Con nadie a bordo, salvo el silencio de la soledad, la herrumbrosa nave fue llevada por las corrientes marinas hacia las costas de Norteamérica, cargada de enigma, pero también de combustible, lo que la convirtió en un peligro real más que en una amenaza fantasmagórica.
La solitaria embarcación pesquera, expulsada hacia los mares por el implacable terremoto y tsunami que golpeó la tierra del sol naciente en 2011, fue divisada sin rumbo frente a la costa oeste de Canadá un 20 de marzo de 2012.
Una aeronave que realizaba patrullaje aéreo sobre el mar avistó al solitario navío de 15 metros de eslora, a unos 275 kilómetros de las islas Haida Gwaii, ‘islas en el borde del mundo’, según el idioma nativo.
Luego del impacto de una cadena de olas de hasta 40 metros sobre el Japón, aquel 11 de marzo de 2011, millones de toneladas de escombros fueron arrojados al océano Pacífico quedando como ‘icebergs artificiales’, entre ellos muchas embarcaciones.
Silencioso y desorientado, el barco nipón navegaba guiado por la corriente del mar. Aunque en un principio pareció que no había nadie a bordo, esa afirmación no fue corroborada por ninguna autoridad. Lo verdadero era que un año después de la tragedia la embarcación se mantenía intacta, aunque sumamente oxidada.
Su aspecto fantasmal y misterioso no fue óbice para que funcionarios del ministerio de Transporte canadiense aplicaran un rastreo minucioso con el objetivo de detectar algún caso de contaminación marítima o de peligro para el tránsito de otras naves en curso.
Por su parte, guardacostas japoneses averiguaron el nombre del propietario gracias a la matrícula y descubrieron que la embarcación había sido bautizada como ‘Ryou-Un Maru’. Su base estaba en un puerto pesquero de la ciudad japonesa de Hachinohe, una de las zonas más vapuleadas por el tsunami provocado por el sismo de magnitud 9.
LEE TAMBIÉN | Se creía invencible, pero fue hundido hace 80 años: el acorazado Bismarck
Junto al ‘barco fantasma’ se calculaba que al menos 1,5 millones de escombros producidos por la tragedia se dirigían hacia la costa oeste de Canadá. Esto incluía refrigeradoras, lavadoras, televisores y restos de viviendas que se movían hacia el este del Pacífico.
La capa de escombros post-tsunami llegó a ser visible desde los satélites, que en principio la tenían focalizada, pero luego esta se dispersó y el seguimiento solo pudo hacerse desde los barcos.
Las autoridades estimaron que los restos empujados al mar desde ciudades costeras como Miyagi, Fukushima e Iwate bordeaban los 5 millones de toneladas, de las cuales un 70 % se habrían ido rápidamente al fondo del océano en la costa de Japón, mientras el otro 30 %, algo así como 1,5 millones de toneladas, continuaban a flote.
El ‘barco fantasma’ sin rumbo que se había convertido en un doloroso símbolo de la tragedia, terminó su extraviado andar en medio de un combate naval en el que no pudo defenderse.
El 6 de abril de 2012, la artillería pesada de una fragata artillada estadounidense lo hundió a 300 kilómetros de Alaska. Antes un avión Hércules había sobrevolado la zona para despejar el tráfico marítimo y aéreo.
El denominado ‘barco fantasma’ no tenía tripulación a bordo, carecía de luz y estaba en una ruta marítima de alto tránsito, manifestó un vocero de la guardia costera norteamericana.
Oxidado y a la deriva, el ‘Ryou-Un Maru’ se había convertido en una amenaza, no por su fantasmal apariencia, sino por el riesgo inminente que implicaban los 7.500 litros del espeso diésel que aún llevaba en sus tanques.
Los canadienses habían pensado en recuperar la nave, pero se abstuvieron por la amenaza que significaba un probable derrame de combustible. Los norteamericanos no lo meditaron mucho, cuando el herrumbroso pesquero enfiló hacia la costa de Alaska abrieron fuego.
Primero la embarcación fue envuelta en llamas, después se inundó y luego se hundió. Antes de convertirse en un ‘buque fantasma’, el Ryou-Un Maru se dedicó a la pesca de camarón en la isla de Hokkaido, la segunda más grande del Japón.
Mark Begich, senador de Alaska, contó que el dueño del buque pesquero nipón llegó a ser ubicado, pero que se negó a recuperar la nave.
Se informó que hubiera sido demasiado costoso salvar la embarcación, que tardó un año en cruzar medio planeta empujado por los vientos a una velocidad de un kilómetro por hora.
Cuando la guardia costera de Canadá lo ubicó se creyó que era un barco de otra época por su evidente deterioro. La sal marina había carcomido buena parte de su estructura principal y navegaba como un ente fantasmal.
Tienda Virtual: Les recordamos que tenemos ilustraciones, fotos y páginas históricas de El Comercio que podrán solicitar fácilmente a través de un simple formulario ubicado en nuestra Tienda Virtual, en la siguiente dirección: https://www.tiendaelcomercio.com/.
TE PUEDE INTERESAR:
Contenido GEC