Sampaoli no parecía Sampaoli, porque no fue su típico partido: la posesión fue del contrario (56% contra 44%), la recuperación del balón sucedió en su propio campo, muy cerca de su portería, y generó menos ocasiones de gol (cuatro contra nueve) que España.
Extrañamente distanciado de la filosofía bielsista, ganó el partido con valentía, rebeldía, disciplina y contundencia a base de un juego predominantemente colectivo. No es que haya traicionado un estilo, es que varió la táctica con el objetivo de ganarle al campeón del mundo.
Chile no despreció la posesión porque sí, sino que fue sometido por el campeón de las estadísticas de porcentaje de manejo de la pelota a jugar diferente. Tras el gol de Vargas, esperó a contragolpear por una razón: de contra, los espacios son mayores que cuando enfrentas con posesión a una defensa compensada. Y aunque así hizo daño, no logró anotar.
Sampaoli no parecía Sampaoli por haber dispuesto más tiempo a evitar ser sorprendido que a sorprender. Pese a no tener el dominio del juego, característica innegociable de sus equipos, equilibró el partido en función a las ocasiones generadas en la portería contraria. Y, claro, ganó el pleito de la contundencia: remató cuatro veces y anotó dos tantos.
Distanciado de una táctica ultraofensiva, Sampaoli se permitió, inclusive, realizar un cambio de carácter defensivo sobre el final: Carmona por Vidal para cuidar el cero en su arco. Chile defendió más tiempo de lo que atacó. España vulneró por momento una comprimida defensa mapochina, pero entonces, cuando lo hizo, se topó con un Claudio Bravo cerca del Barza.
Chile no varió su estilo, cambió la táctica. Si bien no fue el típico cuadro de Sampaoli, fue rápido y vertical a la hora de atacar. Atrás, la forma defender fue de todos. Y ganó la disputa de las bandas: ni Alba ni Azpilicueta treparon libres, no permitiendo que crezca el juego de Pedro e Iniesta. De este modo, Chile obligó a España a interiorizar. Y ya vimos qué sucedió, como ante Holanda, sufrió para elaborar y no tuvo en sus estrellas respuestas individuales que soluciones aquellos problemas que solo le han dado un gol de penal en el Mundial.
Chile no fue el típico cuadro de Sampaoli. Fue, más bien, un aguerrido equipo cuyo trabajo defensivo se acercó más a la antigua Italia, inflexible en defensa, que no se permite errores atrás, que entiende que el trámite puede ser de cualquiera, y que el triunfo se puede lograr con varios procedimientos diferentes al del protagonismo, lo que demuestra que un estilo no es superior a otro. Chile, como sea, está en octavos de final.