No hay mejor frase que describa la responsabilidad de nosotros en las tierras donde nacimos y crecimos: “La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, el bien de todos y cada uno para que todos seamos realmente responsables de todo”, decía Juan Pablo II.
Entre contagios y muertes causadas por un enemigo invisible, la desesperanza pareciera que quiere apoderarse de nosotros como sociedad. Es necesario encontrar en nuestra comunidad ese hombro de ayuda, esa sonrisa de esperanza, esas manos que comparten, y todos esos actos que nos demuestren que juntos sí podemos, que después de todo compartimos la misma tierra y los sueños por un país más justo y solidario.
Es así como encontramos en los distritos de Tate y Pachacútec (dos de los 14 que conforman la ciudad de Ica) a un personaje muy querido por estas comunidades y que llena de valor cada corazón que late en esas tierras; un hombre que motiva día tras día a mostrar la mejor versión de cada uno de los vecinos. En este lugar, ubicado a 30 minutos del cercado de Ica, nace una esperanza para estos distritos, donde los protagonistas son todos ellos. En este reportaje llevaremos una certeza: que somos más grandes que cualquier aflicción que se nos presente.
Legado de solidaridad
Tate y Pachacútec son un ejemplo de comunidades trabajadoras que no son ricas en su economía, pero sí en espíritu. No es la primera vez que Tate da que hablar, pues ya es conocida la historia del Inca Pachacútec: un día llegó a estos lugares y se enamoró completamente de una pobladora llamada Chumbillalla, a quien ofreció ser parte de sus concubinas. La joven rechazó tal “fortuna”, ya que amaba a otro hombre. Esto causó admiración en Pachacútec, quien no se molestó ni le reprochó nada, sino que la felicitó por la valentía que había tenido al rechazar su propuesta. Así, le dijo que le pida lo que desee, que él se lo daría, y aquí es donde pasa algo que todos debemos aprender: la muchacha le pide que construya una forma de traer agua a su comunidad para regar las tierras tateñas. Ante este pedido, el Inca Pachacútec envía a construir una acequia en diez días para después retirarse habiendo cumplido su promesa: hoy disfrutamos de la Achirana del Inca.
En esta historia se ve como Chumbillalla piensa en su pueblo, en el bien común y no en sí misma; se nota el coraje que una persona puede tener para lograr algo en beneficio de todos. Esa es la herencia de Tate, siempre ayudándose unos a otros.
Y es en este distrito donde precisamente se encuentra un locutor solidario, de 46 años, llamado Ramu Franco, muy conocido en la ciudad de Ica por sus obras solidarias en beneficio de las comunidades. Este hombre, de risueña y carismática personalidad, se encarga de sacarle una sonrisa a los pobladores participando en fechas importantes, organizando actividades festivas o entregando presentes, promoviendo su humildad y amor por las personas.
El bondadoso conductor radial ha participado en tres oportunidades en el “Trampolín a la fama” (sí, el de Augusto Ferrando), la primera vez cuando tenía solo 16 años, y también en un programa llamado “La hora del gorila”, donde por el 2015 era el encargado de animar. Sabemos que él ha contado con distintas propuestas de diversas personas para postularse como regidor de Ica, pero él las rechaza por no tener interés de ser parte de este sector. El influyente y solidario personaje no quiere recibir nada a cambio por su labor, de allí las frases que suele decir: “Del pueblo y para el pueblo” y “El cariño de la gente es mi mejor pago”.
Campañas en tiempos de COVID-19
El 9 de junio del 2021 se realizó una cruzada liderada por Ramu, con el objetivo de comprar una cabina de desinfección para ponerla a disposición de los distritos de Pachacútec y Tate. Se trata de una cabina hermética por donde pasa la persona o vehículo para una vez dentro unos rociadores arrojan hipoclorito de sodio, procurando su desinfección y ayudar a prevenir la transmisión del SARS-CoV-2.
La meta era alcanzar la cifra de S/3.500, que era el costo de una cabina de desinfección, pero sorpresivamente la campaña fue un éxito y logró recaudar S/7.080, logrando adquirir dos cabinas de desinfección. Una fue colocada en la entrada de Pachacútec y la segunda en el distrito de Tate, con el fin de salvaguardar la salud de todos y hacerle frente al poco apoyo brindado por las autoridades.
Aún hoy, ante el enemigo invisible del COVID-19, vemos que la población no se ahoga en sus penas, aunque no está tranquila sin seguridad; vemos cómo estos distritos, ante las amenazas, ven la forma de hacerles frente. Todos juntos, con esperanza, buscan soluciones y ponen de su parte para ayudarse entre sí. Las cruzadas no simplemente son un medio de apoyo económico, es ponerse la mano al corazón y de verdad querer ayudar, aun así no seamos personas con grandes recursos de dinero, sino realizando acciones que animan a otros a que se sumen, viendo esa inspiración, esa solidaridad, ese esfuerzo por su seguridad, logrando así acciones excepcionales conjuntas.
