En el verano del 2003 cuando dos jóvenes nacidos en 1984 se divertían en los estadios de fútbol profesional como si fueran dos adolescentes en los patios del colegio, Jefferson Farfán era el nuevo 'potrillo' de La Victoria y Juan Cominges comenzaba a dibujar figuras sobre el césped, vestido de crema.
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Los dos aceptaron hacer una producción fotográfica en la que los dos iban a aparecer jugándose un Clásico, pero con controles de PlayStation. Ambos, en las conversaciones telefónicas, se mostraron entusiasmados. En una sala de reuniones improvisamos un estudio a donde llevamos el videojuego de moda en ese momento. La pantalla de televisión era inmensa, los controles brillaban al no haber tenido uso antes.
Todo eso le íbamos contando a 'Juanchi', quien fue el primero en darnos el encuentro por una avenida muy transitada del distrito de Surco. "Estás seguro que Jefferson va a ir", nos preguntaba el volante, hoy convertido en el nuevo coach de la selección peruana.
Cominges, el menor de la dinastía, dudaba porque conocía a Farfán desde que estudiaban en primaria. Sabía que el atacante, que en esos meses ya negociaba su primera incursión en el extranjero, no se caracterizaba por su puntualidad.
Doña Charo Guadalupe, madre de Farfán, nos pidió disculpas luego de saludar con un abrazo a Juan. La producción nunca se pudo hacer. "Ahora le voy a jalar las orejas. Perdón de verdad", se despidió la madre del '10'. Cominges, sonriendo, nos pidió que lo lleváramos a su casa. "¿Ya ves? Te lo dije", bromeó antes de bajarse de la movilidad de este periódico. Cominges siempre supo que Farfán era un crack, pero que siempre necesitaba de la contención de su familia y amigos para no caer en alguna inconducta.
Es curioso, más de quince años después, ahora sí Juan podrá ser una voz amiga para el hombre del Lokomotiv de Moscú. 'Juanchi' ya no es el mediocampista de buen pie que alguna vez fue comparado con Enzo Francescoli por los comentaristas de Fox Sports, en un partido de Copa Libertados de Sporting Cristal. Hoy sus asistencias estarán fuera de las canchas. Hoy es el coach que acompaña con discurso, con metas y con motivación al grupo que jugadores que ha clasificado a la final de la Copa América.
-Primeras funciones-
Para Juan Cominges no es difícil acostumbrarse a la convivencia en un plantel de selección peruana. Ya fue convocado alguna vez en los procesos de Sergio Markarián y Paulo Autori. Y no solo hay empatía y amistad con uno de los líderes del grupo, Jefferson Farfán, sino también compartió camerino y competencias con Paolo Guerrero y Alberto Rodríguez.
Al nacer en 1984, el ex volante -que también incursionó en los últimos tiempos en el fútbol playa-, estuvo en selecciones juveniles con una de las generaciones más destacadas de los últimos tiempos en el fútbol peruano.
El coach ontológico acompaña a las personas para enfocarlas en sus metas principales. Apenas fue contratado por la Federación Peruana, Juan Cominges se puso el buzo de la selección y acompañó en los entrenamientos. Su propuesta fue definida como la más completa por el comando técnico de Ricardo Gareca. Quien se reunió con él para decirle que era el elegido fue Néstor Bonillo, el preparador físico de la selección y uno de los hombres que más cerca está de los jugadores en el plantel.
Su papel, de momento, es permanecer en diálogo directo con los jugadores. No solo es un apoyo anímico y motivacional sino que también enfoca a los jugadores hacia sus objetivos más inmediatos.
Los convence de que cada proyecto exige un esfuerzo, una actitud y un desgaste. El papel de Cominges es clave en este buen momento de la selección. 'Juanchi' es el coach y Giacomo Scerpella el psicólogo oficial. Ambos cumplen funciones que hacían mucha falta en la Blanquirroja, luego de la salida del psicólogo argentino Marcelo Márquez. Una de sus primeras labores fue conversar mucho con Christian Cueva. Cominges es un coach que nunca perderá el ADN del futbolista que fue o que aún es. Sabe muy bien lo que hace falta. Sabe muy bien lo que tiene que hacer.