Gorbachov: El agricultor que cambió el mundo
Los regímenes totalitarios del mundo árabe están cayendo, pero no es la primera vez que algo así sucede. Hablamos de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), uno de los sistemas más verticales y cerrados de la historia, y que un hombre como Mijaíl Gorbachov tuvo la decisión de transformar bajo dos palabras mágicas: Glasnost y Perestroika. Este ruso, de sonrisa cordial y pelada prominente, ha cumplido el 2 de marzo 80 años de edad. Pero, ¿quién fue en realidad?
El 2004 estuvo en el Perú, y vaticinó que “si las voces de protesta en el mundo no eran escuchadas ni atendidas por sus gobernantes, la situación se tornaría explosiva”. Gorbachov fue quien se “compró el pleito” de cambiar un mundo dividido en dos bandos, durante los tiempos de la “Guerra Fría”, en la que los soviéticos eran mostrados como seres sombríos y grises, tristes y malhumorados, opuestos a los felices y prósperos occidentales.
En filmes como “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú” (1964) de Stanley Kubrick; “Noches blancas” (1985) de Taylor Hackford; o “La caza del Octubre Rojo” (1990) de John McTiernan, estaba muy clara la dicotomía bueno/malo. Pero no todo podía ser propaganda. Había mucho de cierto en esa visión crítica para que un joven comunista como Mijaíl Gorbachov advirtiera que “algo” no estaba funcionando.
Todo se remonta a la revolución de octubre de 1917, que destituyó a los zares (la monarquía rusa) para imponer la dictadura del proletariado, bajo el mando de su líder Lenin. Se trataba de un sistema conformado por soviets -consejos de obreros, soldados y políticos- que vigilaban el cumplimiento de la política aplicada por el Partido Comunista, el único partido. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el pensamiento comunista se extendió a países como Hungría, Polonia, Rumania y Checoslovaquia, entre otros.
El hombre inconforme
Gorbachov nació en 1931 en Privolnoye, Stavropol, al suroeste de Rusia, una localidad campesina en donde trabajó la tierra junto con sus padres, especialmente en el cultivo de cereales. Destacó en la escuela desde temprana edad, y en 1950 viajó a Moscú para estudiar la carrera de Derecho. Dos años después, se afilió al Partido Comunista, y su vida personal dá un giro inesperado: conoce a Raisa Titorenko, una mujer de carácter firme, que fue su soporte en los momentos de cambio, y con quien se casó en 1953.
Escaló niveles en el partido, pero con ojo crítico. En 1956 un hecho trascendental influyó en su concepción política: Nikita Kruschev, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) denunció los crímenes del régimen de Stalin (1922-1953), confirmando que el sistema de gobierno no solo se descomponía por dentro, sino que estaba manchado de sangre inocente.
Gorbachov vio morir a Kruschev, luego a Andropov y, finalmente, a Chernienko, todos ellos políticos de la vieja guardia. La muerte de éste último le abrió las puertas del cargo de secretario general del PCUS, que asumió el 11 de marzo de 1985, llegando así a la cúspide del poder en la inmensa URSS.
El comunismo no daba para más
Conocedor de la crisis política y económica del sistema, empezó por eliminar la censura, lo que llamó Glasnost (apertura), medida que permitió acceder a millones de soviéticos a literatura e información sobre el pasado de un régimen que no era exactamente el “paraíso”. Una decisión suicida en un país en donde la libertad de prensa no existía desde el inicio de la revolución. Pero Gorbachov se la jugó.
Con la Perestroika (reestructuración) intentó un recambio paulatino, renovando líderes y pensamientos, pero sobre todo otorgando libertades que habían sido clausuradas hacía muchas décadas.
En el Perú de los ‘80, desde las aulas universitarias, los alumnos veían con simpatía a un hombre con ideas renovadas, que sonreía y estrechaba la mano de su “archienemigo” Ronald Reagan, el presidente de Estados Unidos, sin complejos ni temores. Sin embargo, persistía una duda: ¿hasta dónde lo dejarían llegar con esta ola de reformas?
El 8 de diciembre de 1987, en Washington, Gorbachov y Reagan firman un pacto de reducción de armamento. Pero todo no era felicidad, en el frente interno los estados que formaban parte de la URSS empezaban a exigir más libertades y la burocracia parecía no estar dispuesta a ceder.
Entonces en 1988 Gorbachov introduce las elecciones por candidato dentro del Partido Comunista, y un año después es elegido para el nuevo cargo de Jefe de Estado de la Unión Soviética. Elimina así a ciertos grupos de resistencia y pisa el acelerador de la reestructuración anunciando la reforma de la Constitución. De pronto, todo era diferente, incluso los debates del antes oscuro e impenetrable Partido Comunista se transmitían ahora por televisión, “en vivo y en directo”.
Ese año los aires de cambio traspasan las fronteras soviéticas y alcanzan los países cobijados bajo la órbita comunista, donde los regímenes empezaron a tambalearse, empujados por las masas desde las calles. El colofón fue el derrumbe definitivo del muro de Berlín en noviembre de 1989.
Ese mismo año decide el retiro de las tropas soviéticas de Afganistán, y en 1990 recibe el Premio Nobel de la Paz. Gorbachov tiene admiradores y detractores, sobre todo en la Rusia de hoy. Unos le enrostran no haber realizado las reformas con mayor celeridad, otros le critican haber abandonado el sistema comunista.
(Miguel García Medina)
(Fotos: Reuter, Fernando Fujimoto)