Dejar los pantalones cortos y colocarse el buzo puede ser a veces una experiencia tan desafiante como traumática en el mundo del fútbol. La lista es interminable de los cracks que deslumbraron en su momento a los fanáticos dentro del césped pero, cuando tuvieron que agarrar el cuaderno, la pizarra, el pito y guiar a un grupo humano hacia el éxito, sencillamente no dieron la talla. Marco van Basten, Bobby Charlton, Hugo Sánchez, Lothar Matthaus, Ruud Gullit... y así existe un sin fin de ídolos que comprobaron que, para ser un entrenador de élite, hace falta mucho más que haber sabido pegarle al balón. El mismo Diego Armando Maradona es la prueba viviente que está prohibido quedarse en el pasado. La exigencia y actualidad del deporte rey se devora a técnicos con conceptos desactualizados, que no se enferman viendo fútbol todo el día, que minimicen otras ramas que van de la mano como psicología, las neurociencias, la preparación física y sean de charlas motivadoras y nada más.
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También está el otro grupo que tomó con pinzas dicho reto y sabía que con su rico palmarés como futbolista no le iba a alcanzar para convencer a treinta y tantos futbolistas que conforman un plantel a alcanzar un mismo objetivo. Ejemplo de ello son los Marcelo Gallardo, Zinedine Zidane, Ricardo Gareca, Johan Cruyff, Pep Guardiola y, con menos ruido, dando recién sus primeros pasos pero con un mérito enorme, también está Andriy Shevchenko. ¿La razón? El exgoleador ucraniano ha sabido hacer lo que mejor le salía en sus noches mágicas con el AC Milan en el área enemiga: convertir oportunidades de cobre en oro puro. En su primera experiencia técnica y como seleccionador de su país, llevó a disputarle palmo a palmo a Croacia la clasificación al Mundial de Rusia 2018. Y, ahora, en la clasificación para la Eurocopa 2020, Ucrania logró clasificar siendo primero de grupo, venciendo a selecciones como Portugal (2-1) y Serbia (5-0). Este domingo (9 a.m.) enfrenta de visita a esta última solo por puro trámite y para celebrar oficialmente la hazaña.
Y como si fuese un calco de lo que fue como artillero de su selección, en donde es el máximo anotador de toda la historia con 48 tantos, este equipo y su pasado como futbolista son como dos gotas de agua: es talentoso pero también le sobra pundonor para plantarle cara a los más pintados del Viejo Continente.
El seleccionado amarillo es comandado en el campo por Andriy Yarmolenko (30 años) y sostenido por la veteranía de Taras Stepanenko (30) y Andriy Pyatov (35). Cabalgando por la banda tiene a Yevhen Konoplyanka (30) y Marlos (31), y disfruta de una nueva generación con la clase de Roman Yaremchuk (23), Artem Besedin (23) o Zinchenko (22). Seis victorias y un solo empate -sin goles en casa de la Portugal de Cristiano Ronaldo- en el Grupo B le permiten entrar en la consideración como posible candidato sorpresa en la fase final de la Eurocopa.
Escapó para salvar su vida y el fútbol lo recogió
‘Sheva’ fue un ganador dentro de la cancha. En total sumó 12 trofeos en su país natal, dos en Inglaterra y cinco en Italia, uno de los cuales fue la Champions League 2003, que le ganó por penales a la Juventus en Old Trafford, tras igualar 0-0 en el tiempo suplementario. Sin embargo, antes de vencer a los arqueros rivales tuvo que superar una infancia bastante dura y con una historia muy particular.
El 26 de abril de 1986 sucedió una de las mayores tragedias de la humanidad. El reactor nuclear de la central Vladímir Ilich Lenin, ubicada en la ciudad de Chernobyl, al norte de lo que hoy es Ucrania, se sobrecalentó y estalló provocando uno de los accidentes nucleares tan trágico que hasta hoy es motivo de documentales y series. Uno de los que tuvo que escapar de aquel infierno como medida de prevención ante la exposición a la alta radiación fue la familia de Andriy, quien por ese entonces era tan solo un niño de 9 años.
“Me acuerdo que mi padre un día llegó a casa con un aparato que mide la radiación. Yo jugaba al fútbol en mi barrio y el balón terminó en una casa que estaba muy alta. Como era alto, logré trepar a la casa y me encontré con varios balones. Mis amigos, como eran más bajos, no lograron treparse y yo me traje los balones a casa. Cuando hicimos la medición de la radiación de los balones nos dimos cuenta que estaba muy alta”, señaló el exgoleador hace algunos años en una entrevista. Sin embargo, quién diría que aquella mudanza imprevista y accidentanda lo ayudaría a poder desarrollarse al 100% en su futura carrera como un rompe redes de los buenos. Ya en la gran ciudad de Kiev, el pequeño ingresó en las inferiores del Dinamo, el equipo más importante de Ucrania y el resto de la historia es conocida.
En la Eurocopa Ucrania-Polonia 2012, Andry anotó un doblete frente a Suecia y le dio la primera victoria de su nación en el torneo. Ahora, ya en el banquillo, buscará seguir alargando su leyenda en la tercera participación de su selección en la competición. Suena a cuento de hadas lo vivido por Andriy, pero nunca ha sido tarea sencilla para un futbolista ser el mejor en todos los aspectos de su carrera. A Shevchenko le harán una estatua algún día en la ciudad de Kiev por lo que fue su carrera como futbolista exitoso de club, selección y ahora de técnico. Que sea de otra manera sería poca cosa y además injusto. Lo que hizo ‘Sheva’ por su país es emotivo, dificilísimo de imitar y heroico.