Bogotá es Mozart: Diario de conciertos (II)
El viernes, la Alcaldía Mayor de Bogotá ofreció a los invitados un City Tour por La Candelaria, el centro de la ciudad, que incluía entrada a Museos y un almuerzo en el Hotel de la Ópera. El día lluvioso y feriado acortó los planes por lo que no pudimos ver los museos.
Juan Luis Restrepo Viana, representante de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía Mayor y anfitrión del paseo, explicó al detalle cual era el proyecto de la ciudad en términos culturales musicales. Nos explicó que debido al declive de Caracas como polo cultural, Bogotá comenzó a tener mas actividades culturales a partir de fines de los años 90 e inicios del 2000. Además, fue importante el cambio que se dio en la actitud de los bogotanos luego de los años de violencia. Se hicieron políticas de proyectos de desarrollo, que se concretaron cuando Bogotá fue elegida “Ciudad creativa de la Música” por la UNESCO, título que ostenta con ciudades como Bologna (Italia), Glasgow (Escocia), Gant (Bélgica) y Sevilla (España). Es inspirador escuchar cómo un delegado de una comuna tiene tan claro y de manera tan profesional que un plan cultural es indispensable para que una ciudad se desarrolle. Cualquiera que camine por Bogotá cualquier día puede respirar en su ambiente ese deseo de cultura y actividades diarias que se ven en parques, plazas y teatros. Me encargué de contarle a este distinguido señor lo lamentable de la situación en Lima, y como nuestro alcalde y sus secuaces están destruyendo todo avance en este sentido. Lima ha sido tomada por delincuentes que le harán mas daño del que probablemente nos imaginamos, nos pondrán fuera de cualquier circuito o intento de ser parte de una sudamérica cada vez mas integrada y eficiente en espectáculos culturales.
Luego de un show musical, un delicioso Ajiaco y una cata de café, nos dirigimos al contiguo Teatro Colón, una de las salas mas bellas de esta ciudad, para continuar con nuestra agenda Bogotá es Mozart. En las afueras del teatro las largas colas ya se formaban para ver el recital del pianista austríaco Stefan Vladar, quien la noche anterior nos había sorprendido dirigiendo a la Wiener Kammerorchester. El interpretó tres sonatas tempranas de Mozart, las nos. 5, 8 y 10. Vladar es muy romántico en su aproximación a las obras de este autor, y aunque no sea considerado un referente de su tradición, supo darle toque virtuoso a sus versiones. Vladar es indudablemente un extraordinario artista, y sería interesante verlo nuevamente, sobretodo en otro repertorio.
Los tiempos y distancias no me permitieron ver un concierto de la Camerata Salzburg con Lars Vogt al piano. Por lo que el regreso al hotel era indispensable para recargar energías para la noche.
Recibí una invitación del famoso regisseur Alejandro Chacón (quien en Lima dirigió Gianni Schicchi, Suor Angelica y Don Carlo) para asistir a su producción de El empresario teatral (Der Schauspieldirektor, KV. 486) de Mozart, ópera de cámara que no era parte del Festival, y se presentaba en el Teatro Libre de Chapinero. Esta modesta producción presentaba actores y cantantes jóvenes en una reinterpretación fresca que intercalaba algunas famosas arias famosas del compositor, y además, dentro de la representación, incluía la versión completa de Bastien und Bastienne, K. 26b, ópera que Mozart escribió a los 12 años. Me sorprendió sobretodo la eficiencia de los 15 jóvenes del ensemble de la Orquesta Sinfónica de Colombia y las voces de los intérpretes, que demostraban potencia, agilidad vocal y técnica. Los vestuarios fueron por cuenta de Adán Martínez, quien viene a Lima dentro de poco para preparar el vestuario de Lucia di Lammermoor, que veremos a fin de mes en el Festival Granda.
El sábado tuvimos un desayuno de periodistas con Ramiro Osorio, director y organizador del Festival, y con Enrique Muknik, creador y productor de las dos ediciones del Festival de Bogotá (Beethoven en 2013 y Mozart en 2015), además de quien facilita la llegada de los cientos de artistas que se presentaron en esta edición. Osorio comentó los planes y proyectos del Teatro para este año: Presentarán un Rigoletto, celebrando los cinco años del Teatro Mayor, en una producción de la Ópera de Zürich; Además llegará a Bogotá el English National Ballet para presentar una fastuosa producción de El lago de los cisnes como nunca se ha visto en Bogotá. Otro importante evento será la llegada en julio de la Orquesta Sinfónica Simón Bolivar de Venezuela, dirigida por Gustavo Dudamel, para dirigir en cuatro días consecutivos la integral de sinfonías de Beethoven. Osorio también destacó que el trabajo en conjunto con teatros de la región es fundamental, por eso para preparar este Festival, organizaron un circuito para que algunos de los artistas presentes también hagan presentaciones en México y Chile, quienes fueron sucursales de este Bogotá es Mozart. Destacó la belleza del Gran Teatro Nacional de Lima y el atractivo de nuestra ciudad para entrar en este circuito, pero para eso es necesario se den las condiciones aquí, eso implica disposición e inversión, tanto pública y privada. Eso es algo que debemos empezzar a hacer ya si queremos ser parte de estos grandes proyectos que se vienen realizando. Lo que debemos lograr antes que nada es que en Gran Teatro Nacional tenga una dirección autónoma y un presupuesto asignado, de esa manera pueda producir espectáculos con eficiencia, como lo hace el Teatro Mayor. El resto irá desarrollándose solo.
