Suena el despertador. Despiertas a la misma hora. Entrenas, comes sano, descansas. Concentras los fines de semana. Juegas. Sales de vacaciones. Vuelves. Repites el ciclo. Un año, luego otro y después otro. Hasta que un día notas que llevas más de 20 en el mismo círculo. Ya tienes canas en el cabello, los dolores duran más y el físico no es el mismo. Entonces, con un recóndito dolor en el corazón, le pones fin a esa rutina bíblica que te acompañó más de la mitad de tu vida y te hizo feliz. ¿Ahora qué sigue? ¿Sabrá ya qué hacer Claudio Pizarro, por ejemplo? ¿O se imaginará Leao Butrón qué viene?
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El primero, con 41 años, le puso punto final a una carrera de 24 años. Aunque 24 queda corto, luego de agregar los –tal vez– 10 más que jugó Claudio Pizarro desde su primera escuela de menores. Con Leao Butrón, hoy de 43, el caso es similar: debutó en 1997, pero ya defendía el arco en las inferiores de Sporting Cristal desde 1988. Son 32 años de fútbol y entrenamientos para el portero, que analiza postergar su retiro y continuar una temporada más en Alianza Lima.
Uno ya tomó la decisión, él otro la medita. ¿Pero qué tan difícil es romper esa rutina, y despertar un día y saber que ya no debes volver más, que se acabó? Al respecto, la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) detalló que el 38% de los futbolistas sufren depresión o problemas psicológicos. Además, según la investigación, aseguró que, tras el retiro, pueden presentar síntomas más graves, como insomnio, angustia o ansiedad.
¿Cómo es dejar el fútbol después de los 40 años? ¿Qué vivirá Claudio Pizarro y Leao Butrón (cuando decida retirarse)? Cuatro ex jugadores que lo vivieron en carne propia nos dan la respuesta.
«En algún momento de la vida, uno se vuelve grande. Y eso es lo que ha decidido el tiempo… El maldito tiempo» (Francesco Totti, partido de despedida, 2017).
En el Perú, son pocos los futbolistas que se rebelan contra el tiempo y continúan en actividad luego de los 40 años. Pero son solo ellos los que pueden dar un testimonio sincero de lo que cuesta ‘colgar los botines’ a tan avanzada edad. Recordar su retiro y hablar de lo difícil que fue tomar esa decisión, evoca mensajes cargados de sentimiento. “El día siguiente de retirarse es muy complicado, te vienen muchas cosas a la cabeza. Dices «hasta acá», no voy a jugar más. Es difícil llegar a ese día, saber que no estarás más en un campo, practicando lo que más te gusta y extrañas la cancha. Yo amo el fútbol, por eso se me hizo difícil dejarlo”, nos confiesa Germán Carty (se retiró con 47 años).
Sin embargo, pese a la lucha, el tiempo avanza, es imposible de detener. Y las consecuencias, duras y castigadoras, obligan a tomar esta tan difícil decisión. “Tenía que llegar el momento. A mí me costó mucho por el tema de las rodillas, tenía que dejar de jugar. Efectivamente, extraño el fútbol, los días de concentración, los entrenamientos, la competencia, pero retirarse es parte de la vida”, comenta Ysrael Zuñiga (se retiró a los 42 años).
“Fue difícil no ir más a los entrenamientos, ver a tus compañeros, a los utileros. Te cuesta. Yo estaba preparado, sabía que era mi último año y tenía que decir adiós al fútbol. Fui feliz en este deporte, y logré cosas que nunca pensé: ser goleador histórico del fútbol peruano, jugar en equipos grandes y chicos, de provincia y el extranjero, o estar en Copa Libertadores y Copa Sudamericana. Al retirarme, mi familia me abrazó y fueron felices conmigo”, asegura Sergio Ibarra (se retiró a los 41 años).
Pero, si existe un rincón del cuerpo donde el tiempo es relativo, es dentro del corazón. Allí, uno está en su total de libertad de amar de la forma más pura y eterna. “Hasta el día en que yo muera, voy a seguir extrañando las canchas. Lo que más extraño es estar dentro de ella, entrenar como un jugador más, ser parte del grupo”, agrega Gustavo Roverano (se retiró a los 41 años).
«No me retira la mente, sino el cuerpo» (Ronaldo Nazario, anuncio de su retiro, 2011).
Más allá del mérito enorme y plausible de mantenerse en actividad en una liga como la alemana, no se puede dudar que Claudio Pizarro ya no era el mismo, y lo sabía bien. Para los futbolistas, conocer el límite de su cuerpo también es una parte importante. Y lo mejor siempre será, irse con la cabeza bien en alto. Encontrar este punto y aceptarlo es el reto a la valentía y el orgullo.
