El controversial mercadeo de las leches infantiles
Dos recientes estudios apuntan al controversial mercadeo de las leches infantiles.
El primero, publicado en marzo del 2018 (documento 24452 del Buró Nacional de Investigación Económica) por investigadores de la Universidad de San Francisco, cuantifica el número de muertes causadas por la criticada campaña de mercadeo de leche en polvo que hizo Nestlé en países pobres en los años setenta.
El segundo, publicado por investigadores de la Universidad de Nueva York, llama la atención sobre las engañosas campañas de mercadeo de las leches que se venden para los niños en crecimiento, y en las que falsamente se asegura que esos caros productos son mejores que la simple leche de vaca.
El fiasco de Nestlé
Luego que activistas de salud pública notaran que miles de niños de países pobres morían de diarreas por tomar leche en polvo preparada con agua contaminada, dos publicaciones llamaron la atención sobre ese hecho. La primera, Babies mean Business -publicada por The New Internationalist en 1973- expuso las practicas de Nestlé, y la segunda, The Baby Killer publicada por la organización británica Want on War fue la que desató la crisis.
Las publicaciones denunciaban que –en su afán de vender sus productos- Nestlé contrataba vendedoras que visitaban las casas de mujeres pobres en países en desarrollo y las convencían de que la leche en polvo era “igual o mejor” que la leche materna. La compañía financiaba además la construcción de pabellones pediátricos en hospitales a cambio de que se distribuyan sus leches en polvo en las cunas de recién nacidos y pagaba costosos viajes y conferencias a médicos y enfermeras. La táctica de ventas estaba basada en tres pilares fundamentales: crear necesidad en donde no la había, convencer a las madres que el producto era esencial para el desarrollo del bebe y repartir muestras gratis de la leche. Un artículo del New York Times expuso el caso de una mujer pobre de Jamaica que al no poder comprar la cantidad de leche en polvo que necesitaba su bebe, diluía tres veces la fórmula para dársela, causándole una severa desnutrición.
El escandalo fue enorme. El senado norteamericano condujo audiencias sobre el tema, se organizaron boicots mundiales contra los productos de Nestlé y finalmente, en 1981, la 34 Reunión Anual de la Organización Mundial de la Salud adoptó la resolución WHA34.22, publicando el Código Internacional de Mercadeo de Sustitutos de Leche Materna. El código estipula que las compañías no deben promocionar leche en polvo en hospitales ni hacer propagandas para el público general, tampoco dar muestras gratis y regalos a las madres ni dar obsequios a los trabajadores de la salud, Deben también evitar hacer falsa propaganda. Como nota curiosa, el Perú se convirtió en el primer país del mundo en adoptar el código de la OMS en 1982. Tristemente, solo 37 de 199 países la han adoptado.
El estudio de la Universidad de California antes citado, encontró que en países pobres -entre 1970 y 2011- la disponibilidad de leche en polvo aumentó la mortalidad infantil en 9.4 por cada 1000 bebes nacidos, en hogares sin acceso a agua limpia.
El engaño de las leches de niños mayores
La OMS recomienda que el bebe debe lactar obligatoriamente hasta los 6 meses y que es recomendable que lo haga hasta el primer año, y alienta a que la madre siga lactando hasta los dos años. Después de esa edad, si la madre decide darle leche al niño, debe darle leche de vaca.
El problema es que muchas compañías han inventado el termino leches de crecimiento, las cuales están dirigidas a niños preescolares y escolares. Los anuncios son numerosos y se basan en los pilares creados por las compañías en los años setenta: crean una necesidad en donde no existe y apelan al instinto maternal para convencer a las madres que el producto es esencial para que los bebes desarrollen bien, propiciando un sentimiento de culpa si no lo hacen.
En el número de abril del 2018 de Preventive Medicine, Investigadores de la Universidad de Nueva York investigan interesantes hechos acerca de esas leches infantiles. En primer lugar, resaltan que ni la Academia Americana de Médicos Familiares ni la OMS avalan el uso de esas leches. La OMS las considera “innecesarias” e “inadecuadas”. En segundo lugar, encuentran que los envases y etiquetas de esos productos siguen el mismo tema y diseño de las leches en polvo, como queriendo dar la impresión de que son “una continuación” de esos productos. En tercer lugar, denuncian que las propagandas hacen afirmaciones engañosas usando datos científicos de una manera ambigua.
Por ejemplo, en la propaganda de una leche infantil en el Perú, un vocero afirma que su consumo es necesario porque el 85% del desarrollo del cerebro se hace durante los primeros cinco años de vida. Sin embargo, un texto ilegible aclara en el anuncio que ese número se refiere al cambio de crecimiento del cerebro del niño en relación al del adulto, estudiada por la curva de Scamonn de 1930. En otras palabras, ese 85% no tiene que ver con el desarrollo intelectual del cerebro, sino con su crecimiento en volumen, pero el anuncio es evidentemente ambiguo porque induce a que las madres asocien equivocadamente ese 85% de desarrollo cerebral con función e inteligencia, cuando en realidad solo se refiere al tamaño del cerebro.
Corolario
En el caso de las leches infantiles, lo simple es lo mejor. Promover la lactancia materna según las recomendaciones de la OMS, propiciar una alimentación saludable y usar la humilde leche de vaca en niños mayores, es probablemente lo mas sensato, tanto para el niño, como para el bolsillo.