Daniel Robles estudia en el colegio Manuel Escorza, en Uchumarca, un centro poblado de unas 70 viviendas ubicado en el distrito de Yanahuanca, provincia de Daniel Alcides Carrión, en Pasco. A solo 40 kilómetros de la capital de la región –a 3.981 metros sobre el nivel del mar– la pandemia no tiene como víctimas solamente a quienes enferman de coronavirus, sino que muestra la cara menos amable de un sistema educativo que, en el primer año de la pandemia, provocó un cambio bastante difícil de asimilar para estudiantes y docentes.
Daniel se siente frustrado. Cursa quinto de secundaria y el año pasado, en marzo, tuvo que cambiar de la noche a la mañana su modalidad de estudio para empezar con clases virtuales. “Me siento nervioso, ya que mis conocimientos se están retrasando debido a que nos cuesta atender las clases virtuales”, nos dice.
Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) citada en un informe en el diario Gestión en octubre de 2020, el 42% de hogares en Pasco contaba con una conexión a Internet fija. Si bien esta cifra la ubica como la quinta más alta del país -sin contar Lima- la velocidad de la conexión cerreña resulta insuficiente: solo 18 de cada 100 conexiones tiene una velocidad mayor a los 16 mega bytes por segundo, calificado como mínimamente aceptable.
La situación del Internet en Pasco, en el 2020, es uno de los problemas que ha incidido en el aprendizaje. Esto intenta corregirse desde el 2021. El alumno del colegio Manuel Scorza nos dice que la educación virtual ha mejorado más en la zona rural a comparación del año 2020, ya que el Ministerio de Educación ha proporcionado más de un millón de tablets a escolares de las zonas rurales que ha beneficiado mucho al aprendizaje de los estudiantes.
“El Ministerio de Educación ha ido en busca de los canales nacional de TV, principalmente para las personas que viven en zonas rurales. Se enfocaron en cómo hacer que las clases virtuales lleguen de una manera en que les diera a los estudiantes una mejor educación, por ejemplo, podemos mencionar la entrega de tabletas que si ha ayudado a que la educación en las zonas rurales mejore”, comenta sobre lo que ha cambiado entre el año pasado, cuando inició la educación a distancia, y este.
Para los docentes pasqueños, como Efraín Espinoza Villanueva, la situación es similar. “Hay un grupo de padres que sí se pusieron las pilas y les instalaron el Internet a sus hijos, pero hay otro grupo que no puede por motivos económicos y por ello hay jóvenes están rezagados”, señala.
El 2020 también fue un año con muchos problemas. “Llegamos al 15 de marzo con una sorpresa y no podríamos salir de casa, esto nos ha hecho aterrizar y ver cuán preparados estábamos en lo tecnológico, lo emocional y otros aspectos más”, agrega el docente de secundaria. Él ha tenido que ir presencialmente a casa de una alumna que no tenía forma de conectarse a las clases virtuales por los problemas económicos que han acarreado la pandemia.
Otra docente pasqueña, Rocío Pilar, relata problemas que tanto educadores como alumnos han tenido durante la pandemia. Lo que antes era una falta como entregar tarde las tareas se convirtió en algo habitual, por ejemplo: “Desde el año pasado los estudiantes envían sus trabajos a altas hora de la noche, a veces el papá, la mamá, el hermano o quien es el facilitador del celular llegan de sus trabajos pasadas las siete u ocho de la noche y a esa hora recién algunos estudiantes pueden enviar sus trabajos”.
Sin embargo, las entregas de tareas fuera del horario establecido no son el único problema, hay alumnos que, durante el 2020, tardaron mucho más en hacerlo: “Tenemos casos en que los familiares, que son los facilitadores de los celulares, llegan del trabajo a la semana; el año pasado algunos papás retornaban al mes y entonces enviaban todos los trabajos acumulados; este año se ha mejorado un poco, pero es necesario ser flexibles porque también tenemos que entender la condición de muchos estudiantes”, apunta.
Las dificultades tecnológicas son algo que se ha ido superando poco a poco. El profesor Espinoza afirma que en el 2021 “de alguna manera hemos empezado a dominar las distintas plataformas”. Rocío Pilar cree que la situación ha mejorado: “Se ha aprendido a manejar las redes sociales, muchos padres de familia están entendiendo y ayudando mejor a los jóvenes, al igual que los maestros; incluso la interacción entre el padre de familia ha mejorado entre 2020 y el 2021 también nos ayuda esto de la educación virtual, aunque en algunas instituciones educativas no están implementadas como corresponde”.
A todo lo que ha pasado hay que sumarle el estado de ánimo. El docente Efraín Espinoza afirma que “el estrés” ha sido una de las complicaciones, tanto por las informaciones que le llegaban por los medios de comunicación o al enterarse de la enfermedad de un conocido: “Eso afectó la parte sicológica”.
El caso del alumno Robles de Uchumarca es similar: está bastante decaído. No siente que haya aprendido habilidades nuevas en sus últimos años de secundaria y cree que sí lo habría hecho de haber estado en clases presenciales. También detalla algo que pone foco en el apoyo de la familia para salir adelante: “Me brindan apoyo emocional, ya que me animan a seguir adelante a no bajar el interés, y eso es algo que necesitamos como estudiantes en este momento”. Lo que el joven estudiante valoras más de toda esta experiencia es la dedicación de padres, maestros y estudiantes: “El contexto nos ha ayudado para reflexionar en nuestros proyectos futuros”.