María Isabel Gonzales
Formas curvas, piezas talladas, estampados recargados y una paleta de color que prioriza los tonos damasco, lima, cian y violeta. Estas son algunas de las principales características del maximalismo, que promueve la mezcla de objetos modernos, antigüedades e incluso complementos con toques futuristas, pero con una línea en común: el exceso. De allí que los elementos que se incluyen en estos ambientes sean más grandes que el mobiliario estándar y sus diseños rompan con lo tradicional.
Silvia Núñez del Prado, arquitecta y docente de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, señala que el maximalismo apareció entre 1980 y 1990, como una respuesta al minimalismo y sus estrictos parámetros, en donde la sencillez era la protagonista.
"Si bien la premisa 'más es más', no se trata solo de acumular objetos. Este estilo es ostentoso y busca transmitir elegancia y armonía. Esto se puede lograr teniendo en consideración algunas reglas, como dejar al menos unos 40 cm libres alrededor de la mesa de centro para circular cómodamente", dice Núñez del Prado.
Según María Eugenia Nevado, profesora del Instituto Toulouse Lautrec, para que una decoración maximalista se luzca es ideal que las estancias sean amplias y luminosas.
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