“A veces, uno piensa que puede apoyar al equipo, pero tienes que mirarte desde otra óptica. Tú puedes creer que estás en condiciones, pero no te ves de la forma como te ven otros ojos. Y más, si tienes una mentalidad fuerte y competitiva, que crees que todo puedes hacerlo como si tuvieras 20”, acotó el ‘Cachete’ Zuñiga.
Y es que te puede sobrar entusiasmo y pasión por lo que haces, pero es inevitable sentir los estragos de una vida de exigencia física. “Yo empiezo a los 9 años en cebollitas y me retiro a los 41, toda una vida jugando fútbol, no tuve otra profesión. Entonces, dejarlo de un momento a otro es muy difícil, es algo que te arrancas de tu alma, te sacas un pedazo de corazón. Son muchas las cosas que dejas. Yo cumplí 41 y pensaba en todo esto. Pero sabía que ya había llegado a una edad, ya lo había dado todo, tenía que aceptar que detrás venían otros chicos, que el cuerpo y el físico no eran los mismos”, confiesa el ‘Checho’ Ibarra.
A esta edad, además, aparecen otros problemas que pueden acabar con una gran larga carrera. “Las personas que amamos el fútbol, dejamos el fútbol porque no podemos más, porque el cuerpo ya no te da o porque no te contratan. La otra es porque quieres irte a otra función dentro del fútbol. A mí, personalmente, me sobraban las ganas de seguir jugando, pero hay circunstancias que no dan para más, directivos que con tal de bajarte el dinero te meten el tema de la edad”, añadió Roverano.
Pero al final, doloroso o no, es el ciclo de la vida. Uno entiende que no podrá jugar profesionalmente por la eternidad y busca el apoyo para dar este paso con la mayor felicidad posible. “Después, poco a poco, fui asimilando lo que se venía con la ayuda de mis hijos y de mi esposa. Porque la vida es así, llega el ciclo y no vas a estar toda la vida jugando en la profesional. Yo tenía esa fuerza, las energías, y de eso son testigos mis compañeros, que se sorprendían, pero había llegado la hora de retirarme”, explica Carty, dando fe de que la mente puede querer, pero el cuerpo a veces frena.
«He muerto un poco, pero la vida sigue» (Pelé, partido de despedida, 1977)
¿La vida sigue? ¿Pero, cómo es? Ya hablamos de las razones, del tiempo y el cuerpo, y que termina siendo inevitable el retiro. ¿Y después? Según nos cuentan, duele, dan ganas de entrar a una cancha cada que ves un partido, e intentas disimular el dolor, mitigarlo con campeonatos. Porque, así pasen mil años, “uno nunca deja de ser futbolista”. ¿Qué es lo que más extrañan, entonces?
“Nosotros no dejamos de ser futbolistas. Y vamos a ser futbolistas hasta el día en que dejemos este mundo. Yo voy a tener 90 años, y si puedo jugar al fútbol, lo voy a seguir haciendo. Ahora, ya no soy profesional, pero juego interclubes, y de los últimos seis años, salí cuatro veces goleador. Y cuando comento (en programas deportivos) me dan ganas de entrar, me apasiono, porque aún sigo siendo futbolista”, nos dice Sergio Ibarra con su misma emoción de siempre.
¿Y cómo se vive ese día después del retiro? ¿Cuánto tarda uno en asimilarlo? “Lo que más cuesta es el cambio de rutina. De la noche a la mañana, todo cambia. Al principio crees que te han dado unos días libres o estás de vacaciones, tu cabeza no lo asimila. Pero los días pasan, las semanas, los meses, y te das cuenta que estás lejos y afecta saber que ya no entrenarás profesionalmente nunca más. Y pasa el tiempo y sientes que no estás en tu ambiente”. Así lo sintió Zuñiga.
Para Gustavo Roverano, lo complicado y que es más difícil de asimilar también es eso: despertar una mañana y saber que todo cambió. “Lo más difícil es ya no tener más el día a día que tenías siempre. Levantarte para ir a entrenar, estar con el grupo, todo lo que conlleva el fútbol: concentraciones, el partido, estar en una cancha. Son muchas cosas que ya no las tendrás más como jugador de fútbol”.
Y al igual que ‘Checho’, Germán Carty encuentra ese respiro con los campeonatos, que lo acercan al fútbol y le permiten aún conservar vivos los recuerdos. “Ahora juego en campeonatos máster y eso me distrae. Es distinto, pero te relaja, porque estás en tu rubro. ¿Qué se extraña? Estar en el campo. En estos tres años dirigiendo, muchas veces me dieron ganas de entrar. Extraño la interna, los viajes, los compañeros, las concentraciones. Siempre piensas en eso”.