Este último día de Festival por fin pude ver a la Camerata Salzburg, dirigida por el gran Louis Langrée. El solista era el esperado violinista lituano Julian Rachlin, famoso por su calidad y dedicación a labores de ayuda. Su currículum es inmenso y a trabajado con los mejores directores y orquestas del mundo. Por ejemplo, su calidad ha hecho que compositores de la talla de Krzysztof Penderecki escriban obras para el. Rachlin interpreta en un Stradivari de Cremona de 1704.
El concierto se inicia con la obertura Don Giovanni, con final alternativo para concierto. De sonido fuerte y vigoroso, Langrée conduce de manera elaborada. Los contrabajos están del lado izquierdo, y la orquesta se luce en pleno.
Rachlin inicia el concierto para violín no. 5 con refinamiento y elegancia. El sonido es sedoso en las partes mas agudas y virtuosas del allegro – adagio, con un volumen correcto e interesante estilo. En la cadenza el sonido es franco, directo e inteligente. El acompañamiento de la orquesta es sobrio. En el adagio hay un encendido lirismo y legato en su solo. La orquesta es bellamente llevada por Langrée. Las cuerdas llevan un acompañamiento etéreo y vientos con bello sonido y empuje. La brevísima cadenza de Rachlin es leve y pastoral. El Rondo, tempo di menuetto es interpretado de forma graciosa y scherzante. El diálogo entre violín y director es casi danzante. El final casi imperceptible del concierto hizo estallar al público de sus asientos, en una prolongada ovación de pie para el solista, visiblemente emocionado.
Su primer encore fue largo y muy virtuoso, creo yo el mejor del festival, tuvo un diálogo frenético y intenso en su interpretación. El segundo encore, una partita de Bach, fue sublime y opuesta completamente al primero. Con estos regalos Rachlin supo exhibir todas sus capacidades y logró que su instrumento recitara poemas, de manera franca y muy inspirada. No puedo esperar a verlo dentro de unos meses en Lima presentándose con la Sinfónica.
La Camerata Salzburg cerró el programa con la sinfonía no. 40 K. 550. En el molto allegro escuchamos pasajes deliciosos de los violines y contundencia en crescendos, en una limpia y precisa técnica de Langrée. El andante trae brillantes acentos muy bien controlados y con sentido. El menuetto – allegretto es mas rapido y enérgico, con bellos acentos y matices. El finale. allegro assai se inicia preciso, y se matizan perfectamente los siguientes temas. Destaca la limpieza de los vientos y metales, y el sonido es poderoso. Langrée es un extraordinario conductor, con indicaciones intensas mas no exageradas, y con mucha pulcritud. Es difícil no emocionarse con una interpretación tan cuidada y con detalles tan ricos en cada compás. Como encore, Langrée anuncio la obertura de Le nozze di Figaro “Celebrando union de mozart y Bogotá”. Esta fue una reinterpretación fascinante de la obra, muy vivida y animosa. Langrée dejó de dirigir por los ultimos 30 a 40 compases, limitándose a observar como concluía la orquesta una brillante tarde.
Clausura
Aquí pude tomar algunas fotos de posters enormes autografiados de los artistas que han pasado por el Teatro Mayor. Estos están en el backstage del Teatro, al cual teníamos acceso todos los días.
Luego de emocionantes experiencias, llegamos al concierto de clausura. La Staatskapelle Halle, dirigida por Josep Caballé, cerraba el Festival con el Requiem, K. 626, obra póstuma del compositor que dejó de existir a los 35 años. Acompañaban el Coro de la Ópera de Colombia, el tenor austriaco Paul Schweinester, el baritono alemán Andreas Scheibner, la mezzosoprano austriaca Michaela Sellinger y la soprano colombiana Juanita Lascarro, quien reemplazaba a la inglesa Deborah York por indisposición.
El Requiem se inicia de una manera sobria, muy piano, dando la entrada al Kyrie por el Coro y solistas. El joven tenor Schweinester tiene una bella voz ligera que me recuerda a un joven Ian Bostridge. Aunque con cierto esfuerzo para los agudos, muestra una técnica interesante. La mezzo Sellinger posee una voz amplia que le permite cantar roles barrocos o wagnarianos como el de Brangäne, según dice su curriculum en el programa. Al inicio se la oye profunda pero luego matiza la voz a una mas ligera, siempre audible. El barítono Scheibner muestra una interesante musicalidad y la soprano Lascarro posee un bello timbre muy lírico y de buena proyección. En el Dies Irae Caballé usó un tiempo presto forte en que lució a un poderoso coro, con matices y sonido amplio. Los cantantes en promedio bordeaban los 30 años, y cada uno interpretaba independiente, con mucho entusiasmo y fervor. El Tuba mirum nos mostró un bello solo del corno. Durante el Confutatis el Coro canta con decision y dramatismo, nuevamente destacando las interpretaciones individuales. La orquesta muestra un sonido noble y bellos pasajes fortes, especialmente destacando los oboes y clarinetes tenore, instrumentos requeridos en esta partitura. El Lux aeternam permite lucir el lirismo de Lascarro.
Luego de este concierto se cerró el Festival con dos presentaciones populares en el Teatro Estudio. La presentación de las bandas Puerto Candelaria y La Mambanegra dieron el toque popular en ambiente de fiesta, y con eso cerramos esta maravillosa etapa musical.
Un paseo por el mercado de las pulgas de Usaquén marcó el final de mi visita a Bogotá, una que espero traiga mil ideas para compartir y permita dar pasos positivos en favor de desarrollar actividades musicales de gran formato aquí. Lima es una ciudad grande, de gran historia y legado, que sería injusto que quede relegada del circuito internacional por no tener mecanismos de trabajo y ganas de desarrollo.