Universitario: el hincha exige, exige y exige
Cuando Javier Núñez apareció en la Noche Crema del año pasado, pocos lo conocían. Ya había jugado varios partidos en el primer equipo, incluso estuvo a préstamo en Municipal, pero no había dejado alguna imagen que permanezca en la memoria del hincha. “Es de los juveniles”, se escuchaba en el Monumental.
Sorprendió que Chale lo considerara en una noche en que se presentaban Alberto Rodríguez, Juan Manuel Vargas, Arquímedes Figuera, Aldo Corzo y el ‘Pana’ Tejada. En un partido olvidable ante la Universidad Católica, Núñez mostró cierta habilidad para la gambeta en velocidad, aunque nada que hiciese pensar que estábamos ante una nueva estrella como en su momento ocurrió con Ruidiaz, Polo o el Orejas. “Hay que esperarlo”, fue la sentencia común.
Un año y pico después, Núñez pelea con Ángel Romero el título del jugador más resistido por la hinchada. Se mueve, intenta asociarse, pero no tarda en agonizar en un mar de imprecisiones. Curiosamente, le ha ido mejor en la emergencia, cuando Chirinos lo ha usado para reemplazar al lateral derecho. La 10 le queda enorme y aunque no dudo que mate por la crema, es acusado casi por unanimidad de jugar con un refrigerador en el pecho.
Hoy que Universitario se muere de escasez, el hincha se desespera y exige. Y a falta de alternativas, hace uso de la generosa baraja de jóvenes que, ante la emergencia, fueron subidos al primer equipo.
Primero fue De la Cruz y ‘Canchita’, abrumado por la responsabilidad, tuvo que volver a la reserva. Elogió a Osorio, pero rápidamente lo cambió por Montesinos. Festejó a Morales y este no duró ni 35 minutos tras una falta de primerizo. Cree que Velarde es Reynoso, Barco el Puma y que Chávez puede ser el nuevo Trauco. Exige, exige y exige, dice que los chicos deben jugar y rendir. Hay excepciones como Velarde, aunque Ake Loba, el domingo, mostró que tiene cintura de cemento.
El hincha olvida que una cosa es debutar arropado por Galván o Gustavo Grondona y otra es hacerlo con los mismos chicos con los que jugaban el domingo anterior en la reserva. Y deben hacerlo con la obligación no solo de rendir y agradar, sino de ganar ante el peligro cada vez más visible de caer en las fauces del descenso.
Si la ansiedad hace más explícitos los errores de los experimentados -Benincasa, Balbín, Romero, Figuera y un largo etcétera conocido-, ¿qué no hará en chiquillos que, en una situación normal, deberían caminar paso a paso, encontrando su lugar en el once y en el campo, hasta acostumbrarse a la exigencia, no solo de jugar en la división profesional, sino de hacerlo con la camiseta de Universitario que, como sabemos, no pesa 5 gramos?
¿Por qué Chirinos insiste en Vargas a pesar de su sobrepeso, en Romero, Siucho o Núñez? Porque, al igual que Troglio y quien haya pasado más de cinco minutos en un vestuario, conoce más al plantel que cualquiera de nosotros. Sabe que los chiquillos, a pesar de su entusiasmo, de su amor infinito por la camiseta, aún están verdes para la gran competencia. Que la frase “cualquiera es mejor” es solo eso: una frase, y muy infeliz, que no solo revela ignorancia por la realidad del club, sino desprecio por quienes salen a defenderla a pesar de sus limitaciones.
Cuando varios posts atrás dije que la ‘U’ estaba para pelear el descenso, faltó poco para que me lincharan. No hay más, muchachos. La ineptitud dirigencial -de esta y anteriores administraciones- ha puesto al club en esta situación. Todo lo que viene va a ser demasiado duro, complicado, más aun si la Federación Peruana de Fútbol insiste en mantener la prohibición de no contratar.
Es difícil pedir paciencia en estos momentos, pero mal haríamos en convertir a los De la Cruz, Osorio y Montesinos en los nuevos Siucho, Núñez o Shuller. En momentos de crisis, se agradece una dosis de calma. Hoy la necesitamos.