Río de Janeiro (Canchallena). La tristeza estaba marcada en cada rostro, en cada jugador argentino. La zona mixta, ese lugar donde los protagonistas hablan con los medios antes de salir del estadio, estaba silenciosa. Los argentinos, que acababan de perder la final del Mundial Brasil 2014 ante Alemania, desfilaban entre los micrófonos y grabadores casi sin detenerse. Apenas muy pocos decidieron hablar. Pablo Zabaleta, uno de los más sinceros y terrenales a la hora de declarar, fue el primero.
En las primeras consultas, todo caminaba por la normalidad lógica para un contexto así. "Obviamente, estamos golpeados, tristes, cualquier derrota es dura. Mucho más por ser la final del Mundial y por todo el esfuerzo que habíamos hecho para ganar la Copa tan deseada por los argentinos. Pero esto es fútbol, es deporte, a veces se gana y otras se pierde. Cuando son derrotas dignas, cuando el grupo dejó todo e hizo todo lo posible para alcanzar la gloria, no hay nada que reprocharse. Va a costar un mucho digerir la derrota, pero tenemos que estar orgullosos", comenzó el defensor argentino.
Pero una pregunta, que sin saberlo sería la final, rompió el clima de los pasillos del Maracaná.
-Pablo, se vio en la transmisión de TV que, después del gol, te acercaste a Sabella y le dijiste que habías fallado. ¿Lo crees así?-, preguntó un cronista.
-No, no, no -interrumpió Zabaleta-. No sé qué viste. Antes, fijate bien lo que vas a decir.
El jugador fue tajante y comenzó a caminar por el corralito que lo separaba de los trabajadores de los medios, negándose a contestar la pregunta de otros periodistas. Su cara ya no transmitía tristeza, sino bronca. Frenó, dio vuelta y gritó: "Eres un irrespetuoso".
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