Las lámparas tejidas con fibras naturales, como el mimbre, bambú y ratán, eran exclusivas de los espacios exteriores; pero en la actualidad, ocupan un lugar protagónico en interiores. “Destacan por su ligereza e iluminación suave y brillante, resaltando la calidez de los ambientes”, indica la arquitecta Gisela Vicente.
Si bien este tipo de lámparas encajan en ambientes escandinavos, rústicos, bohemios e industriales, por su estética natural y llena de textura; sus formas llamativas (esféricas, elípticas, tipo campana y cilíndricas), también permite lucirlas en refugios contemporáneos y minimalistas. Además, las de pie y de mesa, ayudan a crear suaves juegos de luz indirecta y una atmósfera relajada. Puedes darle color a estas piezas con látex o esmalte; y para que la pintura penetre el tejido, usa una mopa.
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Figuran también las lámparas con pantallas hechas con madera, como teca, ébano o cerezo, que brillan por sus diseños simples, pero también escultóricos. “Una lámpara suspendida puede llegar a pesar 2, 5 kg, por lo que el sistema de sujeción se realiza con cables acerados anclado al techo”, señala Vicente.
Es posible encontrar, además, lámparas de mesa o de pie con detalles en piedra natural (mármol y cuarzo), los cuales funcionan en ambientes que destellan elegancia. Otras alternativas son las que tienen pantallas hechas de yute, sisal, algodón, lana, seda o lino. “Permiten un alumbrado en grandes dimensiones, debido a que la luz atraviesa por todas sus caras, cubriendo todo el ambiente”, indica la interiorista Diana Reátegui.