idas y venidas y entredichos entre la Cámara de Representantes y la Casa Banca, unos atacándolo y otros defendiéndolo, el 19 de diciembre de 1998 la Cámara de Representantes aprobó finalmente dos cargos o causales para un proceso de juicio político contra Clinton: uno de perjurio y otro de obstrucción de la justicia. Se remitió al Senado el proceso de juicio político. El presidente aseguró entonces que no renunciaría al cargo.

Las últimas maniobras

Los dos primeros meses de 1999 fueron claves para el presidente. En enero, los fiscales de la Cámara y sus abogados entraron en una tensa guerra de estrategias legales y constitucionales ante el Senado. Unos con el fin de obtener el juicio político y otros para evitarlo. La Casa Blanca cerró filas con Clinton.

El 19 de enero de 1999, el mandatario norteamericano dio un mensaje ante una sesión conjunta de la Cámara y el Senado. Dos días después, su defensa legal cerró el caso y señaló que el Senado debía rechazar el tema del juicio político en contra de su defendido. Entonces, el 27 de enero de 1999, el Senado decidió no seguir con los cargos contra Clinton.

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El 1 de febrero de 1999, las declaraciones de Lewinsky ante los fiscales de la Cámara se dieron a puertas cerradas; por ello, al día siguiente, se proyectaron cintas del testimonio para los senadores. Pasaron luego otros testigos de la Casa Blanca también a puertas cerradas.

Una semana después, los fiscales de la Cámara pidieron destituir a Clinton y el 9 de febrero, los senadores, a puertas cerradas, iniciaron sus deliberaciones para tomar una decisión sobre los cargos contra el presidente. El 12 de febrero, todo acabó en Washington cuando el Senado absolvió al presidente Bill Clinton de los cargos de perjurio y obstrucción de la justicia. No se alcanzaron los 67 votos para su destitución.

La primera votación demostró que 55 senadores encontraron inocente al presidente de la acusación de perjurio, mientras 45 lo hallaron culpable. Los senadores obtuvieron una paridad de 50 votos a favor y 50 en contra al votar sobre el cargo de obstrucción de la justicia. Clinton quedó en el poder hasta enero del 2001. Ocho años, pese a todo sucedido.

El presidente de EE.UU. fue absuelto y salvado por el Senado. Pasó a la historia de su país como un presidente popular, pero también como uno que mintió olímpicamente.

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