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Las bombas que mataron a más de diez niños en el verano limeño de 1958

Aparecieron en los esquinas de los barrios, en los techos de las casas y fueron letales al explosionar en medio de grupos de niños. Ellos los manipularon como si fueran juguetes, pero eran armas de guerra.

Imagen referencial de niños jugando pelota. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Imagen referencial de niños jugando pelota. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Carlos Batalla

Las escenas fueron imborrables para los limeños de 1958, en plenas vacaciones escolares. Más de diez menores de edad murieron y otros más quedaron gravemente heridos al manipular bombas que aparecían en las esquinas o en los techos de las viviendas. Las explosiones fueron pesadillas que se convirtieron en una triste realidad.

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