«La pelota no se mancha» (Diego Armando Maradona, partido homenaje en Boca Juniors, 2001)
Pero, por qué es tan complicado para un futbolista superar los 40 años jugando al fútbol de manera profesional. Dejando de lado las lesiones, qué te atrapa tanto futbolísticamente y qué origina varios retiros a los 32 o 33 años, cuando un jugador debería estar en su madurez plena. Acá entra la palabra que más asusta a muchos futbolistas de hoy en día, pero que es vital: disciplina. Valor agregado que Claudio Pizarro y Leao Butrón tienen de sobra.
Y en eso, Roverano es más que drástico. “¿Para llegar a jugar con 40 años o más? Tienes que haberte cuidado entre los 20 y 30, esa es la edad clave. Para jugar a una edad avanzada, depende mucho de tu juventud. Los que no se cuidaron jóvenes, se acuerdan que deben hacerlo ya cerca al retiro, y eso es tarde. Y digo 20 o 30, porque es la edad más importante, estás en tu apogeo, pero debes cuidarte siempre. Todo lo que hagas de joven, lo aguantas porque la máquina está nueva, pero lo sientes ya en tu vejez, ahí pasa factura. Ahí se ve la mala noche, la bebida que tomaste, las madrugadas que te pegabas. Y está a la vista: uno que no se cuidó, se ve más envejecido”.
Para Sergio Ibarra, la disciplina es importante, pero él le da un valor importante a la familia, esa que te da soporte y estabilidad en toda tu vida. “Se necesita lo que hay poco hoy día, que es el sacrificio, el profesionalismo y el compromiso. Tú puedes tener velocidad, dribbling, técnica, y más cualidades, pero si no tienes disciplina y humildad, no llegas a ningún lado, no serás profesional. Claudio Pizarro fue muy disciplinado toda su vida, un ejemplo de familia, lo mismo que Leao Butrón, ambos tienen una familia consolidada, no están en escándalos, son un ejemplo”.
Además, el ‘Checho’ agrega: “Hay jugadores que tienen muchas virtudes, pero no se cuidan y ya no pasan de los 32 o 33 años. Yo me fui consolidado, fui exitoso –para mí–, hice muchos goles en todos los equipos. No hay un solo presidente de equipo que me haya gritado o que yo haya defraudado, y por eso me retiré feliz, hice lo que tenía que hacer”.
Germán Carty, además, considera que el amor que sientes por esta carrera es el punto de partida y es lo que tanto falta a veces. Para él, si amas esta carrera, no vas a querer dejarla nunca. “Cuando uno se traza una meta, tienes que trabajar para alcanzar tus objetivos, siempre con ilusión. Y si te gusta esto, lo vas a lograr, porque lo harás con amor, con pasión. Para el que lo hace así, es difícil retirarse. Yo, por ejemplo, amo lo que hago, y cuando veo televisión, aún me repito «¿Por qué no estoy ahí»?”.
Finalmente, Ysrael Zuñiga asegura que la mejor forma de llegar es ser competitivo. Si lo eres, no vas a dejar que nada te detenga. “Además, de ser disciplinado, debes ser competitivo. La técnica, jugar bien, lo puedes aprender, pulir o compensar con otros detalles. Pero, para llegar a esta edad, tienes que ser disciplinado, porque así vas a estar bien, te organizas, entrenas el doble o triple, descansas, comes bien. Y si le agregas ser competitivo, así estés sobrecargado o cansado, vas a levantarte para entrenar al día siguiente, y vas a querer jugar”.
«No quiero estar por estar» (Zinedine Zidane, anuncio de su retiro, 2006)
Hace un año, le preguntaron a Pablo Aimar sobre el retiro de los futbolistas y lo difícil que es cambiar tu vida de la noche a la mañana. Su respuesta (para el portal argentino El Equipo), fue contundente: “Te cuesta encontrar para qué sirves, tienes tiempo, pero no sabes qué hacer con él. Y empiezan los problemas porque ahora no tienes para qué levantarte”.
En ese mismo portal, conversan con los periodistas uruguayos Patricia Pujol y Sebastián Chittadini, escritores del libro ‘La vida después del fútbol’. Ellos revelan que luego de entrevistar a ex jugadores y conversar sobre su retiro y sus mejores años en el fútbol, muchos lloraron. El retiro, explican, tiene más aristas de las que uno puede imaginarse: afecta en lo emocional, psicológico, físico, familiar, en la salud o hasta en lo económico.
Dejar una actividad que realizaste por más de 20 años, y que está ligada estrechamente con la pasión y el sentimiento, deja secuelas. Deja un dolor en el corazón, tan profundo como perder a un familiar, a un padre, a un hijo. Pero es un sentir híbrido, porque en cada día de esa rutina bíblica que viviste más de la mitad de tu existencia, y en todos los días posteriores que la recuerdes, habrá también un síntoma de felicidad. Y los hinchas, que tienen el privilegio cálido de no tener fecha de retiro, serán también los encargados de no permitir que mueran los nombres, las leyendas, los recuerdos. Porque solo así, el futbolista nunca dejará de ser futbolista.