Lo que nos contó el piloto de la avioneta que aterrizó en el Lolo Fernández en 1974: “Ese día aprendí que nadie muere en la víspera”
Una nota publicada en nuestra página web sirvió de nexo para conocer al ex piloto Carlos Díaz, quien en 1974 volvió a nacer cuando la avioneta donde viajaba hizo un aterrizaje de emergencia. Años más tarde sería protagonista de una historia similar, pero esta vez al mando de un avión de pasajeros
Cada cierto tiempo los periodistas de archivo tenemos la oportunidad de conocer la historia detrás de las fotografías y las noticias que vamos descubriendo en nuestro día a día. Este es el caso de la nota publicada sobre el aterrizaje de una avioneta en el estadio Lolo Fernández, en el lejano verano de 1974.
“Hola, mi nombre es Carlos Díaz, yo era uno de los tripulantes de esa avioneta la tarde del 8 de enero de 1974, quiero agradecerte el reportaje sobre la caída de la avioneta en el estadio de Universitario, me trajo buenos recuerdos”. Así iniciamos una conversación que dio detalles inéditos de aquella hazaña vivida hace más de 40 años.
Gracias a la magia del zoom, Carlos Díaz Lassus nos explicó que ese día él no tenía planificado viajar en esa avioneta. El futuro piloto había llegado al aeródromo de Collique para practicar, pero por hacer un favor a su amigo Luis Clarkson Zoeger cambió de planes e incluyó a Eduardo Bernaola Aramayo como parte de la tripulación.
Con el cielo despejado, Carlos Díaz, al mando de la avioneta, Eduardo Bernaola y Luis Klarsson emprendieron viaje con dirección al sur. Al llegar a Miraflores, Carlos dio algunas vueltas sobre la casa de sus padres a quienes les había avisado que esa tarde pasaría por allá. Hasta ese momento, este era un vuelo de rutina para Carlos y Luis que ya eran pilotos por certificarse. Eduardo aun era un estudiante.
Volver a nacer
Antes de emprender el retorno a Collique, Carlos Díaz intercambió su lugar con Luis Klarsson. Fue en ese momento que el motor se paró de golpe. Las investigaciones indicaron que este se había roto a pesar de ser nuevo.
“Cuando estudiamos nos enseñan cómo reaccionar ante una emergencia. Nuestros instructores nos decían que el Campo de Marte era una buena zona de aterrizaje para aviones pequeños siempre y cuando no hubiera tráfico. Miré a la derecha y estaba el Centro de Lima. Eduardo señaló al Campo de Marte, pero Luis calculó que no llegábamos. Nos percatamos que había un estadio. Pero no sabíamos que era de la ‘U’, si no, sinceramente, no entraba. En todo caso entraba al estadio de Cristal”, relata entre risas el experimentado piloto.
Continuando con su explicación dijo: “Dimos una vuelta en círculo para aterrizar en el campo de la ‘U’. Conforme fuimos bajando chocamos contra una especie de chimenea. Al acercarnos al estadio perdimos el tren de aterrizaje al impactar contra una pared; también la avioneta se quedó sin el ala derecha al impactar con un poste y finalmente la cola chocó con un cable telefónico y en lugar de irnos de nariz, Luis siguió planeando. Al tocar suelo tuvimos el aterrizaje más suave. Todos estos impactos previos fueron restando velocidad a la avioneta”.
Al salir de la aeronave y antes de ser trasladado al hospital Loayza, Carlos Díaz llamó a su papá para contarle sobre el accidente. La impresión fue tal que no recordaba lo sucedido y ni que había vuelto a llamar a su familia.
Caros Díaz fue trasladado del hospital Loayza al Naval donde terminó su recuperación. Al ser dado de alta, Carlos fue a visitar a sus amigos en el hospital y grande fue la sorpresa para ellos, pues la enfermera les había dicho había fallecido.
Solo Carlos Díaz y Luis Klarsson desarrollaron sus carreras como pilotos de aviación comercial. Ambos volaron 23 años en Aeroperú. Lamentablemente, Luis Klarsson falleció el año pasado. Eduardo Bernaola vive en Trujillo.
Experiencia que salvó vidas
El 19 de marzo de 2000 Carlos Díaz vivió una experiencia similar, pero esta vez al mando de una nave de la aerolínea de Aviandina.
El avión iba con destino a Juliaca previa escala en Arequipa. Cerca al destino final, el entonces capitán Carlos Díaz se percató que el tren de aterrizaje no funcionaba correctamente. Consultando con su copiloto Carlos Murga y el ingeniero de vuelo Rafael Leiva, decidió ir hacia el aeropuerto de Tacna, mejor preparado para estas emergencias.
Primero tuvo que dar vueltas en círculos para agotar el combustible. Mientras tanto en tierra se preparaba la pista de aterrizaje con espuma especial. Gracias a su experiencia y nervios de acero, Carlos Díaz logró que los pasajeros, la tripulación y la nave aterrizaran sin mayores problemas.
Así refiere el comentario de Héctor Pumallauli Zavaleta, uno de los agradecidos pasajeros: “El aterrizaje fue muy suave hasta que el ala derecha golpeó la tierra y sentimos un golpe brusco”. Entre los 65 pasajeros habían diez japoneses que iban a Puno. Este episodio solo fue un susto. Carlos Díaz continuó su carrera como piloto hasta el 2015.
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