El arquitecto David Hertz se encargó de darle una nueva vida a un avión dado de baja y usarlo como parte de una casa en medio de las montañas de Malibú, California.
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Las alas y otras partes del Boeing 747 fueron compradas por Hertz y su clienta por 50,000 dólares, un precio bastante cómodo teniendo en cuenta la cantidad de material que estos objetos podían proporcionar al diseño que iban a llevar a cabo.
Hay tres elementos fundamentales en la casa: concreto, vidrio y el avión, que al combinarse ofrecen una producto final fuera de lo común pero a la vez elegante.
El interior de la casa es muy luminoso y simple por el uso de las paredes de concreto. La decoración es sobria en tonos grises y con muebles de madera. Conoce más detalles en la galería de la nota.