La ciudad de Chiclayo a mediados del siglo pasado fue cuna de los más grandes cantantes, compositores y guitarristas del país. ¿Quién no recuerda aquella “esquina del movimiento”? Donde se escuchaban tangos, boleros, guarachas, marineras, golpe tierras, tonderos, landós y muchos más. Esquina donde también se pasaban muchas penurias. Cada cierto tiempo llegaban los hacendados en sus carros y los que tenían posibilidad de contratar una serenata, lo hacían. En esta esquina se iniciaron grandes como Panchito Jiménez y Nicolás Seclén, entre otros.
El señor Nicolás Seclén Sampén, fundador del grupo Los Mochicas, nació en la ciudad de Chiclayo, ruta a Pimentel, que en aquella época era un gran y bello campo. Él aprendió de su familia las tradiciones musicales en las jaranas y encuentros que se daban en esas reuniones criollas de antaño. Ahí se nutrió de las letras, música y estilo musical del campo. Aprendió a cantar escuchando los trinos de las chilalas, tordos, chiroques y huerequeques.
Don Eloy Seclén Neyra, hijo del fundador del grupo, dijo: “el grupo Los Mochicas se fundó a finales del año 1955 por Nicolás Seclén Sampén (primera voz y guitarra), acompañado de su amigo José Domingo Arbulu Zapata, natural de Reque y Antonio Medina Ramírez, el “Cimarrón” Medina. El grupo criollo surge de especial manera para un concurso de música popular que se iba a llevar a cabo, ellos obtuvieron el segundo lugar. Sin embargo, esto les dio renombre y reconocimiento en la ciudad de Chiclayo y así comenzaron sus primeras presentaciones”.
En aquel momento se vivía una bohemia chiclayana muy marcada, una manera de afrontar la vida a través de la música y arte, cultivando ese estilo de vida. Otro de los motivos de la creación de Los Mochicas fue por razones económicas, pues aportar a la casa y mantener el hogar era necesario. Tenían el anhelo de ganarse la vida haciendo lo que les apasionaba aunque la situación de los músicos siempre fue difícil.
Asimismo, Los Mochicas también se encargaron de revalorar muchos instrumentos propios de Lambayeque como el banjo, el arpa (al estilo lambayecano) y el checo. También ritmos autóctonos como el golpe tierra y el tondero lambayecano. Sus letras, vestimentas, dichos y canciones tuvieron un gran impacto en la población lambayecana y se convirtieron en tradición. Hacer las cosas por amor y por cariño a esta tierra natal fueron parte de los ideales de este grupo musical.
Sus principales éxitos fueron creados por grandes compositores norteños, como Luis Abelardo Takahashi Núñez, considerado el más grande creador de música criolla del Perú por Alicia Maguiña. Así como por José Escajadillo Farro, Pedro Bocanegra, Emilio Santisteban, entre otros. Cabe mencionar que algunas de sus canciones fueron compuestas por Nicolás Seclén como “El guayacán”, “Las alforjas” (marinera), “Caballito de totora” (marinera). Asimismo, otros importantes éxitos escritos por diversos compositores como “Mis algarrobos”, “Chiclayo de mis amores”, “El huaquero”, “La chongoyapana”, “El chisco silvador”, “El cholo cadenas”, entre otros.
Eloy Seclén precisó que estas canciones tuvieron inspiraciones como el amor y la naturaleza, también hay presencia de personajes emblemáticos, como el “Cholo chiclayo”, Don Nico “El italiano”, “La perleche”, el sentido de amor por la tierra, “la patria chica” un elemento muy presente en sus canciones.
En un pequeño monologo, Seclén Neyra mencionó: “La felicidad es un instante tan grande y tan corto a la vez que asociamos muchos momentos inolvidables de nuestra vida a canciones, a melodías, Los Mochicas han tenido la dicha de llegar a los corazones de muchos lambayecanos con la peculiaridad de ser “música de la tierra”, surgidas de costumbres, que hablen de elementos locales como las alforjas, la chica de jora, el caballito de totora”.
Los Mochicas buscaron crear un sentido de comunidad, fomentar las raíces de nuestra tierra, crear un sentido de convivencia y el trabajo en equipo para progresar como ciudad y forjar identidad. Chiclayo es un lugar en el mundo alegre y a pesar de todas las adversidades es capaz de cantar y bailar. Ese es el aporte de Los Mochicas.
Eloy Seclén Neyra recalcó: “yo recuerdo a mi papá con mucho amor. A medio día cuando prendemos la radio en mi casa y suenan Los Mochicas es una gran alegría, que en la cotidianeidad de la radio suena su voz, es un sentimiento muy bonito. La historia de mi padre y la de nuestros antepasados es una historia de lucha desde sus distintas historias de vida, forjando un futuro para nosotros”.
El legado de Los Mochicas es mirar hacia adentro, mirar a la raíz. Los Mochicas, a pesar de que los espacios radiales daban más espacio a artistas limeños, lograron abrirse paso y ser escuchados en la capital, en un momento en el que muchos no se arriesgaban a viajar. Ellos perseveraron con sus ritmos en busca de representar a Lambayeque y difundir los ritmos de nuestra tierra, en estos más de sesenta años de carrera, cada vez más jóvenes se interesan y eso nos hace sentir orgullosos de lo nuestro: nuestra música, nuestras tradiciones y nuestra cultura. Así como la responsabilidad y el compromiso que tenemos por preservarla. Forjando identidad en el corazón de cada lambayecano. Siendo Los Mochicas el orgullo del norte del Perú.