¿Problemas de actitud?
Publicado en el diario El Comercio (Perú), el 08/07/2018
Ingreso a una oficina donde tengo confianza. Veo el envoltorio de un dulce tirado en el piso. En automático lo recojo y lo pongo en el tacho de basura. Saludo a las personas que allí trabajan y les pregunto con naturalidad: Una consulta ¿no habían visto este papel que estaba en el piso? Si, lo vimos temprano, me responden con una sonrisa, y ya llamamos para que lo recojan. No puedo con mi genio y les pregunto con curiosidad: ¿y cómo así no lo recogieron? Me miran y amablemente me responden: eso es trabajo del chico de mantenimiento y ya está por llegar.
Salgo preguntándome a mí misma ¿desde cuando recoger un papel del piso es tarea exclusivamente de otros? ¿será que se sienten menos por hacerlo o quizá, mucho para hacer esa simple tarea? ¿Será éste un símbolo de la cultura de la empresa?
Me quedo muy preocupada por estas personas y por el impacto de su actitud y conducta en su empleabilidad. Y pienso en cuántas otras viven igual todavía en el paradigma anterior, en esa cultura de derecho al trabajo, de hacer exclusivamente aquellas cosas para las que les pagan u originalmente las contrataron. Sin flexibilidad, sin capacidad o voluntad de adaptación, sin deseos de aprender, de dar más, sin ganas de salir de su zona de confort, con baja productividad. Y me preocupo por ellas, porque quizá no están mirando la realidad de las nuevas tendencias, ciegas a los inmensos cambios que la tecnología, la automatización y la inteligencia artificial traerán muy pronto a muchos tipos de trabajo e industrias en general. Y, sobre todo, negadas a las nuevas demandas de productividad, competitividad, vigencia y excelencia en la performance de cada uno de los profesionales y trabajadores que vivirán o sobrevivirán a esos cambios.
Recordemos que la productividad y la empleabilidad están intrínsecamente ligadas. A mayor el nivel de empleabilidad, mayor el nivel de productividad y vice versa. Una cultura de empleabilidad es aquella donde las personas comprenden que su trabajo no es un derecho ganado – y menos ganado para siempre o a pesar de todo – sino uno que nos ganamos otra vez, cada día de la semana. Y aunque suena obvio y quizá hasta reiterativo, pocos lo tienen internalizado. Aún hoy, son pocas las organizaciones que invierten recursos en fomentar la empleabilidad, en educar sobre esta cultura de trabajo donde cada uno, como adulto, es responsable de su propia competitividad.
Porque tener un buen nivel de empleabilidad, o ser muy empleable, no es tener un trabajo. Es tener la actitud correcta y la decisión personal de ser siempre muy productivo. Y es esa buena actitud la que determina que tengamos o no demanda continua por nuestros servicios profesionales, en una realidad donde ningún trabajo a ningún nivel es seguro.
Y así, en la esperanza que mis amigos del papel en el piso – u otros como ellos – lean estas líneas, es que me senté a escribirlas. Por si de algo les sirve o si en algo los ayudan a tomar conciencia de la inescapable realidad en la que vivimos…