Mamoru Shimizu, el primer asesino en serie del Perú

Ilustración del múltiple asesinato de Mamoru Shimizu. (Crédito: Archivo Histórico El Comercio)
Ilustración del múltiple asesinato de Mamoru Shimizu. (Crédito: Archivo Histórico El Comercio)

Mientras el mundo vivía los horrores de la Segunda Guerra Mundial, en el Perú una historia sangrienta hizo temblar a todos los peruanos. El 2 de noviembre de 1944, hace exactamente 75 años, Mamoru Shimizu asesinó a siete miembros de dos familias japonesas. La Policía halló los cadáveres al día siguiente; los siete cuerpos desnudos se hallaban en la acequia Magdalena del jirón Tingo María, en Chacra Ríos. Las víctimas eran, en su mayoría, de su propia familia; por ello los agentes detuvieron a Mamoru Shimizu y a Kiyoshi Nayto.

Pistas hacia el asesino

El 4 de noviembre, El Comercio publicó la noticia. “Fueron asesinadas siete personas de nacionalidad japonesa”, tituló el diario Decano, que reveló además que los cuerpos tenían golpes en las cabezas y los rostros. También indicó que, aunque no se habían encontrado pistas en la escena del crimen, se detuvo al hermano y al mayordomo de una de las víctimas.

Horas después, la Policía trasladó los restos humanos a la Morgue. La autopsia de ley confirmó que las “víctimas fueron golpeadas con un arma contundente y que los cadáveres presentaban múltiples traumatismos en la cabeza y en la cara, inferidos por mano ajena”.

El 6 de noviembre se supo que uno de los detenidos había señalado que en un corralón del jirón Manoa podía haber pistas que ayudarían a resolver el caso. Aunque los agentes de homicidios revisaron el lugar, sólo hallaron algunas cartas escritas en japonés, una cámara fotográfica y un pequeño mimeógrafo.

La noche del 02 de noviembre de 1944, Mamoru Shimizu asesinó a siete integrantes de su familia en el jirón Tingo María. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
La noche del 02 de noviembre de 1944, Mamoru Shimizu asesinó a siete integrantes de su familia en el jirón Tingo María. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)

En el interrogatorio, Mamoru negó conocer algún detalle de los crímenes, ya que el día de los hechos realizó sus actividades habituales de cada mañana. También contó que se fue junto a Kiyoshi Nayto al mercado de Chacra Colorada y que después de media hora regresó a su casa.

Días más tarde, el 9 de noviembre, El Comercio anunció una sorprendente noticia: “Sumiko Shimizu acusó a su marido de ser el autor del múltiple asesinato de Tingo María”. El diario informó que tras ser interrogada, ella declaró haber descubierto en su casa una chaqueta azul de su esposo manchada de sangre. Aunque el japonés negó que fuera suya, esta prenda tenía sus medidas exactas. Entonces el juez instructor del caso dispuso su traslado a una cárcel, asignándole un abogado. Shimizu estaba acorralado.

Sangrienta confesión

El 12 de noviembre de 1944, el ex combatiente de la guerra chino-japonesa, confesó ser el autor del horrendo crimen. “Mamoru Shimizu se declara único culpable del monstruoso crimen del jirón Tingo María”, tituló El Comercio el 13 de noviembre. Confesó tras un careo con su mujer. Ella hizo que se declarara culpable.

El asesino dijo que todo había comenzado la noche del 2 de noviembre. Primero asesinó a su hermano Tamoto Shimizu y a su cuñada Hanai de Shimizu. Minutos después, repitió el ensañamiento con sus tres sobrinos: Tokio, Sumiko y Yoshiko. Luego, se dirigió a una habitación donde se encontró con Carlos Hiramo Tomayasu y su esposa, Carmen Mika, a los que les quitó la vida con rapidez y ferocidad.

La madrugada del 3 de noviembre 1944, Shimizu arrojó los cuerpos de las víctimas a la acequia Magdalena. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
La madrugada del 3 de noviembre 1944, Shimizu arrojó los cuerpos de las víctimas a la acequia Magdalena. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)

Después de asesinarlos, sacó los cuerpos del lugar. Sin embargo, al percatarse que algunos agonizaban, los remató golpeándolos con un trozo de madera. Rápidamente les quitó la ropa y condujo hacia un descampado en el automóvil de su hermano. Llegó a la acequia Magdalena y arrojó los cuerpos. Un ajetreo que, según confesó, hizo que se quitara los zapatos y se quedara descalzo. Todo acabó la madrugada del 3 de noviembre.

El violento sujeto explicó por qué los había asesinado: tenía con ellos un grave problema familiar y descartó algún asunto político en el pleito. Con la confesión completa, el juez dejó en libertad a Kiyoshi Nayto, el otro detenido.

Al día siguiente, el 13 de noviembre de 1944, Mamoru reveló que había ocultado las ropas de las víctimas en una casa vecina a la suya. Allí la Policía encontró seis costales de carbón con las prendas de vestir. Los sacos estaban enumerados y las prendas estaban manchadas de sangre. Esa misma tarde, el confeso homicida fue llevado a la escena del crimen para la reconstrucción de los hechos. Pero esto no ocurrió, porque Mamoru dedicó demasiado tiempo en hablar por última vez con su mujer y su hijo.

Sentencia de muerte

Casi cuatro años después del asesinato, empezó el juicio contra Mamoru Shimizu. Al ser consultado por el crimen, el japonés cambió su versión y sostuvo que “cinco enmascarados fueron los autores de la masacre”. Indicó, además, que no habló porque los delincuentes lo habían amenazado con asesinar a su esposa e hijo. Sin embargo, el fiscal pidió 20 años de prisión y un pago de 70 mil soles como reparación civil.

El 4 de noviembre de 1948, Mamoru Shimizu fue condenado a 25 años de prisión por el asesinato de dos familias japonesas. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
El 4 de noviembre de 1948, Mamoru Shimizu fue condenado a 25 años de prisión por el asesinato de dos familias japonesas. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)

El 4 de noviembre de 1948, el Segundo Tribunal Correccional condenó a Mamoru a 25 años de prisión por el asesinato de siete personas. Además, le obligó a pagar 70 mil soles como reparación civil para los familiares de las víctimas. Aunque su defensa trató de pedir la nulidad de la sentencia, la Corte Suprema ratificó la decisión judicial.

Años después de recibir su condena, Mamoru Shimizu murió en la cárcel tras sufrir un paro cardíaco. Así escribió una de las historias más sangrientas que se recuerdan en el Perú. Un crimen que lo convirtió en el “primer asesino en serie del país”.

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