Estas cruzadas han ayudado a muchas personas, en especial a los más pobres. El esfuerzo de toda la comunidad también se encuentra presente, aún ante esa dolorosa partida y defunción de un familiar. Varias personas de bajos recursos económicos no tienen los medios para enterrarlos, ni para trasladarlos, lo que es un hecho que entristece. Así, este tipo de campañas es otra de las formas en que Ramu involucra a estos distritos y sus alrededores a participar. Aquí nadie duda en extender su mano al menesteroso.
Raquel Hernández, una ciudadana de la comunidad, nos contó sobre un primo suyo: “Mi primo José Morón falleció en Cusco, a los 27 años, el 24 de julio del 2020, a causa del COVID-19. No teníamos dinero para traerlo y darle un entierro digno, pero Ramu realizó una cruzada recaudando S/5.000, que fueron usados para el traslado de mi primo, su sepelio y entierro”. Además, agradecida, ella comentó: “Dios tiene preparado un camino para cada uno de nosotros, aún ante los desafíos que atravesemos, nosotros debemos de ver la manera de salir adelante, pero si el resto te ayuda… ¡qué alegría sintió mi corazón al ver la generosidad de este pueblo!”.
Julio Alfredo Huaman García, un panadero de la comunidad, también manifestó: “Hace 10 años, por noviembre, ocurrió una tragedia: una familia de escasos recursos vivía en una casa de esteras que se incendió; dos personas fallecieron, no contaban con dinero para nada, ni tratamientos ni asistencias ni nada, pero con una cruzada recaudaron S/6.000 para todos los gastos”. Él agrega: “Estas cruzadas no solo son para personas enfermas, son para todas las personas que necesiten de un apoyo. Ramu es la persona que no mira de qué familia es, él ve la necesidad y convoca a todos para ayudar. La comunidad ante su llamado apoya. Todos los días, a las 11 a.m., están conectados ya sea en la radio de un carro, en casa, en el trabajo, en el fundo, todos están listos para escucharlo y seguirlo, y sobre todo, ayudar cuando se convoque”.
Tate y Pachacútec son distritos en los cuales la realidad socioeconómica de la población no es muy estable, porque la mayoría de los ciudadanos trabaja por temporadas en fábricas y fundos. Eso, sumado el duro golpe de la pandemia del COVID-19, ha hecho caer a muchos por esta enfermedad, siendo estas cruzadas de amor como un bálsamo que alivia todo dolor. Tal y como lo demuestran en estos distritos, en el que muchas veces, aun con un pequeño grano de arena que da cada ciudadano, ayuda a que otros puedan salvarse, curarse y apoyarse en su necesidad.
Toda comunidad dispone de potencial para desarrollarse y ayudarse, pero solo se logra si la población se comunica y pone de su parte. Ramu es aquí la persona que propicia, alienta y permite lograr el despliegue de toda la bondad y generosidad que existe en estos corazones iqueños, como en Navidad, Día del Padre, Día de la Madre y en otras festividades especiales, que con el apoyo tanto de la población como de empresas y empresarios con recursos económicos que se sinceran y dicen “yo me sumo a este apoyo”, demuestra ser una sociedad donde el bien común es una práctica constante en sus vidas.
Cuánto aprendizaje hay en esta historia, ¿verdad? Todos estamos viviendo este tiempo tan crítico donde aquel virus está dañando a muchos de nosotros, pero hemos aprendido que aún nos faltan cosas por mejorar, como personas y como sociedad. No olvidemos los valores que tenemos cada uno, aquello que nos identifica como peruanos. Es tiempo de olvidar las desigualdades y ser todos uno solo. Practiquemos aquel valor que se ha mencionado en el desarrollo de este reportaje que es la solidaridad, ser parte de acciones pensando en el bien común, para poder ayudar a más personas y familias.
Por eso, les pedimos que reflexiones ante estas acciones. ¿Se imaginan un país donde todas sus comunidades sean como Tate y Pachacútec? Recuerden siempre que no tenemos asegurado nuestro futuro, quizás hoy le toque a la familia Ramírez sufrir, otro día a la familia García o a una sola persona como a Clara, Luis o a usted. Pero toda obra positiva es retribuida, así que tenga presente esta frase muy popular que dicen: “Hoy por ti, mañana por mí”. Vamos todos juntos a vencer al COVID-19 y mejorar nuestra sociedad con nuestras acciones, todos juntos por un futuro y un Perú mejor. “Varias almas con un solo corazón y pensamiento”. ¡Arriba Perú!