Orlando Romero había perdido ante Ray “Boom Boom” Mancini en setiembre, y Luis Ibáñez no había podido derrotar al japonés Jiro Watanabe en febrero. Todos esperaban que Óscar Rivadeneyra rompiera esa mala racha ante Michael Spinks, y se quedara con el título de los semipesados. Esto sucedió hace 35 años.
En los primeros asaltos del choque -desarrollado en Vancouver, Canadá-se advirtió cierta paridad entre ambos contrincantes, con algunos momentos de superioridad de Rivadeneyra. Pero después la experiencia, el mayor alcance de brazos y la potencia de los golpes de Spinks fueron inclinando la balanza a su favor.
Todo empeoró para el incaico a partir el segundo asalto, cuando un buen golpe de Spinks le rompió el párpado izquierdo. Aunque el peruano sangró excesivamente, con gran coraje presentó una tenaz batalla al titular, que luego también resultó lastimado en una ceja.
La narración correspondió al panameño Juan Carlos Tapia, y los comentarios a Kike Pérez, quienes transmitieron desde el lugar del evento. Aquí en Lima, Eduardo San Román aportaba con sus puntos de vista.
El inevitable desenlace para Rivadeneyra llegó en el décimo round, cuando su oponente lo lanzó a la lona con potente gancho de izquierda. El peruano se levantó, pero ya muy afectado fue vapuleado hasta quedar finalmente fuera de combate.
El fajín de los semipesados permaneció de esta manera en poder del norteamericano Michael Spinks, quien en una jornada más encarnizada y sangrienta de lo esperado, quebró la ilusión peruana de tener su primer campeón del mundo.