Espíritu crítico
¿Para qué sirve la literatura? MVLL respondió a esta pregunta durante su conferencia magistral “Testimonio de un escribidor” en la Academia de Ciencias Sociales de Beijing. Lo mismo me pregunté yo hace más de 20 años cuando decidí estudiar Literatura en mi venerada PUC. Confieso que por entonces no lo tenía muy claro, tan solo seguía mi intuición. En China, el maestro lo dijo con todas sus letras: “Para formar ciudadanos con espíritu crítico”.
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“Un país puede haber avanzado pero nunca lo suficiente para satisfacer nuestras aspiraciones”, subrayó. De acuerdo con el Nobel, “la literatura desarrolla una actitud crítica que es un gran motor del cambio y del progreso”.
Para el escritor peruano, “la literatura sí deja una huella en la vida y nos enseña que la realidad está mal hecha”. Añadió que las letras producen en el lector “un elemento de disconformidad y crítica de lo existente”.
En China, un país que ejerce una fuerte censura y controla la información, Vargas Llosa indicó que “no es casualidad que todos los regímenes que han querido controlar la vida de sus ciudadanos hayan desconfiado de la literatura. Y tenían razón”.
Según el Nobel, la importancia de este espíritu crítico es que genera “la voluntad de cambio y mejora, que han sacado a la humanidad de las cavernas”. “Si queremos sociedades modernas, democráticas, justas y libres es necesario tener ciudadanos con espíritu crítico que puedan garantizarnos un porvenir mejor”, remarcó sin mencionar la situación de China.
“Queremos ciudadanos que no estén ensimismados, que tengan una visión sin fronteras”, subrayó. El escritor considera que la literatura “es una forma de acción”. “La literatura debe comprometerse, no puede estar disociada de la realidad social. Si tenemos conciencia que la realidad está mal hecha, hay que cambiar esta situación”, invocó.
Durante su conferencia, Vargas Llosa hizo un recuento de su propia vida y obra con una voz muy personal. Mencionó que sus primeros recuerdos son bolivarianos “y de una ciudad llamada Cochabamba”. “En esos diez primeros años de mi vida fui inmensamente feliz”, recordó.
Confesó que “la cosa más importante que le ha pasado es aprender a leer a los 5 años de edad”. Los cuentos que escuchaba de niño fueron el origen de su vocación de escritor. “Me apenaba que se terminara la historia, cambiaba los finales que no me gustaban”, rememoró.
Dijo que empezó a estudiar Derecho porque “para un sudamericano era un sueño pensar en dedicarse a escribir”. “En aquella época, la literatura no era una profesión, era un hobby”, sostuvo.
No quiso dejar de mencionar a dos autores que han marcado sus obras. “Recibí como muchos escritores latinoamericanos la influencia de Sartre. Faulkner fue el primer escritor que leí con lápiz y papel en la mano. No solo para leerlo sino para estudiarlo”, aseveró.
Además, expresó su gratitud a Francia, donde –según dijo- “descubrió a América Latina”. “En esos años sabíamos muy poco de lo que ocurría en nuestro propio continente. La experiencia parisina me sirvió para conocer una literatura muy rica escrita en nuestra lengua. Más que un escritor peruano me sentía un autor latinoamericano”, manifestó.
De su larga lista de obras, citó especialmente a “Conversación en la Catedral”, “Pantaleón y las Visitadoras”, “La Tía Julia y el Escribidor”. Cada una de ellas representa un momento en su carrera literaria. “Con Pantaleón descubrí la importancia del humor en la literatura. Un humor de brocha gorda. Fue como descubrir un juguete nuevo”, explicó.
Al término de la ceremonia respondió las preguntas de algunos estudiantes y profesores de español en China. Una alumna le preguntó qué opinaba del amor. El Nobel le dijo que “el amor es mucho mejor vivirlo que escribirlo”. A otra estudiante le dijo “no le voy a aconsejar que sufra para escribir buena literatura”.
También animó a los jóvenes chinos a “leer buenos libros que tienden puentes”. “Si su vocación es la literatura, hágalo. La literatura exige no solo inspiración sino disciplina”. Citó a Flaubert que “fabricó su talento a base de perseverancia, autocrítica, revisando cada palabra que escribía. En su obra uno ve surgir la perfección de la imperfección”, señaló.
Tampoco pudo evitar una pregunta obligada en cada uno de sus viajes desde que recibió el más grande galardón de las letras. “Señor Vargas Llosa, ¿quién merece el Nobel de Literatura?”. Y el Nobel respondió, “Yo iría a Ginebra, donde está enterrado Jorge Luis Borges y lo resucitaría para entregarle el premio. Fue el gran escritor de su tiempo que le dio a la lengua española una nueva dirección. Una de las grandes ausencias en los Premios Nobel”.
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