Un día antes de la inauguración del Hospital Rebagliati se había realizado la apertura de otro nosocomio: el Hospital Militar, entre la avenida Brasil y Pershing, con 964 camas implementadas. El gobierno de Odría se ufanaba de haber bautizado dos hospitales seguidos. Así, el martes 24 de julio de 1956, a las 10 y 30 de la mañana, se inauguró el que llamaban por eso días “Hospital Central del Empleado” o el “Hospital del Seguro Social del Empleado”. El 3 de noviembre de 1958, ya completamente implementado, el gran centro médico de Jesús María empezaría a funcionar oficialmente.
Los arquitectos responsables fueron Fernando Correa Miller y Alfredo Baertl Montori. Ellos vieron orgullosos cómo tomaba forma el moderno nosocomio, el cual tenía espacio para 722 camas de Medicina y Cirugía (con 350 en cuartos de una cama y 150 en cuartos de dos camas); cada una de estas con baño propio. De aquel total, 528 camas serían destinadas para el área de Maternidad.
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Las autoridades médicas señalaron entonces que el nuevo “Hospital del Empleado”, con una estructura de concreto armado, poseía una capacidad máxima de 1.256 camas (sin modificación de sus servicios). Los voceros del gobierno indicaron en sus avisos oficiales que este era el “quinto hospital del mundo, por su capacidad y lo completo de sus servicios”.
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El inmueble fue presentado esa mañana de julio de 1956 con sus 12 pisos para servicios médicos, además de un piso adicional para el alojamiento de médicos; y dos pisos más para los equipos de infraestructura y logística. Esto es, 15 pisos en total. Asimismo, dejaban en funcionamiento 15 ascensores y 12 montacargas. Era, sin duda, un centro hospitalario moderno, dinámico y abarcador, en el sentido de que garantizaba un buen servicio a los empleados del país.
El súper hospital que Lima necesitaba a gritos
El gobierno del dictador Manuel A. Odría (1948-1956) trabajó intensamente para ganar popularidad, y sin duda lo consiguió bajo la consigna: “Salud, Educación y Trabajo”. Ejecutaron grandes obras públicas como el nuevo Estadio Nacional, los locales de los ministerios de Educación (frente al Parque Universitario), Hacienda (avenida Abancay) y Trabajo (avenida Salaverry). Y por supuesto, en las auténticas postrimerías de su largo mandato (a cuatro días de dejar literalmente el poder), el colosal “Hospital Central del Empleado”.
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El área total del inmueble médico abarcaba 127.000 metros cuadrados. Las autoridades calculaban que ese espacio correspondía a una extensión de una avenida de 15 cuadras de 100 metros cada una, con edificios de tres pisos y 14 metros de fondo, a ambos lados de la acera. Más que un barrio, era una urbanización médica.
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Ubicado entre las avenidas Felipe Santiago Salaverry y Domingo Cueto (muchos años después se ampliaría hasta colindar con la avenida Arenales), el día de su presentación se escucharon las notas del Himno Nacional, interpretadas por la banda de músicos de la Escuela Nacional de Policía.
Tal como ocurrió en el novísimo local del Ministerio de Educación una semana antes, también esa mañana estuvo presente el Arzobispo de Lima, monseñor Juan Landázuri Ricketts, quien dio la bendición al local.
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Las palabras más emocionadas fueron las del ministro de Salud Pública y Asistencia Social, doctor Alberto López, quien luego invitó a todos los asistentes a inspeccionar la zona médica y administrativa del moderno hospital. La caminata duró cerca de tres horas, pues todos quisieron conocer la monumental infraestructura que utilizó 7 mil toneladas de fierro y unos 800 mil sacos de cemento.
La parte central y vital del nosocomio, cuyo primer director fue el doctor Guillermo Kaelin de la Fuente (1910-1992), abarcaba las áreas de Hospitalización, Maternidad y Cirugía; a lo que se añadían consultorios, zonas de emergencia y un pabellón de personal. Asimismo, había auditorios, oficinas, e incluso velatorios, comedores y talleres. Se trataba de una ciudad dentro de otra ciudad.
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Se puede indicar que hasta 1973, por lo menos, fue un centro hospitalario exclusivo para la atención de los empleados públicos. Pero a partir de ese año justamente se integró con el “Hospital Obrero” (hoy Guillermo Almenara) para otorgar las prestaciones de salud de forma unificadas.
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En 1975, el recinto tomó el nombre de “Hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins”, haciendo honor a quien había asumido en 1948 la Gerencia de la Caja Nacional del Seguro Social Obrero, y asumiría la responsabilidad de crear el Seguro Social del Empleado. Como ministro de Salud Pública, Rebagliati había sido testigo de la colocación de la “primera piedra” del hospital, el cual fue declarado en el 2008, “Patrimonio Arquitectónico de la Seguridad Social del Perú”.
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