Artículo de documentación: Visibilidad Debate candente (16/01/2000)
Alimentos genéticamente modificados Una de las aplicaciones más importantes de la ingeniería genética se da en la agricultura. Hasta hace poco un rotundo éxito comercial, la venta de semillas de plantas genéticamente modificadas ahora está siendo cuestionada. Manifestaciones públicas y acciones de las autoridades europeas han planteado dudas en varios paIses. Esto, además de tener consecuencias para los fabricantes, puede tenerlas para los países en desarrollo.
Para tener una idea sobre la importancia de las plantas genéticamente modificadas (llamadas GM) basta decir que más de 40 han sido aprobadas para consumo humano y el área plantada con soya, maíz, canola*, papas y algodón genéticamente modificados es mayor que las Islas Británicas.
Una de las modificaciones es un gen, introducido a través de la bacteria Bacillus thuringiensis, que contiene una proteína insecticida. La presencia de esta proteína permite a la planta defenderse de plagas y al agricultor prescindir de ciertos insecticidas. Este es el caso del maíz llamado Bt . En la soya, el gen introducido resiste a los herbicidas, lo que hace innecesaria la limpieza manual y evitando la erosión. Ciertas calabazas utilizan un gen que las hace resistentes a ciertos virus. En el caso de las plantas alimenticias más importantes, la modificación genética defiende a la planta contra las plagas, ya sean de insectos, virus o hierbas invasoras. A la cabeza está la soya, con casi 22 millones de hectáreas plantadas, seguida del maíz, con más de 11 millones, el algodón con 3,7 millones y la canola con 3,4 millones. En el tercer mundo las cantidades son aún muy pequeñas, pues el proceso está en estado experimental. Sin embargo su importancia podría ser mayor debido a que se trata de la inclusión genética de substancias alimenticias. Un ejemplo es el arroz genéticamente modificado para producir más vitamina A y acumular hierro. El propósito es dar a países de alimentación deficiente, cuya dieta está basada en el arroz, un alimento que ayude a prevenir la ceguera y la anemia. También se está tratando de incluir genéticamente una vacuna antidiarreica. Genetistas de la Universidad de Cornell han desarrollado una papaya resistente al virus que ha devastado plantaciones en Brasil, Jamaica, Hawai y Puerto Rico.
El problema con las plantas GM surgió en Inglaterra, país sensibilizado sobre el tema de los alimentos por la epidemia de las vacas locas (encefalitis bovina esponjiforme) y brotes de salmonella. Primero fue un investigador, que anunció por televisión que las papas genéticamente modificadas podían dañar el sistema inmune, cosa que sus superiores desmintieron, por lo que fue despedido a los dos días. Pero, una vasta teleaudiencia ya había escuchado el mensaje. Luego, un médico escocés informó que las mismas papas detenían el crecimiento de los ratones, lo que también fue refutado, pero obtuvo titulares de bandera en la prensa.
Una observación menos trascendental, pero respaldada por estudios más serios, fue hecha en los EE.UU. con respecto al maíz Bt (resistente a los herbicidas). Se descubrió que alrededor de los cultivos, donde el polen es llevado por el viento sobre la mala hierba asclepias, moría un alto porcentaje de las orugas de la mariposa monarca. Los conservacionistas pusieron el grito en el cielo, anunciando el inminente exterminio de la mariposa. Cuando quedó demostrado que el peligro se limitaba a unos metros cercanos a los campos de maíz, la noticia ya había aparecido en los titulares.
En el caso de la soya enriquecida genéticamente con una proteína proveniente de la nuez del Brasil, el tema es la alergia. Resulta que las personas alérgicas a la nuez también lo son a la soya enriquecida con la misma proteína. Si bien la alergia no impide que la mayoría de la población mundial, que no la sufre, pueda consumir nueces del Brasil, en el caso de la soya es una novedad.
Todos estos temas, recogidos con entusiasmo por los medios en Europa, han causado una reacción por parte del público y de las autoridades. Al rechazo ha contribuido la actitud soberbia de las empresas que venden las semillas modificadas, quienes habían logrado al menos hasta ahora no identificar en el envase los alimentos modificados genéticamente. Esto ha cambiado la actitud tanto del público como de las autoridades. Próximamente trataremos sobre estos cambios de alcance mundial.
* Palabra resultante de la combinación de Canadá y ‘oil’; es una planta de cuya semilla se extrae aceite vegetal para consumo humano.
Tomás Unger